Había ocurrido un desafortunado incendio en el único colegio de Combarbalá, y lo peor de todo se había quemado hasta los cimientos, y en cuanto a los bomberos de Combarbalá les habían informado demasiado tarde, para cuando habían llegado ya era demasiado tarde, no se pudo hacer nada, pero afortunadamente, este colegio quedaba a las afueras del pueblo de Combarbalá, y en cuanto a los libros de texto se los había llevado el profesor Juan Carlos, y en cuanto a los pupitres, a pesar de que estaban quemados, se podían usar, ya que no habían quedado tan dañados como se veía esos pupitres, y en cuanto al profesor Juan Carlos había decidido continuar por las clases a sus alumnos y si tenía que hacerlo a la intemperie lo haría, y en cuanto al incendio tenía serias sospechas de que el alcalde Pedro Alvarado lo había mandado la orden y que algunos de los carabineros estaban corruptos y en especial comprados por el alcalde Pedro Alvarado, pero como el mismo profesor Juan Carlos siempre había pensado que el mundo es un lugar pequeño y que tarde o temprano las personas que hacen el mal la pagarían acorde con el mal que habían hecho en este mundo y en lo personal este profesor adventista creía que Dios tiene un humor muy negro con respecto a las personas malas que hacen malas acciones, y en cuanto al profesor Juan Carlos, sabía que el alcalde Pedro Alvarado y sus carabineros comprados la pagarían muy caro por todas sus maldades que habían hecho al pueblo de Combarbalá.
Editado: 01.04.2022