Leonardo sale del apartamento a comprar comida para almorzar y a pensar un poco. Entra en el ascensor para bajar a planta baja. En uno de los pisos se sube una mujer rubia con ojos lilas.
—¿Eres nuevo? Nunca te he visto por aquí.
—Soy Leonardo Palacios. Me he mudado al apartamento 18, que era de mi difunto tío que me lo heredó.
—¿Eres sobrino de Eugenio? - se sorprende ella- Sí, tienes cierto parecido. ¡Bienvenido al edificio Oblivion!
—Mi tío era muy conocido entre los vecinos por lo que veo.
—Aquí todos conocemos a todos. Soy Maribel Torres. Este edificio es uno de los pocos lugares en las que podemos ser nosotros mismos. Espero estés a gusto aquí.
—¿Nosotros mismos? -preguntó Leonardo extrañado.
—Si tienes alguna duda pasas por mi apartamento, puede que no estés acostumbrado a este mundo tan fantástico, vivo en el apartamento 25. Soy la asistente de Alex, el dueño del edificio. Voy apurada, nos vemos luego.
Maribel salió rápido del ascensor directo a la calle.
《¿Esté mundo fantástico? Aunque no puedo sacarme de la cabeza a esa chica en mi apartamento que se transformó en un monstruo. Este día se ha vuelto muy extraño. Me he vuelto loco》
En la puerta del edificio se encontró con un hombre muy serio de cabello rojo y ojos verdes, junto a una mujer de cabello negro y ojos verde claro, que pasaron sin siquiera percatarse de su presencia.
《No sé por qué, pero esos dos me causan escalofríos. Estoy muy estresado, eso es. Iré a comprar mi almuerzo y al regresar me daré cuenta que todo fue producto de mi imaginación》
Fue a la tienda que quedaba a cuatro calles. El clima se enfrió, era la habitual época de lluvias. Tuvo que correr para llegar al edificio antes que la lluvia aumentara. Saludó al portero.
—Debes ser el nuevo inquilino en el apartamento del difunto Eugenio Palacios, mi sentido pésame -le dice el portero- Soy Bruno Soteldo, mucho gusto.
—Mucho gusto, Leonardo Palacios -le estrechó la mano.
Se despidió y subió al ascensor. Al entrar a su apartamento encontró a Karina durmiendo en su sofá.
《Sigue aquí. No desapareció. Necesito un psiquiatra, urgente. Mi vida ha estado muy inestable últimamente》
—Huele bien ¿Qué es? -dice ella despertando por el olor de la comida.
—¿Quién eres? -pregunta Leonardo colocando la bolsa en el mesón de la cocina.
Todavía no podía creer todo lo que ella había dicho ni lo que había visto.
—Ya te lo dije.
—Es que, no puedo creer todo eso.
—Es normal tu confusión -contesta Karina cruzándoce de brazos- No estabas al tanto del mundo sobrenatural que existe dentro de la comunidad normal.
—Existen más seres como tú en todas partes ¿no es así?
—Es posible que conozcas a varios sin saber lo que realmente son.
—De acuerdo, creo que lo estoy asimilando -responde Leonardo tomando aire- pero ¿por qué tienes que quedarte en mi apartamento?
—Me están siguiendo. Entre nosotros también existen clanes, bandas, mafias, gremios, grupos... y hubo cierto problema en la que estoy involucrada, pero soy inocente porque no estaba haciendo nada malo.
—¿Estás involucrada? Claro -dice Leonardo con sarcasmo. Los delincuentes siempre dicen ser inocentes.
—Soy inocente, te lo juro -replica Karina enojada.
—¿Y de qué te culpan?
—No lo puedo decir, es algo complicado.
—¿Más complicado de que existen seres sobrenaturales? -pregunta Leonardo disgustado.
—Tengo hambre.
Ella se levanta del sofá y se dirige a la cocina. Leonardo estaba molesto de que ella ignorara su pregunta.
—¡Oye! -Karina lo ignoró de nuevo y comenzó a sacar la comida de la bolsa. Por alguna razón había comprado suficiente para los dos.
Comieron en silencio. Leonardo pensaba en las preguntas que le haría a Karina luego.
—Que desastre de apartamento. Todo está regado -se queja Karina observando alrededor. Ella era alguien muy ordenada.
—Me mudé hace unos días y no he tenido tiempo de acomodar nada -responde Leonardo recogiendo los envases donde estaba la comida.
—No sé como puedes vivir así.
—No quiero escuchar las quejas de la chica monstruo que invade mi apartamento.
—No soy un monstruo. Soy una licantropo -Karina se siente ofendida por el término monstruo.
Karina le ayudó a Leonardo a guardar algunas cosas en su sitio. Ella no soportaba el desorden y si pensaba quedarse allí no iba a vivir entre ese desastre de apartamento.
—¿No ibas a cenar con el vecino? Ya son la siete -comenta Karina quien colocaba un reloj grande en la pared.
—Se me olvidaba. Voy a salir y tú...
—Yo me preparo mi cena, no te preocupes.
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Editado: 21.04.2022