Han pasado varios días desde aquel en el que Dominick me llevó a la playa pero los recuerdos siguen en mi cabeza como una tortura. No se lo que me pasó para reaccionar así, aún no lo puedo entender o no quiero... No estoy segura si es mi tío o no, por una parte quisiera que no lo fuera pero por otra me duele.
Me duele no llevar los genes de mis padres, ellos siempre han sido muy amorosos conmigo, los amo. Son lo único que tengo en la vida, mi única familia y ahora resulta que todo fue un engaño, una mentira. No puedo entender porqué razón lo hicieron, si me adoptaron no hay una razón para esconderlo. Una mentira blanca no deja de ser mentira y duele más descubrir el engaño por terceros, entre cielo y tierra no hay nada oculto, tarde o temprano la verdad siempre sale a la luz. Esperaba estar equivocada, se siente feo no ser parte de la familia que creía mía, carne de mi carne.
Dominick parece un completo extraño, me evita todo el tiempo y desvía mi mirada cuando coincidimos, eso me duele. Yo me siento como un trapo sucio, no fue mi intención actuar como una ofrenda, sí lo besé y se que está mal pero no fue la primera vez... Quiero echarle toda la culpa a Leyla pero sé que no es verdad, yo soy la que tiene todo el control sobre mi cuerpo que ya no es solo mío. Ella siente pero no puede expresar sus sentimientos con nadie más que conmigo. Estos largos días me han servido para reflexionar. Leyla es como una prisionera dentro de este cuerpo, siento pena por ella.
Hoy es luna llena y tengo mucho miedo. No sé si podré controlar la transmisión, temo tanto que alguien descubra mi secreto. No creo que nadie pueda entenderme si a mí me cuesta trabajo aceptarlo. Soy un monstruo.
Terminé de arreglarme distraída en mis propios pensamientos, bajé las escaleras apresurada, no tenía mucho tiempo, por distraída iba a llegar tarde al colegio. No vi a Dominick por ninguna parte, otra vez se fue temprano, realmente no quería verme. Un dolor punzante se instaló en mi pecho. Últimamente siempre está ocupado, se va muy temprano y regresa tarde en la noche. Miré la mesa del comedor, como de costumbre mi desayuno estaba encima, ese gesto era lo único que mantenía en rayo de luz en mi oscura vida.
Me senté en mi puesto habitual y me comí mi sabroso desayuno. No me fijé más en la hora, si llego tarde no me importa. Si no como antes de ir a la escuela no puedo soportarlo, al día siguiente del suceso en la playa no comí por los nervios y casi me como un gato callejero. Que horror, no quiero ni acordarme.
A la hora del recreo fui disparada para el baño, no aguantaba más el dolor de estómago. Fui para el último, el menos utilizado por su ubicación alejada. Al llegar me encontré con una escena desagradable, una sensación de déjà Vu me erizó los vellos de la nuca.
Katerine y su pandilla maltrataban a una chica, la tenían inmovilizada mientras la pelirroja la goleaba sin piedad. Al notar mi presencia se detuvieron. Miré a la chica con pena, su nariz sangraba, su cabello estaba desordenado y su uniforme todo desaliñado. Sus hojos llorosos y con miedo me recordaron a mí.
—¡Déjenla ir!—ordené ente dientes mirando fijamente a la lider.
—No te metas, este no es tu asunto — escupió Katerine.
—No permitiré que sigan abusando de los débiles.
—¿Ahora te crees fuerte?—se burló la líder y las demás se echaron a reír maliciosas.
—No lo creo, lo soy—afirmé altanera— creo que les quedó claro la última vez pero si aún tienen dudas puedo repetir la dosis.
Me acerqué amenazante a la pelirroja y está retrocedió por instinto. Las demás chicas protestaron al tratar de defender a la abusadora pero yo solo me enfoqué en el objetivo principal, sin prestarle atención, las demás solo eran marionetas de Katerine.
—Lo dejo pasar por hoy porque ya tengo que irme, tengo asuntos más importantes que resolver pero para la próxima no te saldrás con la tuya.
Cómo siempre tenía que lucirse ante los demás, no era capaz de admitir la derrota abiertamente.
—No vuelvas a intimidar a nadie porque para la próxima vez no me detendré—le advertí.
Un cosquilleo recorría todo mi cuerpo, estaba enojada y eso no era bueno.
—Haz los ejercicios de respiración o te transformarás—advirtió Leyla preocupada.
Me giré para darle la espalda a las chicas y quedé frente al espejo, mis ojos brillaban de un color dorado intenso y los colmillos asomaban a mi boca de un tamaño antinatural. Miré mis uñas y eran garras. Cerré los ojos, inspiré profundo y luego dejé escapar todo el aire con lentitud, lo repetí varias veces hasta que sentí que lo único que quedaba en mi ser era temor.
Temía que los presentes se hubieran dado cuenta del cambió. Escaneé toda el área pero la única que estaba allí era la chica lastimada, que lloraba amargamente en un rincón acurrucada.
—Oye, chica, tú, la llorona, ¡mírame!
Al fin reaccionó y me miró, le ofrecí mi mano y la ayudé a incorporarse.
—Ya pasó, ¿te duele alguna parte? ¿Quieres que te acompañe a la enfermería?
—No, estoy bien—sacudió la cabeza.
—No lo pareces—insistí.
—No te preocupes y gracias por salvarme.
—De nada.
Me dispuse a entrar a un cubículo pero su pregunta me detuvo.
—¿Cómo te llamas?
—Rayilunsel
—Es un nombre muy especial...¿tiene algún significado?
—Sí.
—¿Cuál?
Le respondí lo que mis padres me enseñaron y luego siguió preguntando por mi edad, dónde vivía, mi familia, mis gustos... Al parecer la chica era muy curiosa, me preguntó por todo, hasta si tenía novio.
—Si interrogó a las chicas de la pandilla así, con razón la golpearon.
—No seas cruel Leyla, nadie tiene el derecho de maltratar a nadie...
—Lo sé, es una broma, no tienes sentido del humor—se quejó.
—¡Stop!, tengo que hacer mis necesidades—reclamé.
—Lo siento mucho—parecía de repente muy avergonzada—te espero afuera.
—No es necesario, lávate el rostro y acomodarte...—le dije y entré al cubículo del final.
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Editado: 18.04.2021