Capítulo 43

   En ese mismo momento Román y Beilla seguían a una chica que vestía una ropa algo masculina. 

 Ella se había percatado de su perseguidor y caminó hasta una plaza no muy concurrida a esa hora.

—Me has estado siguiendo desde hace unos minutos -dice ella al voltear de repente.

—Puede ser. ¿No eres una chica muy linda como para estar en el clan Asha?

  Ella entendió que él era un enemigo. Sacó una pistola de su cartera, apuntó y disparó.

  Román no perdió tiempo, detuvo la bala con su magia, que sorprendió a la chica, eso no lo esperaba. 

  Él le disparó un pequeño dardo que hizo con un conjuro. La chica lo esquivó, pero él chasqueó los dedos y el dardo explotó rociando un olor que ella aspiró.

  Se alejó, pero su cuerpo no reaccionaba como debería, algo andaba mal. Ella esta mareada. El dardo poseía un somnífero muy fuerte.

—No, tengo que resistir... -dice ella antes de perder la conciencia y caer al suelo.

  Román la cargó y la colocó en un banco recostada como si se hubiera quedado dormida.

—Esperaba una batalla más emocionante -le dice Beilla a su lado, que era un gata naranja. 

—Nunca he matado a alguien y no creo poder llegar a hacerlo. 

—Ella no dudó en matarte.

—La idea es deshacernos de ellos, no necesariamente es matarlos -le responde Román.

—Aburrido. 

  Román saca el muñeco de su bolsillo.

—Katia, listo por aquí. 

—Me alegro que hayas terminado -se escucha la voz de Katia a través del muñeco- Los del clan Asha se han movilizado por el camino en el que fueron los demás. 

—Alguien debe haber localizado a Leonardo e informado a los otros miembros del clan.

—Llega rápido hacia la avenida Cristo. Todos se dirigen hacia allá.

—Vamos para allá. Gracias por todo Katia y también a ti muñequito -le agradece Román muy simpático.

—No tienes porque agradecer -dice el muñeco con su voz con una postura que delataba que estaba avergonzado.

—¡Vamos, Beilla! -le ordena Román cargándola para correr.

—Espero que ahora si haya emoción.

***

  El pentagrama los transportó a un lugar oscuro y húmedo.

—¿Dónde estamos? -pregunta Leonardo algo confuso.

—Parece una cueva -responde Karina.

—Debimos ser transportados a alguna cueva oculta en la montaña -dice Patrick.

—¿Ahora a dónde? -pregunta Naharis.

—El diario de memorias decía que siguieran ese camino -señala Leonardo con su dedo.

 Atravesaron una oscura cueva con grabados de runas en las paredes. Patrick creó una esfera de luz que flotaba frente a ellos iluminando el camino.

 Caminaron hasta que llegaron. Había un gran pentagrama brillante en el suelo y flotando en el centro se encontraba la llave de Obsidiana.

—Este lugar parece de una película de terror -comentó Leonardo aterrado. 《Parece un lugar en donde invocar... ¿demonios?, ahora que lo pienso me parecen tontas esas películas de posesión de demonios teniendo a tres como vecinos》 pensó.

—El muñeco de Maribel se desconectó -dice Karina sacándolo de su bolsillo inerte.

—La cueva debe anular cualquier conexión con el exterior -le dice Naim- Ya está enterada que llegamos al lugar. Cuando todo termine y salgamos se le informará.

—Estoy preparado, creo -dice Azur.

  Patrick se concentró para registrar el sello —El sello está demasiado débil. La magia no es eterna. Deben llevar años reforzando este sello para que nadie pudiera encontrar esta llave.

—¿Qué sucedería exactamente si el sello se vence? -pregunta Asahi con interés.

—El cofre y la llave están conectadas. Al romperse el sello, Armando podría conocer la ubicación de la llave con sólo tocar el baúl.

—Debemos empezar ya. Entre más rápido mejor -dice Leonardo decidido. Tenía que cumplir con la misión que le dejó su tío Eugenio.

 Leonardo y Patrick con Naim y Azur se colocaron alrededor del sello. Era la primera vez que alguno de los dos brujos realizaba algo parecido. 

  Se concentraron y expandieron su magia como lo describía el diario de memorias. Los dos brillaban al igual que el sello. Recitaban el encantamiento al mismo tiempo.