Un email [chanbaek]

Capítulo Veintidos

Baekhyun

 

Chanyeol dio un gran paso en mi dirección. Me apretó contra la masa dura que era él cuando capturó mis labios. Sus manos me moldearon agresivamente, como si no se cansaran de mí, como si se hubiese retenido todo lo que pudo, pero su control finalmente se había quebrado. Su lengua me provocó completamente, enviando calor surgiendo a través de mí. Me agarró del culo, levantándome hacia su erección.

Me encontré a mí mismo agarrándolo, arqueándome salvajemente y frotándome contra él. Había sacado mi zorra interior. Me aseguró que yo era hermoso, y me dieron ganas de compartir mi belleza con él, mientras disfrutaba de la suya.

De repente, él se apartó, respirando con dificultad. Sus músculos flexionados y rodando debajo de la camisa.

Me lamí los labios, mirándolo abiertamente. No me molesté en ocultar el hecho de que lo deseaba. Mi corazón se aceleró, incentivando a mi cuerpo a ceder.

Suavemente, él me quitó las gafas. Parpadeé rápidamente, esperando que mis ojos se adaptaran. Vi como se acercaba a la mesilla de noche y ponía las gafas con cuidado. No pude ver los detalles más finos, pero era capaz de sentirlos.

Estaba de vuelta conmigo en cuestión de segundos. Pasó sus dedos suavemente a lo largo de la línea que mis gafas dejaban a menudo impresas en el puente de mi nariz, arrastrándolos por mi cara y más abajo por mi cuello. Su toque ligero apenas rozaba mi carne pero aún dejaba un rastro de hormigueo.

—Te quiero desnudo en diez segundos, —ordenó, su voz era lo contrario de su toque.

Mi respiración se detuvo.

Mi pulso se acelero. Dos. Tres. Cuatro.

—Ocho segundos —él gruñó.

Comencé a saltar a la acción. Luché contra las correas de los zapatos y pateé los zapatos lejos antes de sacarme mi camisa. Busqué el botón de mis pantalones vaqueros y no me moleste con la cremallera antes de tirar de él junto con mi ropa interior simultáneamente.

Mis ojos se abrieron cuando me enderecé. Mierda. Estaba desnudo frente a un soldado completamente vestido, uno más caliente que cualquier novio literario. Me encogí, evitando su mirada.

No es que no me amara a mí mismo, porque lo hacía. Hacía tiempo había hecho las paces con mis curvas y acepte mis excesos como lo que eran: más para amar.

No. Fue una reacción instintiva. Como cuando contenemos la respiración antes de dar una gran noticia. Esto no era diferente.

Él torció un dedo debajo de mi barbilla y como lo había hecho horas antes, levantó mi rostro hacia él.

—Me gusta lo que veo, precioso.

La forma en que dijo las palabras: sin esfuerzo, con una mezcla de convicción y apreciación, casi me desarmó. Parpadeé, sintiendo las espinas de las lágrimas saladas en las cuencas de mis ojos. La última cosa que quería hacer era llorar. Me mordí el labio inferior con fuerza, distrayéndome.

Se echó hacia atrás y se desnudó. Su mirada no se aparto la mía. Él me mantuvo en mi lugar, fijándome, incluso desde la distancia. Cuando volvió no dudó en tirar de mí contra él.

Carne contra carne, calor contra calor, era mucho más íntimo. Sentí cada movimiento, cada gramo de tensión rasgando a través de él.

Mis pechos se hincharon en su contra, montando la anticipación. Sólo estar piel con piel inflamaba esa necesidad dentro de mí por más. Estaba preocupado porque nunca tendría suficiente de él. Todo sobre Chanyeol me seducía, me hacia querer caer de rodillas y pedir más.

Demandó mis labios de nuevo. Esta vez, sus manos buscaron mis pezones hasta dejarlos en picos firmes, provocando que el deseo líquido se reuniera en mi vértice mientras chamuscaba mi pecho.

Moví mis manos sobre su abdomen, sintiendo cada surco, cada colina y cada valle, un fino rastro de vello corría por el centro y desaparecía en el pecho. Froté las manos sobre sus planos pezones, sintiendo sus duros guijarros. Los acaricié cautelosamente, hiperconsciente de su sensibilidad, basada en la mía propia.

Él susurró, mordiéndose el labio inferior mientras estrechaba su erección en mi estómago.

De repente, me apartó de la puerta y le dio una patada para cerrarla. Ciegamente nos llevó a la cama, sin dejar de besarme haciendo que me rindiera, una mano en la espalda, otra trabajando en mi pecho, conduciéndome a una mayor necesidad. No se detuvo, incluso cuando mi culo chocó con el borde de la cama, no hasta que estuvo listo, no hasta que me tuvo listo para empezar a mendigar.

Poco a poco, él retrocedió.

Me sentí un poco mareado. Ya me estaba acostumbrado a su tacto, a su dominio, y me sentí perdido sin él. Parpadeé un par de veces cuando lo miré. Atrapé la curvatura de sus labios, antes de escuchar que abría el cajón.

—Elige uno, precioso.

Mi mirada cayó al cajón. Me eché a reír al ver seis cajas sin abrir de condones. Lo miré de nuevo.

—Ambicioso —besé su pecho, cerrando mi mano alrededor de su duro pene.

Contuvo la respiración cuando deslicé mi mano hacia arriba y hacia abajo en un movimiento corto.



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En el texto hay: soldados, kpop

Editado: 28.05.2022

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