Maribel se encontraba en su apartamento. Caminaba en círculos con rostro serio.
—Los he reunido aquí a todos por una importante y peligrosa misión. Fueron elegidos para participar. Su trabajo es sumamente importante para esta misión.
Ella movía las manos de una forma dramática.
—Cada uno tendrá un compañero, deben estar con él o ella pase lo que pase. No se deben apartar de su lado. Serán su medio de comunicación. ¿Han entendido mis ayudantes?
Sobre la mesa estaban una gran cantidad de pequeños y lindos muñecos.
—Sí, querida Maribel -dijeron todos al mismo tiempo.
—¿Están preparados?
—Sí, querida Maribel -repitieron emocionados.
Uno de los muñecos levantó la mano pidiendo la palabra. Maribel asintió para que hablara.
—¿Y podemos tener apodos geniales?
—No es necesario, pero si así lo desean -responde ella.
—Yo quiero ser estrella fugaz.
—Yo seré Batman.
—Yo seré el destructor.
Maribel se aleja de los muñecos que discutían sobre sus apodos. Se acerca a Katia quien estaba en forma de cobaya comiendo de su plato de comida. Le acaricia la cabecita.
—¿También estás preparada?
—¿Crees que todo saldrá bien? Estoy preocupada -dice Katia en voz baja.
—Tenemos un gran plan y nosotras con nuestros ayudantes tendremos una gran responsabilidad, mantener la comunicación. Debemos ayudar a Leonardo a cumplir lo que dejó Eugenio.
—Haré lo mejor posible -declara Katia.
(Después cada muñeco fue entregado a cada uno para no perder la comunicación durante la misión)
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Editado: 21.04.2022