Marco frunció los labios quedándose de pie frente al espejo de su habitación. Vestía un traje hecho a la medida, por lo que le quedaba a la perfección. Su hermano Mark salió de la casa que ambos compartían, porque tenía que arreglarse y buscar a alguien que lo acompañaría en la cena de esa noche.
Una vez que estuvo listo, condujo hacia donde estaba el salón, y frunció el ceño al encontrarse así mismo de un momento a otro pensando en Rebecca y en cómo se vería con un hermoso vestido de noche. Su cuerpo estaba cambiando, y todo se debía al embarazo más la comida que día a día pedía. Sus padres ni siquiera valían la pena, y con lo que descubrió ese día por parte de la madre de su hijo, era mucho más difícil de procesar.
Chasqueó la lengua una vez que llegó al estacionamiento para esquivar a todos los paparazzi que se habían amontonado en la entrada del lugar.
— Buenas noches, señor Marco —un beta de mediana edad se acercó a él—. Todos los invitados lo están esperando.
— ¿Llegó mi hermano? —caminaron hacia el salón principal.
— No, aún no llega y esta vez no ha dicho a qué horas llegará o si se le presentó algo —eso hizo que Marco rodara los ojos al escucharlo decir eso. Su hermano le sacaba todas las canas que no tenía—. También vino la señorita Emely. Dijo que deseaba hablar con usted esta noche y que no se iría de aquí hasta conseguirlo.
— Era algo que me esperaba sin duda —rodó los ojos—. Veré como puedo hacer para que ella me deje en paz durante la noche, ya que al parecer mi hermano no vendrá a menos que lo amenace con algo grande.
— Entiendo —asintió el beta—. Puede pasar directamente a la tarima creada para usted. Si necesita algo, ya sabe en donde encontrarme, señor.
Marco recibió una oleada de aplausos de todos los invitados. Emely resaltaba entre todos los invitados, debido al vestido que llevaba puesto. Comenzó su discurso, dando inicio a la cena… de un momento a otro su mirada fue a parar directamente hacia donde estaba llegando su hermano con alguien agarrado de su brazo, tuvo que enfocar bien su vista para darse cuenta de que era Rebecca. Se aclaró la garganta y siguió con su discurso hasta finalizarlo, luego bajó de la tarima para saludar a algunos socios, los cuales también lo felicitaron por cómo estaba llevando la empresa de su padre.
— Mi jefe ya es todo un hombre —Mark llegó con Rebecca pegada a su brazo—. Hablas muy bonito.
— Así, eras como una especie de político que habla mentiras para que las personas voten por él —Rebecca rio—. Siento decirte que tienes que trabajar bien en tu discurso barato que te cargas.
— Lo haré mejor la próxima vez —cruzó los brazos—. ¿Por qué estás aquí en primer lugar? ¿Y por qué no me dijiste que vendrías?
— Porque era una sorpresa —la humana se encogió de hombros—. Te ves muy guapo, ya pareces alguien con mucho dinero.
— Es que se cambió el peinado de hombre serio —Mark subió y bajó las cejas—. ¿Verdad que mi novia es la más hermosa esta noche?
— Así es, se ve muy cambiada, me gusta como te queda el vestido —dijo sin pensar, y luego se aclaró la garganta—. Vamos a la mesa.
— Espero que la comida de este sitio sea buena —murmuró su hermano—. De lo contrario, iré a comer a un restaurante de comida rápida.
— Opino igual, porque ya hay ciertos olores de la cocina que me están dando asco —Rebecca hizo una mueca.
Fueron a sentarse en la mesa reservada en donde las personas de inmediato comenzaron a tomarles fotos. En un abrir y cerrar de ojos, ya todos estaban especulando acerca de la pareja que acababa de entrar con Mark al salón. Era el salón de uno de los tantos hoteles que el alfa tenía, por lo que por obvias razones eran sus hoteles, diseñados por su hermano Mark. Sus otros hermanos no eran más que personas que se dedicaban a la política, abogacía o la mafia.
— ¿Por qué invitaste a tu exnovia? —preguntó Mark, echándole leña al fuego—. ¿Estás demente al creer que sería buena idea el tenerla al igual que a la madre de tu hijo?
— Vino con su familia, no es mi problema lo que ella haga o a donde vaya —le sacó la silla a Rebecca para que se sentara—. Lamento decirte que no la voy a sacar de aquí.
— Si mi novia se siente mal porque ella se encuentra en el mismo lugar. Te haré responsable de la posible pérdida del bebé.
— No pasará nada, no me voy a mover de mi sitio —levantó la mano derecha—. Espero que no les importe que dé la orden para que les traigan más o menos comida de la calle.
— Mi bebé tendrá un buen padre —Rebecca pellizcó su mejilla—. Ya no tendremos que salir antes de tiempo a comer en otro lado.
— ¿Por qué crees que es mi hermano favorito?
— ¿Cuántos hermanos tienes? —preguntó Rebecca, y olió las copas para no confundir las bebidas—. Espero que sean guapos.
— El más guapo soy yo, tu novio —Mark se mostró orgulloso después de decir eso—. Todos me temen.
— Te temen por el simple hecho de que eres amante de la comida de tu vecina —apretó nuevamente la mejilla de Marco sin darse cuenta—. Lo siento, pensé que había quitado mi mano.
— Ya esto mañana estará en todos los periódicos —Mark movió un poco su copa—. Dirán que soy un cornudo.
— Será mejor que dejes de decir ese tipo de cosas —Marco llamó a unos camareros—. Porque lo único que vas a conseguir es que todas las personas supongan que eres un ser sucio.
— Soy una persona muy pacífica —su hermano hizo un puchero—. Ahí viene la loca de tu novia.
Rebecca miró de arriba hacia abajo a la famosa exnovia de Marco, era una chica muy hermosa y su cabello rubio era mucho más fascinante, le dijo algo a Marco y este de inmediato se puso de pie y la siguió. Sin poder evitarlo, arrugó la nariz en desacuerdo, él no podía irse con ella si supuestamente no eran nada más que simples amigos. Mark estuvo tentado a reírse de ella, era muy sensible y muy expresiva desde siempre. Ella se estaba conteniendo por no ir y decirle sus dos o tres verdades a Marco por dejarla ahí tirada después de haberse puesto tan hermosa para él.
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Editado: 15.06.2022