Un Desastre en Nueva York

Capítulo 18. ¿Adam quiere volver?

Al volver al piso de Tony, Jessa se sintió avergonzada por una ocurrencia tan incómoda en el bar y ya no iba a tolerar la presencia de un caballero que no le tenía el respeto debido. Así que cogió su móvil y empezó a escribir el mensaje.

- Estimado Adam, - empezó ella la primera línea. Pero enseguida borró ese inicio del texto que le parecía demasiado oficial.

- Querido Adam, - eso sonaba más cercano, pero demasiado, porque Adam no era querido, más bien un cabrón desagradable.

- Bebé, - ese inicio insinuaba demasiado y su respeto hacia su esencia femenina no le permitía usarlo.

Así que Jessa dejó de lado buenas modales y simplemente empezó:

- Adam, ¿qué necesitas?

Dejó el móvil sobre la mesa y aguardó, hipnotizando el dispositivo como si con el poder del pensamiento iba a hacerlo resonar con un mensaje. 

Sin embargo, pareció que Jessa sí que tenía ese poder de verdad, hasta empezó a buscar en su memoria algún tipo de parentesco con las brujas. Cogió el móvil e, intentando evitar la misma desagradable experiencia de la vez pasada, primero leyó el mensaje e inventó una respuesta y luego la iba a escribir.

-Quiero que vuelvas conmigo, mi amor, no sabes lo mucho que te echo de menos. - Leyó la joven el texto que aparecía en la  pantalla de su teléfono.

La joven no sabía qué contestarle. Así que el tiempo de espera le convenía para ese tipo de cuestiones delicadas. Al cabo de media hora de inventar respuestas complicadas y hasta buscar por Internet citas célebres de escritores con gran renombre, lo que solía hacer Jessa cuando le estaba lanzando el anzuelo a su futuro, en aquel entonces, novio, se rindió y decidió usar su ingenio.

-Vale. Ya voy.

Otra vez puso el móvil sobre la mesa, para no meter la pata y no abrir el mensaje antes de tiempo, y se sentó en la silla. 

De repente, el dispositivo sonó, le estaban llamando. Miró la pantalla y vio que era Adam. Jessa se sobresaltó por un gesto tan inesperado. No supo qué hacer y mientras estaba buscando la solución a su dilema, la llamada se acabó. 

“Menos mal.” - Pensó la chica, aliviada por no tener que inventar nada. Sin embargo, su tranquilidad fue rota de nuevo por la nueva llamada de parte del mismo individuo. Inhaló aire, llenando con él sus pulmones y decidió, por fin, contestar.

- Hola, Adam, no he visto tu llamada, ¿querías algo? - se interesó la chica, preocupada por la insistencia de su ex.

- Hola, cariño, te echo tanto de menos, quería escuchar tu voz, lo más pronto posible. - lamentó Adam, como si fuera un gato en celo, listo para cantar una canción para que su hembra viniera a él.

- Bueno, pues te he dicho que ya voy, - contestó Jessa, sin entender desde cuándo Adam se convirtió en un alma romántica.

- No quería causarte molestias y hacerte atravesar media ciudad para verme, ¿quieres que venga yo?

Lo que le faltaba a Jessa, ver a Adam en el piso del joven que conoció en un bar hace unos días y de quién no sabía prácticamente nada.

- Tú tranquilo, que no me importa venir, - intentó calmar ese extraño deseo de su ex.

- Entendí que el hombre debe hacer hazañas por su mujer, pues yo también quiero ser un héroe para ti, mi vida, - maulló Adam con una voz sensual, que se parecía a la voz de los comerciantes cuando éstos intentaban venderte algo que no necesitabas en absoluto.

- ¿Y desde cuándo te gusta el rollo heroico o como se llame todo eso? - inquirió Jessa, incrédula, pensando que Adam había sufrido suplantación de identidad, ya que no lo reconocía en absoluto.

- He cambiado y todo eso gracias a ti, porque te estaba buscando y entendí que no te merecía, así que tuve que mejorar para poder volver a estar contigo de nuevo.

Jessa se llenó de alegría, el joven por el cual había abandonado el nido familiar donde habitaba con sus padres y sus tres hermanos, y vino a Nueva York, ahora la quería de vuelta.

- No me lo esperaba, cariño, pues ya hago la maleta y voy a tu piso. ¿Vives en el mismo lugar que antes?

Jessa notó un silencio sospechoso por parte del joven. Hasta su mente no tan brillante intuía que algo no estaba del todo bien con su adorado ex.

- Adam ¿dime, qué está pasando? - demandó una revelación por parte de su interlocutor callado.

- Es que ya no vivo allí, había perdido el trabajo y no pude pagar el alquiler de este mes y me echaron, - empezó a lloriquear el joven, como si fuera un bebé en busca de su chupete.

- Ah, ya entiendo, es que no tengo donde vivir tampoco, - le cortó el rollo Jessa, prediciendo que el estado de ánimo amoroso de su ex iba a sufrir un cambio drástico. 

- Vaya, ¿sabes qué? No te oigo bien, algo está fallando, - confirmó las sospechas de la chica su dialogador.

- Pues yo te oigo perfectamente, - hizo una mueca de decepción Jessa.

De repente, se escuchó un ruido insólito resonar en el otro lado de la línea telefónica, era Adam que estaba intentando producir el sonido de interferencias de la comunicación. Pero Jessa, aunque lo parecía mucho, no era del todo retrasada y descubrió la mala intención de su oyente. 

- Adam, ¿estás soplando al auricular?

El joven, en cambio, no le contestó nada, sino aumentó sus esfuerzos, produciendo más sonidos extraños. 

- Adam, oigo como respiras, para de hacer el ridículo.

El chico paró la insistencia y decidió sincerarse con su ex novia. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.