Desperté con un dolor de cabeza y un cansancio terrible, las bebidas que tomé me hicieron reacción al día siguiente y sentía que moría lentamente.
Recordé a Leondre y me sentí muy confundida, no sabía si en verdad era él, era extraño porque no tenía nada qué hacer ahí, ¿o sí?
—Te dije que no llegaras tarde, Emma —dijo mi mamá entrando a la habitación.
—No me acuerdo a qué hora llegué —dije y me toqué la frente, me dolía la cabeza horrible.
—Pues tomaste mucho y ya regañé a Ana por dejarte sola —dijo.
—Perdón, mamá, no volverá a pasar, lo prometo —dije.
—Mañana es nuestro último día en el hotel, tenemos que buscar dónde vivir por mientras.
—No pensemos en eso ahora —dije.
—Vine a traerte esta pastilla, la necesitas —dijo y me la dio.
—Gracias.
Mi mamá salió de la habitación y me tomé la pastilla, en verdad la necesitaba mucho.
Mi celular comenzó a sonar y me di cuenta de que era Leondre, todavía seguía molesta con él pero necesitaba saber qué hizo en la noche, así que respondí.
—Emma, por fin respondes mis llamadas —dijo una vez que atendí.
—Hola —dije con tono cortante.
—Dios, te escuchas fatal —dijo Leondre.
—Supongo.
—¿Qué hiciste? —preguntó.
—Tomé con mis amigas y este es el resultado —dije.
—¿En serio?
—Sí.
—Bueno, yo ayer estuve en el cine con mis amigos.
Era extraño porque esa persona que vi se parecía mucho a Leondre, de todos modos le creí.
—¿Podemos vernos? —preguntó.
No quería, tenía miedo que me volviera a hacer lo que me hizo, pero de todos modos acepté.
—Sí —dije.
—Entonces nos vemos en el pozo.
—Está bien —dije y colgué.
Me di un baño y después me puse un short con una blusa de manga larga y mi par de tenis.
—¿A dónde vas, señorita? —preguntó mi mamá entrando a mi habitación.
—Voy a ver a Leondre, mamá —dije.
—No puedes salir, estás castigada.
—Por favor, mamá, es Leondre —insistí.
Lo pensó.
—Ay, está bien, solo porque tienen mucho de que hablar.
Sonreí y continué arreglándome.
Salí del hotel y manejé hasta el pozo con los mismos nervios de siempre.
En cuestión de minutos llegué al pozo, me estacioné y bajé del carro.
—No puedo creer que todavía no arreglen el pozo —pensé.
—¡Hola! —exclamó Leondre.
Di un salto del susto.
—¡Oye! —exclamé.
Rio.
—No te rías, Leondre.
Volvió a reír.
—Ya —reí.
—Jamás olvidaré tu reacción —siguió riendo.
Comencé a hacerle cosquillas y él se alejó porque le daba risa, ahí confirmé que era su debilidad y que podía usar eso como modo de ataque, así que no me detuve.
Llegó un punto en el que él se detuvo de la nada y eso provocó que me tropezara con una piedra y cayera encima de Leondre. Nos miramos fijamente y no pude evitar enamorarme más, el enojo era lo de menos, el amor ganó la batalla otra vez.
Acarició mi mejilla y de repente me besó. Las chispas salieron de nuevo y mi mundo se unió al de él y no pude controlarlo, era tarde para moverme.
Nos separamos y ahí es donde reaccioné.
—Leondre, no —dije.
Me levanté y le di la espalda.
—Emma, lo siento —dijo rápidamente.
—Acepté en venir para contarte algo —dije.
—Pues dime.
Volteé para mirarlo.
—Tú ya sabes mi verdad y todo, pero tenía que contarte que ahora soy más conocida en Londres.
—¿Qué?
—Estuve nominada en unos premios y gané la categoría, por eso vine a Londres —dije.
—¿Por qué nunca me dijiste?
—De alguna manera quería que fuera sorpresa la noticia y que lo supieras cuando ya pasara.
—Bueno, yo igual tengo algo que decirte.
—Dime.
—Perdóname por lo que hice esa noche, no pude avisarte porque mi celular se apagó y no pude ir porque me ocupaban en casa —dijo.
Lo notaba extraño pero decidí ignorar eso.
—Leondre, está bien, igual por eso acepté verte, quería seguir contigo normal.