DÍA 2 - 22 DE DICIEMBRE.
Adelaine estaba horneando muchos pasteles en compañía de Tom, Jasper y sus amigos debido a la iniciativa de regalar comida. La castaña ofreció dedicarse al postre, pues le era más relajante que cocinar comida salada y la pareja estuvo encantada.
Tenía una ayudante llamada Enic, con quien se llevó muy bien desde el inicio. Era joven, tal vez unos cinco años menor, muy amable y de ascendencia latina.
Miró a su alrededor, un montón de gente creando comida para una buena causa y sintió que parte de su corazón, una muy pequeña, hizo las paces con la época. Otra parte extrañaba a Steve. No se pudo unir por atender el local y, aunque había mucha gente con una personalidad alegre y amigable, ninguno era como él.
No pudo evitar pensar que Hayley adoraría hornear galletas y pasteles para esa ocasión. Su hija tenía un corazón muy noble y ayudar al prójimo era algo importante para ella. Adelaine no lo percibía de esa forma, pero Hayley lo había heredado de ella.
—Creo que el equipo de postres necesita un descanso —habló en voz alta, limpiando el sudor de su frente—. Mis brazos no dan para más. Necesito parar un momento.
—Seguro, Adelaine. Enic y tu pueden salir a tomar aire fresco mientras estamos al tanto de los pasteles en el horno —cedió Tom, guiñándole un ojo.
—Gracias, Tom.
El local donde estaban realizando tanta comida era en un restaurante, por lo que tenían varios hornos y herramientas a su disposición. Adelaine salió de la cocina, quitándose el gorro y se encaminó a la terraza del lugar.
—Mierda —se quejó cuando el frío caló sus huesos. Acarició sus brazos, maldiciendo por lo bajo al no colocarse el suéter—. Qué aire fresco ni que nada, siento que respiro cuchillas.
Se sobresaltó cuando sintió un peso sobre sus hombros, girando para encontrarse con los ojos divertidos de Steve. Miró hacia su cuerpo, notando que le había colocado una chaqueta de cuero encima, a modo de protección contra el clima.
—Me asustaste, Sawyer —bromeó, sonriendo—. Gracias.
—No llevas ni diez minutos y ya tienes la nariz y las mejillas rojas, Grinch —la molestó, negando con la cabeza—. Veo que todo va bien allá dentro.
—Eh, sí. Llevo alrededor de 7 pasteles horneados, ¿puedes creerlo? Claro, Enic ha sido de gran ayuda —comentó, acomodándose la chaqueta—. ¿Y eso que viniste? Todavía no cierras el local.
—Es la hora del almuerzo, lo que me da a entender que ni siquiera te has dado cuenta. ¿Acaso planeabas morir de hambre hoy?
Adelaine estaba tan ocupada que no se había dado cuenta del hambre que tenía. Sintió el calor en sus mejillas por la vergüenza, pero no se notaba debido al rubor del frío.
—No, no. Justo salí para tomar aire y ver qué comer —mintió, enderezándose en su lugar. Se estremeció de forma dolorosa, pues el clima ese día estaba muy violento—. ¡Puta madre, qué frío!
Steve le dio media vuelta y la recargó de su pecho, tomándola con la guardia baja. Empezó a hacer fricción con sus manos en los brazos de Adelaine, generando una sensación reconfortante de calidez.
—Listo. Ya tomaste aire, ahora vamos a comer. Compré pizzas para todos —habló en su oído, logrando erizar su piel de nuevo.
Solo que no por el frío, sino por lo íntimo que se sentía aquella cercanía. No se sentía así desde hace mucho tiempo, incluso desde antes de divorciarse de Richard. Estaba tan enfocada en la salud de su hija que se olvidó de todo lo demás.
Se olvidó que era una mujer, que era un ser humano con derecho a querer sentirse amada y protegida.
—S-sí, vamos —balbuceó, queriendo culpar al frío por su torpeza.
Se reunieron con el resto en las mesas, donde las cajas de pizza paseaban de un lado a otro. Steve sacó la silla para ella, invitándola a sentarse y un vez estuvieron acomodados tomó su plato para servirle dos rebanadas de pizza con tocineta, maíz y tomate.
Comieron con tranquilidad, escuchando las distintas conversaciones de su mesa, hablando entre ellos y con los demás. Adelaine sonreía tanto y Steve no dejaba de sorprenderse cada vez que la veía.
Sus ojos tristes no habían cambiado del todo, pero... había un brillo esperanzador. Notaba avances para solo llevar 2 días con su plan.
Va a funcionar, pensó él, acariciando su barbilla mientras la miraba. Todos hablaban, pero él solo le prestaba atención a ella.
Jasper y Tom se miraron entre sí, con sonrisas cómplices en el rostro. Steve se veía alegre y les emocionaba el hecho de que no estaría solo en las festividades.
***
Adelaine llegó bastante cansada a su casa, pero con una sonrisa en el rostro. Había horneado alrededor de quince pasteles de distintos sabores y al día siguiente se encargaría de rellenarlos y decorarlos junto con Enic.
Estaba revisando sus redes sociales, cuando una llamada entrante de su madre irrumpió en su pantalla. Respiró hondo, aceptando a los pocos tonos.
—Hola, mamá, ¿cómo estás?
—¡Hija! Tenemos algunos días sin saber de ti y sé que ya estás de vacaciones. Estoy bien, ¿y tu? —preguntó. Adelaine logró escuchar voces infantiles de fondo.
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Editado: 31.12.2023