Aitana
"—Es riesgoso para tí gestar un bebé, Aitana"
Las palabras del doctor se repitieron constantemente en mi cabeza.
Me negaba a no gestar un hijo en mi vientre, es por eso que había hecho un plan.
El cuál consista en ir a un bar, analizar quien sería mi víctima y cuando tuviera al hombre lanzarme sobre él y sacarle todos los órgasmos que pudiera en una sola noche.
No me preocupaba por la fertilidad ya que estaba en mis días más fértiles. Y además estába tomando algo para ser más fértil.
Entre al bar con toda la confianza del mundo, camine desbordando sensualidad por todos los poros. Me sentia fenomenal.
Tome asiento en la barra e inmediatamente el bartender se colocó al frente de mi.
—¿Que deseas tomar hermosura? -le di una gran sonrisa.
—Un martini -el apuesto hombre empezó a preparar mi bebida y mientras él lo hacía yo empecé a escanear el bar por completo buscando al hombre perfecto para ser el padre de mi bebé..
Hice una mueca al no encontrar a nadie que pudiera llamar mi atención.
Coloque nuevamente mis ojos en el bartender.
—El plan de follar esta noche ha sido pospuesto.
—Lastimosamente si -dije para luego tomarme el martini de un solo trago.
Al parecer tendría que resignarme a no llevar un bebé en mi vientre.
—Necesito una botella de Vodka -ante está petición el hombre iba a replicar pero yo volví a hablar —Te prometo que conduciré a casa y solo después de llegar a ella me embriágare hasta más no poder, ¡así que ahora dame mi maldita botella de vodka!
El barman hizo lo que yo le dije y luego de tener la botella entre mis manos pague y me levanté del taburete.
Iría a casa a llorar y ahoga mis penas en alcohol.
En cuanto salí del lugar el viento fresco golpeó mi rostro y las lagrimas empezaron a salir de mis ojos sin poder controlarlas.
Recordé las palabras de mi Verdugo y el deseo de golpear algo surgió en mi.
"Cumplí mi cometido Aitana. Nunca podrás ser madre porque yo te arranque la posibilidad a los golpes... y no sabes lo feliz que me siento maldita zorra."
Golpe una de las llantas de mi auto por la frustración que sentía.
Odiaba con todo mi ser a ese maldito despreciable hombre que me había arruinado por completo la vida. Ese gusano prehistorico se merecía que lo mataran de la forma más que lenta que pudiera existir. Deseaba que se pudiera en el infierno.
Tras golpear la llanta del auto le di un pequeño sorbo a la botella de vodka que llevaba en mis manos.
—Te juro que seré madre maldito imbécil. Juro que gestare un bebé en mi interior, lo juro.
Después de verbalizar estás palabras subí a mi auto. Y con determinación dije.
—Aunque tenga que hacer lo que tenga que hacer encontraré el donador perfecto de esperma...
Con estas palabras resonado en mi cabeza emprendí marcha hacia mi hogar.
Después de esa noche frecuente muchos bares esperando que en algunos de ellos encontrar al donador perfecto pero al parecer la vida tenía otros planes para mí. Porque todos los hombre que se colocaban en mi camino eran idiotas carentes de personalidad o hombres malditamente asquerosos.
Qué perra es la maldita vida.
Me lancé frustrada a la cama y coloqué una de mis almohadas en mi rostro.
—¡Ahh! Maldición.
Tras soltar un pequeño grito, escuché mi teléfono sonar. Así que tomé entre mis manos.
Respondí la llama con desgana.
—¿Hola?
—¿Se puede saber que te pasa Aitana? -hice una mueca luego de escuchar las palabras de mi mejor amiga, Amaia Montero. —¿A quien tengo que matar?
—¿Puedes volverte una asesina serial y matar a todos los hombre idiotas con los que me he topado? -escuche un pequeño pero audible "Joder" de parte de mi mejor amiga y una sonrisa se colocó en mis labios. —Harias eso por mi.
—Claro que si, pero... ¿me ayudarías a esconder los cuerpos?
Hay estába mi mejor amiga haciéndome sentir mejor. Por eso la amaba con todo mi corazón.
—Claro que si pero, tenemos que esconder los cuerpos por una noche en tu rancho. -luego de estas palabras escuché un leve silencio a través del teléfono.
—Ya me estás pidiendo mucho, Aitana -solte una estruendosa carcajada tras escuchar estas palabras —Con mi rancho no Aitana.
—Ya te salió lo mamá gallina Amaia Montero. ¡Por Dios! -mi mejor amiga exclamó palabras inentendibles para mi —¿Como están tus vacas? ¿Ya tienen crías? o ¿ya sabes sacarles leche?
Me encanta molestar a mi amiga con el tema de sus vacas y demás animales.
—Por qué no vienes y lo compruebas por ti misma, Aitana.
—¿Eso es una invitación Montero? Porque de ser así empaco mi ropa de vaquera y te caigo en el rancho hoy mismo.
—Vente pa' ca. Te espero Aitana. -luego de estas palabras Amaia colgó el teléfono.
Y yo con toda la energía del mundo me levanté de la cama, corrí hacia mi armario y de allí saque mi maleta, varios pantalones vaqueros, camisas a cuadros y mis hermosas botas vaqueras.
Unos minutos después estába lista para emprender mi viaje hacia el rancho de mi mejor amiga.
¿Qué mejor que estar rodeada de la naturaleza para olvidar sus penas?
—Alla voy Amaia Montero. ¡Allá voy!
Tomé mis maletas y tras darle un último vistazo a mi hogar me marché para tener una nueva aventura. Iría a visitar a Amaia por gusto pero, también he de admitir que iba a buscar un donador de esperma y esperaba tener suerte. Porque ya bastante frustración tenía.
Emprendí camino hacia el rancho de mi mejor amiga y justamente entrado al lugar observé a un hermoso hombre galopar a toda velocidad por los campos. Me quiete los lentes de solo y sonreí levemente.
—Te encontré. Encontré al donador de esperma. ¡Al padre de mi hijo! -murmure con una gran sonrisa en mis labios. Sonrisa que se agrando al verlo más de cerca —Es guapo el condenado. Muy guapo.
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Editado: 20.06.2024