Matteo leyó lo que tenía que decir ante la prensa varias veces mientras bebía su café y Licy arreglaba su corbata. Tenía que parecer el hombre más despechado de todos. Mostrarse vulnerable ante la situación actual, luego seguir cómo si nada hubiera pasado.
— Ya está todo listo, señor —dijo Licy, alisando su saco— ¿Quiere ir a otro lado luego de esto?
— Sí, vamos a comprarte algo de ropa.
— Ya le dije que no quiero ropa —el ángel lo empujó—. Deje de decir eso y vaya a solucionar ese pequeño problema que tiene.
— Mantente en donde pueda verte —ordenó el alfa—. No quiero que te vayas por ahí con otros alfas. ¿Estamos?
— Ni que tuviera sexo en mi hora de trabajo —susurró, pero él la escuchó.
Salieron hacia el exterior de la casa presidencial, justamente en dónde se encontraba una tarima puesta a última hora para dar esa conferencia.
— Buenos días, ciudadanos de Alemania —Matteo se notaba seguro de lo que iba a decir delante de todas esas personas—. El día de hoy me dirijo a ustedes luego de que anoche se dieran a conocer fotos y posibles videos de qué mi esposa me fue infiel con varios hombres estando casada conmigo —miró a los periodistas—. Esto es algo que me ha caído tan duro que no puedo explicarlo con palabras —hizo una pausa, y luego suspiró—. Desde hace meses mi matrimonio ha caído en picada, y muy a mi pesar puede que el causante sea yo por no prestarle la debida atención a mi esposa, sin embargo, eso no justifica las acciones de ella —dio un paso hacia atrás y otro hacia delante—. Ya tenía la sospecha de que esto estaba pasando, por esa razón fue que decidí llevarla conmigo más seguido a mis viajes —Matteo escuchó la tos baja de Licy, y quiso reírse en ese momento, porque ni él mismo se creía sus palabras—. De igual modo, mi matrimonio queda anulado. No hay tiempo que esperar y no puedo estar con una persona que no respeta mi estatus y mucho menos a su nación —el pequeño espacio se llenó de jadeos—. Ya estamos en proceso de divorcio y en los próximos días ya no estaremos casados. Sin más que decir, tengan un feliz resto del día.
No esperó a que nadie hiciera preguntas, se dio la vuelta y un grupo de guardias le dio seguridad mientras se alejaba de los reporteros. Licy se puso detrás de él cómo era costumbre y para su maravillosa suerte, James aún no había llegado.
— Señor presidente —Licy lo tomó del brazo—. Su suegro lo espera al igual que su esposa en la sala de reuniones —dijo, mientras miraba la pantalla de su tablet—. ¿Quiere que le diga algo?
— No, yo me haré cargo de todo —Matteo se dio la vuelta—. Ven conmigo, tienes que ver algo.
El ángel lo siguió hasta la sala de reuniones, en dónde justamente estaban los abogados, Lauren y su padre.
— Pensé que sería una reunión familiar —dijo Lauren mirando a Licy entrar—. ¿Por qué está ella aquí al igual que tus abogados?
— Porque nuestros abogados darán las pautas de nuestro acuerdo de divorcio —Matteo sacó la silla para que Licy se sentara a su lado—. Y mi asistente está conmigo, porque si ella ve que algo no cuadra me lo dirá.
— ¿Nos vamos a divorciar? —preguntó Lauren, con un hilo de voz—. No puedes estar hablando en serio. He estado contigo desde antes de que te volvieras presidente.
— Eso no te importó tanto, porque al final de cuentas terminaste en la cama de otro hombre olvidándote de mí por completo —el alfa entrelazó los dedos sobre la mesa—. Siempre nuestro matrimonio fue por conveniencia. Sabías lo que pasaría si alguien te veía siéndome infiel y ni hablar de que la candidatura de tu padre está en juego luego de que hija favorita anduviera de prostituta en la cama de otro hombre —miró al padre de la que alguna vez fue su esposa—. Por los números que vi, no la estás pasando del todo bien, Julián —el anciano apretó el puño—. Debiste educar a tu hija de una mejor manera. Ahora medio país te odia por culpa de ella.
— Esto es un plan tuyo para que yo no tome el poder en las próximas elecciones —dijo Julián mirándolo con deseos de querer matarlo—. Eres una persona tan ruin, Matteo.
— Lo soy, siempre me lo han dicho —dijo Matteo mirándolo de arriba hacia abajo—. Le daré una casa amueblada a tu hija, dos millones de euros a tu hija. Eso es todo lo que tendrá de mí.
— ¿Es una broma? —Lauren golpeó la mesa enojada—. No puedes darme esa misera. Estuve contigo durante todos estos años. Esto es… —Matteo dejó de escucharla cuando Licy le pasó su tablet para que viera las noticias—. ¡Matteo! ¡Te estoy hablando!
— No te daré nada —le pasó el dispositivo a sus abogados—. Ya uno de tus amantes divulgó tu video. Lamento decirte que todo esto es tu culpa.
— ¡Es que no servías cómo hombre! —Lauren se puso de pie, furiosa—. ¡Me tenías cómo esposa trofeo!
— No es mi culpa que no se me levantara contigo, mi pequeño amigo —respondió Matteo encogiéndose de hombros—. Toma lo que te ofrezco, sal allá afuera y da tu mejor cara. Porque te irás de este lugar de inmediato. No quiero verte aquí para cuando termine mis labores. ¿Estamos?
— Vamos a calmarnos un momento —pidió el padre de Lauren—. Terminar con este matrimonio de años de un día para otro llamará mucho la atención de las personas y más aún si todos aquí tenemos un mismo objetivo.
— Julián —llamó al anciano de forma pacífica—. No estamos aquí por el mismo objetivo, quiero a su hija fuera de mi jodida vida. Busque otra manera de llegar al poder, porque con la actriz a su lado no llegará a ningún lado, si a caso; a limpiar los baños públicos del gobierno —se levantó de su asiento—. Tienes dos horas para recoger tus cosas e irte. Un auto te estará esperando en el estacionamiento subterráneo para llevarte a otro lado o a donde gustes.
— Matteo, por favor. No me hagas esto…
— Esto te lo hiciste tú.
Sin más que decirle, fue a su oficina con Licy detrás de él. Se dejó caer en la silla, y de inmediato buscó el sabroso café que dejó olvidado antes por andar resolviendo ese pequeño problema. Las manos de su pequeño ángel se pusieron en su cuello y supo que ella estaba ahí para él. Algo que lo sorprendió mucho con demasiado por así decirlo.
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Editado: 01.10.2022