A la mañana siguiente todos estaban desayunando en el restaurante del hotel, menos Clark; que había salido a firmar el contrato con el dueño de la vivienda para poder alojarse allí. Clark se dirigió a aquella casa blanca que había visto antes, fue un poco nervioso por lo que le habían comentado la noche anterior, entonces estuvo a la defensiva todo el rato. Cuando estaba llegando el dueño de la casa lo saludaba a lo lejos, y cuando por fin Clark estuvo cerca, entonces el dueño de la casa se le acerco.
—¡Buen día!, eres Clark ¿cierto? —pregunto el dueño de la casa con una sonrisa.
—Eh, sí, sí, soy yo, quisiera saber cuánto sería el costo de alquiler de la casa, pues mi familia y yo queremos mudarnos —comento Clark.
—Oh, claro, claro… el costo de la casa es tan solo de 100 dólares, una ganga ¿no? —dijo el vendedor haciendo su sonrisa más grande.
—¿¡100 dólares!?, ¿Por qué es tan barata?, ¿cuál es el truco? —pregunto Clark muy sorprendido.
—Oh, no hay truco, solo es el valor de la casa, ¿está interesado? —Pregunto el vendedor mientras poco a poco su sonrisa se iba.
Clark lo pensó bastante, pues 100 dólares no era un precio justo, no al menos para el vendedor, pero al final y después de todo, él era quien salía victorioso ¿o no?
—Eh, ¡pero claro que estoy interesado!, ¿Dónde firmo? —pregunto Clark con los ojos casi que brillando.
—Ja, ja, enseguida traigo el contrato, si quiere entre conmigo, así podrá ver la casa por dentro, quien sabe que se arrepienta… —dijo el vendedor en un tono… ¿suave?
El vendedor se dirigió hacia la vivienda y Clark le siguió, al entrar noto que la casa estaba muy limpia y en buen estado, y como el mismo cartel de venta decía; la casa tenía 3 habitaciones, era todo perfecto, lo raro fue que había un extraño aroma en la casa, pero Clark no lograba identificar bien de donde venia, aunque estaba tan fascinado con la casa que dejo pasar el aroma. El vendedor entro en un pasillo un poco largo y allí se esfumo por un buen rato, Clark se quedo en lo que sería la sala de estar, pasado un tiempo el vendedor regreso con un papel en sus manos, se veía desgastado y amarillento, tal vez lo único empolvado de la casa.
—¡No sabes cuanta alegría me da que compres la hipoteca de la casa!, nadie en mucho tiempo me la había comprado —Comento el vendedor.
—Ah, pues que bien, aunque… ¿Por qué la gente que anteriormente le ha comprado la casa ya no vive acá?, ¡si es que es una cada muy buena! —pregunto Clark.
—Ah, bueno… la gente es ignorante, ¿sabes?, ni yo se porque dejaron de vivir acá, pero pues no sé, a lo mejor decidieron irse a vivir con sus familias —Explico el vendedor.
A Clark no parecía convencerle mucho esto, no tenía sentido para él que la gente fuera tan ignorante, además ¿Por qué no la familia de los antiguos compradores se irían a vivir en la casa que él estaba por comprar? Da igual, ahora iba a ser su casa y nada más le importaba. Clark agarro el contrato y empezó a leerlo, en él decía que se hacia responsable por daños fuertes de la casa, que la hipoteca se pagaría el día final de cada mes, que los servicios como agua, luz e internet se pagarían aparte, y otras cosas… aunque había una mas que le llamo la atención, la cual decía los siguiente: “no bajes al sótano hasta el 15 de septiembre, el día en el que llegaran los servicios técnicos a reparar algunas tuberías dañadas que es las que dejan ese mal olor putrefacto, hay una caja fuerte en la sala, allí se encuentran unos fertilizantes que puedes usar hasta el 15 de septiembre”, Clark se detuvo por un momento y lo pensó, pero al final accedió a comprar la casa, saco un bolígrafo de su bolsillo e iba a firmar, pero el vendedor lo detuvo.
—Oh no, no, no, no hace falta, ya traía un lápiz conmigo —interrumpió el vendedor.
—Un ¿lápiz?, pero ¿Por qué? —Pregunto Clark confundido.
—Oh, permíteme explicarte, cada mes se renueva el contrato, esto lo hago para ver si hay algún cambio de decisión en el cliente, por eso es mejor que firmes con lápiz, luego de un mes si no has querido irte, pues podrás volver a firmar —Explico el vendedor.
—Mmm, claro, entiendo, está bien —acepto Clark.
Clark agarro el lápiz y firmo el contrato, su vista periférica podía ver la sonrisa extraña del vendedor.