Jacob
Me siento tan pasado a llevar, aqui estoy, en el aeropuerto despidiendome de mis padres, escuchando como me dan indicaciones acerca de cómo llegar a mi nuevo apartamento, advirtiéndome que me tendrán vigilado, que es por mi bien y un montón de ridiculeces que ni ellos se creen, es obvio que buscaron la mejor manera de deshacerse de mi, y por supuesto enviarme a otro continente era la mejor. Supongo que tengo que aceptarlo, cometí muchos errores y dejé muy mal parado el apellido de mi padre, no es como que me importe, crecí en un hogar vacío, mi madre salía siempre y mi padre solo trabajaba, no es mi culpa el tener un mal comportamiento, antes pensaba que si llegaba borracho a casa me llamarían la atención y me tendrían más vigilado, pero lo único que conseguí fueron miradas de decepción y rechazo. Le di un apretón de manos a mi padre y un beso en la frente a mi madre y subí al avión, un nuevo comienzo me espera.
Miré por la ventanilla cuando anunciaron el próximo aterrizaje y realmente son verdad los rumores acerca de lo hermosa que es la ciudad. Me gustaria no estar tan, todos mis amigos se quedaron allá y ni siquieratuve tiempo para depedirme. Voy por mis maletas estaba mi jeep, conducido por Jules, mi ¿vigilante?, ¿guardaespaldas?
subo en silencio al Jeep y Jules conduce hasta un hermoso edificio, tiene al menos doce pisos y siento mariposas en el estómago.
- Dime que el penthouse es mío - pido a Jules casi dando saltos.
- Me temo que no señor, piso ocho, numero 803.
Hago una mueca, por supuesto que mi padre no me daría el penthouse, estoy aquí por un castigo. subo al ascensor con mis maletas y me encamino al que será mi hogar hasta que termine la carrera. Todo en el apartamento es neutral, muebles modernos, aparatos tecnológicos y el refrigerador lleno. Me gusta.
- Con su permiso, tengo que volver a Estados Unidos - dice Jules, sacandome de mis pensamientos.
Me sorprende que mis padres no me dejaran a un vigilante que les informe cada paso que doy, pero no me quejo, me mandaron a otro continente, pasará tiempo antes de que de problemas.
En cuanto Jules se va, decido probar el gran parlante que está junto a la televisión y conecto mi música al máximo. Por fin soy libre... Y aún queda un mes para el inicio de la universidad.
Amber.
Miro la pila de libros que tengo que leer, que es el triple de lo que llevo leído, esa beca no se ganará sola y lo sé, sin embargo me siento tan agotada mental y físicamente, trabajo de 9a.m a 18p.m, llego a casa a estudiar para conseguir una beca universitaria, tengo un lugar asegurado por mis conocimientos, pero ni aunque trabaje 24 horas al día podría conseguir el dinero para costearme la carrera y seguir teniendo un techo bajo el cual dormir.
De pronto escucho música a todo volumen al otro lado de mi pared, ¿Desde cuando tengo vecinos?, y ¿Por qué se les ocurre hacer escándalo un día martes? Trato de no tomarle atención al ruido, lo juro, pero es demasiada distracción considerando lo que esta en juego. Tomo el teléfono que conecta con conserjería.
- ¿Diga?- contesta el portero.
- Hola, soy Amber Steele, del 804 y los nuevos vecinos llevan aproximadamente una hora con la música a todo volumen, solucionenlo por favor.
- Claro señorita, llamaremos al residente.
Me siento como la típica vecina amargada, quizá en eso me he convertido, pero es que ¡es martes!, ¿que acaso no trabaja señor vecino?
Pasa media hora y aún nada, la música sigue su curso y su volumen, debo suponer que, o el conserje me engañó, o el vecino no hizo esfuerzo alguno por ser empático con los que si trabajamos.
- Suficiente- digo refunfuñando.
Me levanto del sillon y salgo de mi apartamento lo suficientemente rápido como para no pensar en una forma amable de pedir las cosas. Toco la puerta una vez, esperando que la musica baje y vinieran a abrir, pero nada. Quiero pensar que no escucharon la puerta y no que me ignoraron a propósito, intento una vez más con mas fuerza y esta vez escucho la música detenerse de golpe, no me di cuenta de que mis oídos estaban tapados hasta el momento en que escucho un zumbido.
Pasos se acercan a la puerta, cuando ésta se abre, lo primero que vi fue a alguien bastante alto, todo mi valor y enojo acumulado se fue y de pronto me senti timida, levante la mirada y sus ojos color miel me observaban atentamente.
- Hola, soy Amber- digo rápidamente- Me preguntaba si podrías bajarle el volumen a tu música, hay gente que necesita descansar.
- Lo siento- parece estar avergonzado, y al mismo tiempo parece que no escuchó nada de lo que le dije-, Soy Jacob, acabo de mudarme, no sabía que habían reglas que seguir.
Su acento es diferente, así que debo suponer que es estadounidense, y ¿Que acaso no te llamó el conserje?, traidor.
- No te preocupes, se supone que te entregan un reglamento cuando llegas, supongo que se les pasó, no importa- sonrío- Nos vemos.
- ¿Vives aqui?- pregunta antes de que me gire por completo.
- Exactamente a dos pasos de tu puerta, por eso soy la más afectada por tu música.
- Por lo menos es buena música - dice en tono de broma.