Miró la fecha en su celular y supo que el tiempo se le había agotado. Otra vez estaba completamente sola ya que más encima su hermana había ido a ver a su pololo. Se preparó el desayuno y encendió la televisión en el matinal. Cuando terminó el desayuno, fue por unas galletas que compró el día anterior y volvió a echarse en el sillón.
Pasado el mediodía, el timbre sonó y salió a abrir estando todavía en pijama. Se sorprendió al ver a Ignacio parado a fuera de la reja de su casa, realmente no esperaba ver a Ignacio, su ex pololo de cuando tenía trece años.
—¿Y tú? —preguntó con asombro—, ¿qué haces aquí?
—Mi primo me dijo que estarías sola y se sentía un poco culpable por no pasar el rato contigo, así que me dijo que te diera esto —contestó y le extendió una caja de bombones.
—¡Muchas gracias!
—¿Vamos por una pizza?
—Espera a que me vista.
De todas las posibilidades que imaginó que pasarían ese día, nunca pasó por su cabeza que Ignacio iría a verla y más encima le pasara una caja de bombones.
Comieron en un telepizza que quedaba a unas cuadras de su casa, por lo que fueron caminando en lugar de gastar plata en la micro. Estando ahí, él dejó que Andrea escogiera los ingredientes para la pizza, un gesto que ella agradeció sin parar de sonreír. En eso, sintió que alguien le tocó el hombro y volteó a ver, asombrándose al ver que se trataba de Martín.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó Andrea.
—Se dice "hola" —contestó Martín — y por cierto que esto es una pizzería así que es obvio que vine a comer pizza.
—¿Con tu cita?
—Eh... —Empezó a rascarse el cuello con nervios— No. Me avisó que no vendría hace unos minutos.
—¿Entonces vas a comer solo?
—Eso creo. Estuve esperando como una hora acá hasta que me mandó ese mensaje.
—Que mal...
—Hey —interrumpió Ignacio—, ¿quién eres? —le preguntó a Martín.
—Soy solo un amigo de Andrea, tranqui —contestó creyendo que Ignacio y Andrea estaban juntos como pareja.
Andrea se dio cuenta de la confusión de Martín y trató de explicar la situación, pero se trababa al hablar.
—Tranquila —le dijo Ignacio a ella—, yo le explico. También soy su amigo, de hecho, solo la estoy acompañando mientras espero a mi pololo —mintió—, pero es lindo recrear la vista mientras lo espero... ¡ay!, me acaba de enviar un mensaje, de seguro ya llegó. Bueno, bye chicos.
Andrea no pudo contener la risa y Martín simplemente estaba asombrado y sin saber qué decir. Ignacio se fue y Andrea lo siguió para detenerlo unos metros más allá.
—¿Qué fue eso? —le preguntó ella tratando de no reír—. ¿Desde cuando te gustan los hombres y tienes pololo?
—Desde... nunca. Solo mentí un poco para que no creyera que pasa algo entre nosotros.
—Bastaba con un simple "somos amigos. De hecho salimos hace unos años pero nos dimos cuenta de que no estamos hechos para ser pareja".
—Nah, es más divertido así. Además, así está seguro de que estás disponible.
—¡No exageres!
—No lo hago. Vi cómo lo mirabas. No puedes ocultar que estás enamorada de él, incluso si lo tratas como a un amigo más. Los ojos no mienten.
»En fin, exijo ser el padrino de sus hijos. Alguna vez quiero poder decir que soy "el padrino".
Estalló una carcajada desde el interior de Andrea. Ignacio se fue y ella regresó a donde estaba Martín.
—Yo invito la pizza —dijo Andrea—. Ya compré una y creo que no podré comérmela entera... ¡no digas...!
—¡Cómete esta! —exclamó Martín riendo.
—Genial, acabas de hacer una broma vieja y te crees un genio...
—Vamos, ríete un poco más o me vas a obligar a volver a hacerte un montón de bromas hasta que te vea sonreír otra vez.
—¿Acaso no lo hice recién?
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Editado: 19.04.2018