Amaia
Sonreí con altivez antes de entrar al auto pero me detuve al escuchar la voz de Duncan justo detrás de mí.
—Amaia -giré sobre mis pies para encontrarme con la hermosa mirada del Playboy. —Te amo.
Dijo mirándome a los ojos fijamente.
Yo, por mi parte, caminé hasta donde él se encontraba y cuando ambos estábamos frente a frente, me acerqué a él acortando por completo el espacio que nos alejaba.
—Te amo con todo mi corazón, playboy de mierda -dije sobre sus labios y posteriormente dejé un corto beso en ellos.
El cual Duncan se encargó de profundizar.
—Deberías hacerme caso y quedarte, Amaia -inquirió él tras el beso, y yo negué con la cabeza. —Estoy cansada de decirte que enfrentarnos a tu enemiga juntos. Por algo soy tu esposa.
Le reproché.
Duncan hizo una mueca con los labios y yo enarqué una ceja.
—Te prometo que no me pasará nada, Duncan. Volveré a casa en una sola pieza, Playboy de mierda. Te lo prometo -le aseguré. Y tras estas palabras, volví a tomar sus labios, pero esta vez nuestro beso fue un poco más duradero que el anterior.
—¡Par de tórtolos! Les recuerdo que vamos a una batalla. Vamos de una vez por todas... -estas palabras emitidas por Dustin me hicieron colocar mis ojos en él. Alcé una de mis manos e inmediatamente le mostré mi dedo corazón. Y tras hacerlo, Dustin Salvatierra rodó los ojos. —¡Hagan lo que les venga en gana!
Luego de estas palabras, me eché a reír.
—Ese sí que tiene deseo de ver a su mujer. Por el amor de Dios... -comenté entre risas.
—Dustin tiene el mismo deseo que tengo yo de desnudar a su esposa —le di una sonrisa pícara y él me correspondió con una gran sonrisa. —Te juro que si no tuviéramos que ir a la dichosa confrontación, me quedaba contigo, para recuperar todo el tiempo que hemos perdido.
—Te prometo que cuando volvamos nos perderemos varias horas en la habitación —él se mordió el labio inferior, y con solo ver esa acción, todo en mí tembló.
Me acerqué a él, especialmente a su oreja. Con toda la intención del mundo, mordí el lóbulo de su oreja. Y no conformes con esto, dije: —Lograste que me empapara. Playboy de mierda.
Cuando él se separó de mí, le di una gran sonrisa.
—¿Me estás tentando, Amaia Montero? -dijo Duncan mientras me abrazaba con fuerza. —No puedo creerlo... mi esposa tentándome. ¡Pensé que moriría sin presenciar este momento!
Rodé los ojos por sus palabras y traté de alejarme, pero él ejerció más fuerza sobre mi cintura.
—¡Ustedes dos! Dejen sus perversidades para después, porque en veinte minutos como mínimo podrán cogerse hasta más no poder. Así que no perdamos más tiempo -intervino Alexander.
—Otro que quiere ver a su esposa -dije con gracia, causando la risa del playboy.
La tensión del momento se disipó entre risas y complicidad. A pesar de la inminente confrontación, nos permitimos un instante de ligereza y amor antes de enfrentar lo que vendría.
—Si yo estuviera en sus zapatos estaría igual o peor, amor mío —agregó Duncan.
—Hombres... -dictamine mientras caminaba hacia el auto.
Nos preparamos para la batalla, sabiendo que nuestros corazones estarían ligados sin importar qué ocurriera. Mi confianza en Duncan y en nuestra unión era inquebrantable.
Lo amo con todo mi corazón y es ese amor el que me impulsa a estar aquí.
Cuando estuve dentro del auto, suspiré al ver al playboy ingresar como piloto.
—¿Lista? -preguntó él, y yo asentí con una sonrisa en los labios.
—Nací lista, Duncan -respondí mientras sentía a mi pequeño bebé moverse. —Tu hijo también está listo, así que terminemos con esto de una vez por todas.
—Demonios, terminemos rápido, porque tenemos que perdernos en la habitación por un par de horas, Amaia Montero -dijo Duncan.
Luego de escuchar esas palabras, Duncan puso el auto en marcha, haciendo que las llantas rechinaran sobre el pavimento. Esta es una completa locura, pero estoy más que dispuesta a vivir esta emocionante aventura al lado de Duncan.
El teléfono de Duncan sonó anunciando la llegada de un nuevo mensaje. El playboy me miró a los ojos y yo tomé el teléfono entre mis manos. Leí el mensaje y, al hacerlo, el deseo de acabar con toda esta situación surgió en mí.
“—Te espero con ansias, playboy. Por fin nos veremos a la cara. Att: Tu enemiga”
Decidida a enfrentar este desafío, mantuve la calma y la confianza en mí misma. No podía permitir que nadie más intentara dañar a mi familia o a mí. Sabía que esta confrontación era inevitable y que tenía que mostrar mi valentía.
Mire al playboy y sin decir palabra alguna me acomode sobre el asiento.
Esto tenía que acabar el día de hoy. Teníamos que exterminar el problemas desde la raíz, y eso yo lo haría con mucho gusto.
Al llegar al lugar acordado, el cuál es una mansión abandonada en las afueras de la ciudad, Duncan y yo nos miramos con complicidad. Ambos sabíamos que este sería un enfrentamiento de alto riesgo, pero estábamos decididos a salir victoriosos.
—Al parecer nos están esperando playboy -inquirí la ver cerca de la casa bastante autos aparcados.
—Nos están esperando Amaia -confirmo él sin apartar sus ojos de los autos. —Pero eso no es problema para nosotros. Porque juntos somos más fuertes. Y más aún teniendo a mis locos hermanos con nosotros.
Escucharlo mencionar a sus hermanos me hace caer en cuenta de algo.
—¿Por que tú hermano Alexander se alejo de ustedes? -al salir estás palabras de mi boca Duncan suspiro.
—Alexander no es mi hermano biológico, Amaia. -ante está confesión abrí mis ojos —Y que no fuera mi hermano biológico desató un infierno en casa, por qué mi padre se negaba a que él se quedará en casa y pués.. mi madre se negaba a dejarlo marchar.
Abrí mi boca para volver a hablar pero la voz de Dustin Salvatierra nos interrumpió.
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Editado: 20.06.2024