Cuando logramos tranquilizarnos y dar por terminado ese pequeño, pero significativo encuentro. Se alejó de mí y miró alrededor.
—Creo que avisaré que hubo este pequeño percance antes que crean que me volví loco —dijo acomodando su cabello.
Yo estaba perdida, lo miraba con menos timidez, estaba grabando en mi memoria sus bellas facciones que lo hacen tan varonil y perfecto, Alex sonríe mientras llamaba por teléfono y caminaba de un lado a otro, todo él es perfecto. —Yo me besé con ese hombre —. Un remolino de emociones me llegó por completo y comencé a sonreír tontamente tarareando una canción. Recordé que tenía un celular y lo encendí.
Las notificaciones entraron de golpe, llamadas perdidas, mensajes y una alarma de un evento, comencé a leer lo que se me había olvidado para este día. Tenía que estar en una presentación — el señor Ávila me va a matar —. Hace dos meses me dejó muy en claro que hiciera este pequeño favor a un muy querido amigo suyo, un italiano retirado que presentaría su mejor vino ante un grupo de amigos muy importantes y muy rico cabe recalcar. Estaba todo listo, el lugar apartado, un restaurante de lo más elegante, en un pequeño salón con terraza que daba una vista espectacular a la ciudad. El atardecer es divino, me percaté de todo eso antes de apartarlo. Iniciaría todo cerca de las cuatro y media. Así que debía despedirme de mi adonis hecho hombre y salir corriendo. Esto era algo personal no tenía nada que ver con la empresa, por lo tanto, el nuevo jefe no está enterado.
—Debo irme — digo cuando él termina la llamada.
—¿Por qué? —contestó algo decepcionado, me miró extrañamente, parece un cachorrito abandonado.
—Tengo que hacerle un favor al señor Ávila y es importante —. Le cuento lo que debo hacer y él asiente cuando me escucha.
—Te acompaño.
—No es necesario. Lo que dije antes… y lo que paso, en realidad si necesito poner muchas cosas claras y sobre todo debemos mantener nuestra relación laboral como es. No mal intérpretes mis palabras no me arrepiento, pero este es mi trabajo y luché por ello —. Claro que no me arrepiento fue un gran beso que me llevó a la luna y me bajó de golpe. Pero mi trabajo es importante para mí, y aunque sea él mi jefe yo no puedo perderlo por nada del mundo. Alex me observa en silencio, sin decir nada, me mira pensado en algo que ni yo misma sé, pero que se esté tardando me pone incomoda.
—Está bien María José, será como tú dices —. Se acercó a mí y acaricia un poco mi cabello y acomodo un mechón detrás de mi oreja. Intenta besarme de nuevo, pero me alejo.
—Me voy… — digo y tomo mi bolso, salgo de ahí casi corriendo el tiempo lo tengo encima. Tal vez en otras circunstancias habría aceptado un segundo beso, pero creo que perder el control está bien para solo una vez. Él no me sigue ni hace nada por detenerme, al bajar me encuentro con Maurice que desea llevarme, pero me niego y camino por esa elegante calle colorida. Pincho en la aplicación de taxi para obtener un medio para irme, para suerte mía un automóvil está cerca y toma mi servicio. Son cerca de la una de la tarde, pasaré a mi departamento y de ahí me iré directamente al restaurante. Dedo estar a las tres en punto por lo menos. Comienzo a marcarle a los del restaurante y al grupo de trabajadores que siempre me apoyan con los montajes, ellos me confirman que estarán pronto ahí. Me siento con energía y con muy buen humor… todo gracias a cierto encuentro oportuno de esta mañana, me muero por contárselo a Leticia. Voy en mí monólogo interno con la felicidad esparcida por el aire, mirando el cielo tan azul y la calle tan hermosa. Entró al edificio y abro la puerta de mi departamento… Y todo se va al carajo.
—Mari tenemos que hablar —. Miró a Sebastián sentado en medio de mi departamento, esperándome. Aborto la misión de felicidad infinita el día de hoy.
—Creo que fui muy clara contigo anoche — digo mientras me quito los tacones avanzando a mi habitación. Él me sigue con la intención de no dejarme en paz.
—Pero debemos hablar, son tantos años que no merecen acabar así… —. Sé gacha cuando le lanzo uno de mis tenis sin intención de golpearlo, pero es que estoy furiosa, bueno, él me recordó que estaba furiosa antes y ahora lo estoy de nuevo por su culpa —Entiéndeme, las cosas se salieron de control…
—¡Qué! Ups de repente se te apareció una nueva novia, no me vengas con esas estupideces, de control se sale un carro, no tus pantalones —. Empiezo a maquillarme mientras él sigue ahí, le doy la espalda.
—Pasó solo una vez…
—No te entiendo, puedes explicarte mejor… creo que tanto golpe en la cabeza ya me tiene incapaz de leer mentes querido —digo con sarcasmo y enojo.
—Ella me buscó y yo… bueno no te voy a mentir, siempre me ha parecido atractiva y una noche me pasé de copas y las cosas se dieron, desde entonces ella me busca e intenta que esté con ella, pero no me interesa como novia o algo más, dejé el celular en la oficina y ella hizo lo que hizo. No puedo arreglarlo ya, pero en realidad María José jamás desee lastimarte —dijo sonando arrepentido y mirándome con tanto dolor. Pero el dolor en mi corazón creció con sus palabras.
—Si ya te sientes mejor, déjame sola. Escuché lo que tenías que decir —. Me giro hacia él buscando ese chico de hace años, cuando lo vi por primera vez en su chaqueta de cuero y con su cabello brillando por la luz del sol, pero esta él, quien me engañó y dejó de lado nuestro amor. Busco calmar mis ganas de llorar.
—Mari yo te amo…
Lo escuchó y alzo mi mirada hacia él, pero ya no creo en su voz… ya no creo esa palabra de sus labios, algo que entendí esta mañana es que puedo vivir diferente, aunque no sepa que pasará más adelante, aunque quede sola… pero no con el corazón como lo siento en este momento.
—Ya no me amas Sebastián, date cuenta. Ya no estamos juntos, tenemos meses sin hacer el amor, no me tocas como antes. No me miras con amor, ni ilusión, ni siquiera te preocupas por mí. Yo paso de lado sobre todas tus cosas, ya no estoy en tus planes desde hace tiempo y deberías aceptarlo en voz alta, así como tus actos lo hacen. Será más fácil para ambos sin seguir haciéndonos daño. Por primera vez en tantos años puedo decirte que me doy cuenta de que estoy en una relación por comodidad, por no arriesgarme a otras cosas y sobre todo por miedo a estar sola.
—¿Qué estás diciendo? —. Suena roto y sus ojos tiemblan enrojecidos por las ganas de soltar un par de lágrimas.
—Ya no te amo como antes y esta relación para mí está terminada desde ayer —digo segura mirándolo a los ojos, su pose se vuelve rígida y su cuerpo tiembla por mis palabras tan directas, unas que creí jamás decir, me vi siempre a su lado. Pero eso no pasará ahora estoy segura.
Se acerca hasta mí e intenta abrazarme, pero yo huyo de su abrazo bruscamente, él vuelve a intentarlo y me jala hasta él, me abraza con fuerza y comienza a llorar.
—No quiero esto.
Lo escuchó tan roto que no puedo evitar llorar junto con él, tiene miedo al igual que yo, siempre hemos estado en esta relación, sin experimentar nada más y vivir nuestra vida diferente. Es cierto que fui feliz, pero lo mejor es que él vida y yo también lo haga lejos.
—Estarás bien, todo estará bien… ahora no lo hagas más difícil, suéltame y vete.
Me suelto de él con un poco de fuerza, él me mira y no hace nada por irse, cuando me siente segura de lo que estoy diciendo limpia su rostro y lleva las manos su cabello rubio, da unos pasos hacia atrás. Me mira por última vez y sale del lugar. Suelto el aire en mis pulmones, cuando escucho la puerta cerrarse detrás de él me dejo caer sobre mis rodillas y comienzo a llorar, lloro tanto. Sin entender en donde estaba guardado todo ese dolor, era el hombre con el que había imaginado mi vida, con quien me casaría algún día, lo miraría por las mañanas y lo besaría por las noches antes de dormir, pero todo fueron sueños que yo misma construí.
Escucho la puerta abrirse y unos pasos, Leticia se deja ver y se acerca a mí para abrazarme con fuerza y quedarse conmigo ahí tenidas en el suelo. Cuando logro calmarme ella me mira en silencio y yo solo me sueno haciendo mucho ruido, no soy la mujer más recatada del mundo.
—Lo lamento mucho Majo — dijo ella acariciando mi cabello.
—Ya paso Luja, al final siempre tuviste razón… cuantas veces no me lo dijiste en tus cartas y mírame… —. Señalo mi pésima imagen. Siempre que echaba las cartas me decía que algo nublaba mi relación con Sebastián, pero no sabía bien que era y resulto ser una mujer. Tal vez lo sabía y no quería decírmelo. Qué iba a decirme, Majo ten cuidado una rubia te lo está sonsacando, no sé por qué siento que es rubia y exuberante. Creo que esa imagen tengo de las mujeres quita novios, en fin estereotipos.
—Te echo las cartas —dijo animada, yo la veo con cara de necesitar una botella de vino, no mi futuro agobiador en este momento —Te pondrá de buenas y sabremos que te depara ahora que ya se cerró la relación con él… anda.
No me dio tiempo de decirle que no, ya corría hacia su departamento que está justo delante del mío, amigas para siempre, pero cada quien su espacio, eso es muy importante. Aunque nos la vivimos juntas en uno de los departamentos casi siempre. Regresó se colocó frente a mí tendió una tela que adora para poner las cartas y comenzó a barajear el mazo. La miro tratando de procesar todo lo que pase, estaba muy feliz antes. Pero sabía que este momento llegaría, aunque deseara borrarlo.
—Solo te digo que si es algo trágico por favor omítelo —le digo poniéndome recta y bien sentada.
—Bien, esto es algo informal, una sesión por la noche será más clara, pero podemos hacerlo así hoy… —. Avienta tres cartas boca abajo y me pide que tome dos más y las coloque yo misma —Esta carta señala el final, habla sobre cerrar círculos, algo que creo acabas de hacer. Esta segunda nos dice que vienen cosas buenas en tu vida, en el trabajo y en tu seguridad personal, cambios en tu carácter, de cómo vez el mundo. Tendrás otra perspectiva de ti como mujer.
Miro las cartas tratando de leer eso que ella dice, pero para mí son puros gatos en posiciones extrañas y vestidos curiosos, sí, son cartas de gatos. Obvio tiene una más serias para sus clientes, pero conmigo utiliza su lado infantil, por eso no sé si debo tomarla muy en serio.
—Y todo eso dice ahí —señalo vagamente las dos cartas. Ella golpe mi mano porque sabe que no estoy muy positiva.
—El gato sentado en la colina… esta carta nos dice que debes esperar antes de tomar cualquier decisión por impulso, no puedes ser imprudente en tus decisiones Majo, y eso también incluye las relaciones amorosas — dijo muy seria mirándome fijamente. Creo que omitiré por un momento el buen beso que me di con mi jefe. Creo que es lo mejor en este momento, se lo platicaré más adelante. Si es que estas cartas metiches no lo dicen antes.
—Entendido y claro — digo yo asintiendo y ella me ve por un momento con su ceja derecha levantada. Prosigue después de estudiarme en silencio, esas cartas me van a delatar.
—El gato príncipe, ¡Uh! Esto se pone interesante, esta carta habla de un hombre, no cualquier hombre, alguien que llegará a tu vida trayendo cosas diferentes, un hombre valiente e interesante que cambiará tu perspectiva de vida.
Me gusta lo que estoy escuchando, será que es Alex… es interesante y lindo, guapo, atractivo y perfecto. Me muevo feliz y eso no pasa desapercibido para mi amiga que golpea las cartas y me señala. Voltea la segunda y su rostro cambia y se queda pensativa.
—El gato bestia…
—Ah mira parece un lobito — digo yo enternecida por la imagen, pero Leticia está seria.
—Esta carta simboliza también un hombre, pero muy diferente al anterior, es salvaje… peligroso y alguien que volteara tu mundo de cabeza.
—Me perdí, me estás diciendo que es un hombre o son dos. O ¿cómo está esto distribuido? — digo señalando las cartas.
—Jala una carta más — dijo tendiéndome el mazo, cierro los ojos y saco una más. Ella la gira en medio de esas dos —Los gatos siameses… son dos hombres. Dos hombres que son polos opuestos, pero tienen algo en común. Sea como sea tienes que tener mucho cuidado con los hombres que conozcas, hasta que podamos hacer una sesión especial por la noche.
—Ay no, otra vez me voy a tener que chutar el pachulí junto a los palos de incienso — digo y me gano un golpe con el mazo de cartas.
—Esto es serio Majo, estos hombres vienen a poner tu mundo de cabeza…
—De cabeza se pondrá mi mundo si no llego a la presentación que tengo, pero si Luja, te prometo que me sentaré contigo a las tres de la mañana con una copa de vino tinto y una bolsa de nachos. Y desciframos todo esto con calma.
***
No dejé a Leticia muy tranquila, pero no podía llegar tarde a este evento, son cerca de las cuatro y gracias al cielo no ha llegado nadie del evento, repaso cada cosa que debo verificar, el vino había arribado un día anterior y reposaba para degustación de los invitados. Russo era el apellido del amigo del jefe adorado y al parecer así decidió llamar su vino. Todo estaba listo cuando los invitados comenzaron a llegar.
El señor Ávila me felicito junto con su esposa por tan buen gusto, yo me sentía soñada, amo mi trabajo y me gusta ver el rostro de los invitados, que se sienten cómodos y miran el lugar con asombro. El señor Russo también me felicito un anciano adorable, no entendí muy bien su español, no es tan fluido, y mi italiano es pésimo. Solo sé decir pizza y arrivederci, prometo entrar a un curso.
El señor Russo da unas palabras apoyado con una traductora, todos aplauden y el lugar se ve espectacular, reparten el vino y me llevo una copa. Claro que quiero probarlo, aunque sea un trago pequeño, salgo a la terraza con la única intención de ver el atardecer, es un espectáculo maravilloso. Mientras todos siguen ahí dentro disfrutando, yo disfruto un triunfo más, contenta por ello, no me percato que alguien ya está en el lugar a donde escapaba. El sol da de frente así que tengo que forzar la vista, logró ver a un hombre de traje con una copa de vino en su mano derecha a su costado y la otra escondida en su bolsillo, en un traje elegante. Entonces sin duda es invitado del evento. Él se gira hacia mí mostrando su porte, su rostro. De piel cálida, cabello negro y una barba abundante. Con algunos tatuajes en su piel que no pasan desapercibidos para mis ojos, cuando el sol comienza a bajar puedo verlo mejor. Él camina hasta mí sin dejar de verme, tiene ese aspecto de chico malo que deja muda a cualquiera, hasta a mí en estos momentos. Se para frente a mí, sus ojos son de color miel y algo dorado brilla en ellos. Creo que debería checarme la vista estoy viendo ese tintineo muy seguido.
—Buona sera* — dijo claramente, había escuchado eso antes así que se lo que significa, pero estoy cohibida como para repetirlo así que solo asiento en saludo y sonrió levemente. — Sei tutto cio ‘di cui ho bisogno** — ignoro totalmente lo que acaba de decir, pero me mira de una manera muy cálida, hay una sonrisa en sus ojos, que se apaga cuando mira por arriba de mi hombro, se inclina cerca de mi rostro —a presto cara mia***
Después de eso simplemente se alejó, tomo lo que resta de mi copa con urgencia y paso el momento con el sabor del vino afrutado que pega como patada de mula, me raspa la garganta.
—¿Qué hacías con él? —. La voz de Alex me sorprende, giro hacia él, puedo ver la molestia en sus ojos y en su porte...