Un Caso Perdido

SEIS

 

Tal como Matt me dijo que hiciera, estoy esperando a que el equipo de soccer termine de probarse los nuevos uniformes y así ir a terminar rápidamente este proyecto lo más pronto posible.

Mientras esperaba sentada en una de las bancas de metal para el público, hago una búsqueda rápida sobre la planta y copio los links de los artículos que contienen información importante. Hasta ahora llevo cinco y creo que bastará para la presentación.

En ese momento salen por la parte trasera los del equipo. Conrad es el primero en salir junto con otros dos chicos que ríen de algo y se empujan entre ellos. Sigo buscando entre los muchachos pero no veo a Matt.

Sigo buscando a Matt con la mirada y no me doy cuenta que Conrad está parado frente a mí con sus dos amigos al lado. Lo veo por un par de segundos y regreso mi mirada hacia la puerta de donde ellos salieron pero ya está cerrada y nadie más ha salido.

— ¿Qué haces por aquí linda? —Pregunta Ronald, el que está justo al lado izquierdo de Conrad.

Lo veo directamente a los ojos y luego veo a Conrad. — ¿Qué quieren?

Hoy no tengo un humor para lidiar con ellos y sus tonterías.

Conrad, con media sonrisa pretensiosa, dice: — ¿Estas perdida?

Suspiro y me pongo de pie. —Tengo que irme.

Conrad me detiene tomándome del brazo y yo me zafo rápida y bruscamente. —No me toques.

Levanta sus manos al aire. —Ey, relájate.

Sus tontos amigos se parten de la risa como si mi actitud fuera de lo más divertido que han visto.

Comienzo a ponerme nerviosa. Veo hacia mí alrededor y la mayoría de las personas ya se han ido. Quizás es mala idea estar aquí.

¿Dónde rayos está Matt?

Tomo mi mochila y me alejo de ellos un poco pero Conrad se acerca a mí dando un par de pasos rápidos. —No te vayas.

—Dile que te gusta, Con. —Bromea Ronald.

Su mano la deja caer sobre mi hombro y de nuevo, la empujo con más fuerza de la necesaria. Ya me estoy cansando de él. —Déjame en paz —lo empujo con ambas manos y da un paso para atrás evitando caer.

Se recompone rápidamente y da un paso hacia mí. — ¿Cuál es tu problema?

Vuelvo a empujarlo. — ¿El mío? ¿Crees que te tengo miedo? Déjame en paz. Es la última oportunidad que te doy para dejarme.

Aprieta su mandíbula. Seguramente no está acostumbrado a ser retado y menos cuando sus dos "amigos" empiezan a burlarse de él diciéndole que una chica lo está intimidando.

—Te metes con la persona incorrecta. —Trata de intimidarme.

Ruedo los ojos. —Eso no funciona conmigo —ahora yo doy un paso más hacia él–. No te tengo miedo.

Se queda callado hasta que alguien corta el silencio.

—Amalia. —Es Matt acercándose un poco rápido.

Matt se queda quieto viendo a Conrad quien tiene una expresión furiosa y luego dirige sus ojos hacia mí, confundido de lo que está pasando.

Conrad le da una palmada en el brazo a Matt. —Nos vemos.

Dicho eso, da la vuelta y se aleja con sus amigos que siguen riéndose escandalosamente.

— ¿Qué pasó? —Matt pregunta.

Lo veo molesta. Si no se hubiera tardado no hubiera pasado eso. —Nada.

Aclara su garganta. —Perdona, el entrenador quería hablarme.

Asiento.

—Vamos a mi auto. —Dice, caminando hacia el estacionamiento.

Lo sigo y mientras tanto, pienso en la discusión que acaba de pasar con Conrad.

La cuestión es, hace años antes de cambiarme a esta escuela sufrí de acoso escolar aunque no fue tan malo como lo que me pasó hace varios años en un campamento, sin embargo, estaba harta que me trataran de esa forma. Una vez que salí de ese lugar me prometí a mí, tres cosas.

Una, nunca jamás dejar que otros me traten como basura.

Dos, alejarse lo más posible de los dramas escolares.

Tres... esa no la estoy cumpliendo ahora. La tercera es alejarme de Matthew Brown para siempre.

Llegamos al auto de Matt, un convertible negro del año pasado. Se ve lujoso y caro porque supongo que lo es. Honestamente no se mucho, o mejor dicho, nada de automóviles. Matt desbloquea las puertas y me pide que entre.

Adentro, justo como lo imagine, todo está limpio y ordenado. No hay recipientes de comida rápida vacíos. No hay chaquetas en los asientos traseros y mucho menos latas de cervezas. Matt el alumno estrella jamás se comportaría así.

Él enciende el motor, ajusta sus espejos y su asiento. —Puedes bajar la ventana si tiene calor.

No le respondo. Su amabilidad forzosa me molesta.

—Entonces, ¿Cuál es la dirección de tu casa?

Pude simplemente responderle y evitar un mal momento pero estaba molesta. Me molesta que finja olvidar la dirección de mi casa cuando yo aún recuerdo la de su antigua casa. Es cierto, han pasado unos años pero tampoco es para no recordar nada.

— ¿Por qué finges no recordar mi casa? —le cuestiono y odio que suena como un reclamo.

Matt me voltea confundido. —En serio, no lo recuerdo.

Veo hacia la escuela. —Conduce, yo te dirijo.

Y comienza a conducir.

~ ❋✿💮✿❋ ~

 

Matt no dijo nada más que monosílabos mientras condujo hacia mi casa. Se detiene justo al frente y se queda observando unos segundos. A pesar que dijo no recordar cómo llegar hasta aquí, seguro ver este lugar le trae muchos recuerdos incluyendo recuerdos de su madre.

—Vamos. —Le digo.

Matt sale y camina lento hasta la puerta de entrada. La sostengo para que entre y él duda, como si adentro fuera a encontrar un calabozo. Le hago una seña para que se apresure y entre rápido, finalmente él camina hacia adentro.

Mi casa no es muy grande pero hay espacio suficiente para un par de sofás decentes y un comedor para seis personas a pesar que solo vivimos cuatro aquí y que casi nunca lo usamos, excepto para las cenas de navidad y año nuevo donde mi familia finge ser funcional y normal.

—No ha cambiado. —Suelta Matt observando las fotografías.

Por primera vez, en mucho tiempo, me doy cuenta que él aparece en una fotografía de hace diez años. Éramos más jóvenes, estábamos en una cabaña alquilada por nuestros padres y vestíamos con overoles.




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