Cap1: Un extraño despertar

Un grito en el Caos

La eternidad ha colapsado en la conciencia; una realidad partida en atributos. El pensamiento que se piensa a sí mismo cae de rodillas ante su propio abismo.  Sobre el umbral del comienzo solo encontraras desesperación. En el pensamiento un prototipo de realidad es creado y con ella su creador.

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Observa el techo mientras despierta sobre el frio suelo; incomodidad que reconforta un espíritu que anhela ascender y un cuerpo que teme por dejar de sentir.  Así comienza la historia de Ismael, dominado por un sentir de extrañeza y vacío que entumecen sus percepciones que lo conducen a confrontar un mundo tan sublime e imponente y estático, una realidad que se impregna de movimiento al ser atravesada por la conciencia. Un mundo carente de movimiento y una realidad incapaz de detener su propio devenir ante la conciencia. 

 Ismael observa las imperfecciones del techo de su habitación y se pregunta <<¿Así como el techo me separa del exterior ¿Que será lo que me separa de mí mismo?>>. Sin inmutarse concluye que es incapaz de dar con tal respuesta.  Se dirige al baño y moja su cara al mismo tiempo que observa su reflejo sobre el espejo <<El agua está fría, eso es bueno>> afirma al dar cuenta que sus sentidos captan perfectamente el agua para luego caminar hacia el comedor en donde enciende la hornalla de la cocina con el fuego de un fósforo. 

El fuego llamó su atención, le resultó interesante observar como el fósforo que utilizo ha creado una llama naranja mientras que el de la hornalla la llama es azul, en su reflexión da con el hecho de que por fuera se ven distintos, pero si tocas ambos colores, eventualmente, te quemaran <<¿La vida funcionara del mismo modo?>> Una pregunta de tinte inevitable dirige sus pensamientos al carácter confuso e indeterminado de la vida, pero aun en su indeterminación, lo que llaman vida no es la misma para todos y esta brillará aunque por fuera se muestre cubierta por la más delicada capa de hielo. Con un café en sus manos se sienta a un lado de la mesa y de manera precipitada toma un sorbo del mismo provocando que este se levante de la silla para llevar una de sus manos a la boca.  <<Esta caliente, eso es bueno>>.

 Al terminar decide salir a caminar. El color anaranjado con el que se topa cada vez que sale se asemeja a una puesta de sol, ante aquel eterno y estático paisaje en él se volvía una tarea casi imposible el no pensar en el mundo como algo sumamente hermoso, pero que es un hecho lamentable que un ser tan insignificante como él no pueda apreciarlo en toda su plenitud.

Los árboles, las casas, las plantas, todo lo que la vista alcanza a observar parecían ser tan reales, tan detallados en el más mínimo detalle, tan real y detallado que para Ismael le resultaba tan exagerado, absurdo como también extremadamente artificial. Continúa su camino hasta llegar a un parque donde los colores son tan vivos que siempre que sale a explorar no puede mantener su vista centrada, su interior siempre ha buscado verlo todo, aunque le es deprimente no poder captar cada detalle.

Reposa unos minutos sobre uno de los asientos del parque lo cual lo lleva a escuchar un sonido muy peculiar que logra reventar su burbuja de pensamientos. Era un pequeño gato, lo levanta y lo recuesta sobre sus piernas. Aquella sensación agradable, tal calidez y suavidad del pelaje provocaba que el caos de su pensamiento se apacigüe. Poco después de percatarse que la pequeña criatura llevaba puesto un collar alguien aparece frente a Ismael.

Con las manos sobre la panza del pequeño gato levanta su mirada en dirección a esa persona, es una joven. Ella sonríe como si, de algún modo, entendiera la incapacidad de reacción de Ismael. Tras la confusión en la que ha entrado por una simple muestra de afecto, sus mejillas se entibian sin previo aviso. Ella había puesto sus manos sobre su rostro.

— ¿Te encuentras bien?

 — Si.  —Mientras dirige una mirada confusa hacia los ojos de la joven.

— Me da gusto que Gremmy haya encontrado alguien de su agrado, usualmente suele ser odioso con las personas.

— ¿Gremmy?

— Si, así se llama mi gato. ¿Me lo podrías devolver?

 Durante estos interminables segundos en los que devuelve al gato se ha dado cuenta de algo importante. Tras tomar a su gato y de una cálida sonrisa ella se despide alejándose lentamente. Ismael al observar comprendió dentro de su propia filosofía que la esencia de lo que hace a este mundo un lugar bello no es en sí el misterio que este esconde ni los detalles infinitos e indescriptibles con los cuales se compone todo lo existente, a pesar de que en aquel misterio se esconde una incomprensible y majestuosa belleza, era una belleza que no le correspondía, concluyendo que ha optado por una respuesta incorrecta todo este tiempo.

El mundo es bello no por su complejidad, su belleza más próxima comienza en el hecho de que se burla de la vida de mortales como él que intentan captar esta complejidad en su totalidad. Pensó que aquello que su alma anhelaba era saciar sus ansias por conocer el mundo cuando en realidad solo intentaba conocerse a sí mismo, descubrir su propia esencia,  se ha obsesionado con intentar descubrir el sentido de una realidad azarosa en la que se encuentra arrojado, sin darse cuenta que lo que buscaba era lo que daba sentido, no al mundo en que se enmarca su realidad ni a lo infinito de lo que aún desconoce, sino a su propia existencia, una existencia que lo ancle y oriente en una realidad que carece de fundamento propio.

Sin dar lugar al fluir de sus meditaciones, los sentidos de Ismael fueron inesperadamente perturbados, un grito irrumpe sobre aquel parque.  Al escuchar los segundos parecían haberse paralizado, no logró comprender por qué empezó a correr, sin pensar y de forma Involuntaria corrió hacia un niño que terminó en medio de la avenida. Tal vez inconscientemente no quería que aquel niño perdiera la oportunidad de encontrarse, de encontrar aquel sentido que daría movimiento a su realidad.