Clare tomaba de la mano a la pequeña Abby eran pasadas las cuatro de la tarde y doña Esther aún no venía por ella, las clases habían terminado casi dos horas atrás, con gran preocupación llevo la niña dentro y volvió a llamar sin resultado alguno.
—Ella no viene —susurro la niña muy triste, Clare no pudo esconder la angustia que le producía la situación, Abby era muy tímida, pocas veces hablaba, pero le tenía un inmenso cariño.
—No te preocupes, vendrás conmigo a casa y llamaremos a alguien que nos ayude, le respondió muy decidida, la pequeña sonrió asintiendo y marcharon a la casa de la maestra después de dejar varios mensajes a la cuidadora de Abby.
Hacía ya 6 meses que Esther y Abby no sabían nada de la madre y tenía cerca de dos años que se habían mudado de ciudad dejando a Richard sin saber nada de su pequeña Hija.
Cuando Richard se divorció de su esposa, esta llego a aún acuerdo de que cada uno se quedara con uno de sus hijos, el dinero que ella tenía le servía para comprar cualquier juez y eso lo obligo a aceptar lo que esta exigió, por lo que con su hijo de 7 años y sin un billete en el bolsillo se fue de la casa dejando a su pequeña de apenas 16 meses en manos de una madre desnaturalizada.
Zoila siempre fue una mujer fría, sin embargo, no evito que no se enamorara como un ingenuo de ella, al Richard ser un hombre pobre que llego solicitando empleo, ella lo engatuso hasta que logro quedarse con el chico joven y apuesto de la oficina.
Al casarse, ella se dio cuenta de que no podía amarlo y empezaron los problemas y las infidelidades por parte de ella. Él sufrió día con día ser rechazado por su esposa, luego llego su primer hijo y las cosas parecieron mejorar, al menos por un tiempo.
Pero no paso mucho tiempo hasta que todo volvió a ser igual y peor aún con la llegada de Abby. Su esposa lo despidió y se cambió de ciudad en cuanto salió el divorcio y solo para alejarlo de su hija.
De eso hacía ya tres años y solamente había visto a su hija en dos ocasiones desde el divorcio, Zoila simplemente se evaporó dejándolo con una gran angustia y dolor.
—No te preocupes, papá le pidiera Santa Claus que de regalo nos devuelva a nuestra hermanita —dijo el niño de nada más 10 años, su padre asintió con tristeza, faltaba un poco más de tres meses para navidad y deseaba que la magia de las fiestas le devolviera la felicidad.
#3164 en Novela romántica
#994 en Chick lit
navidad amor sorpresas, magia amor sueños deseos, niños dulzura y ternura
Editado: 18.12.2021