Un Huracan En Isla De Cacia

Capítulo 23: Una proposición a bordo

 

CASANDRA SiNTIO LA PRESENCIA DE ALGUIEN DETRÁS DE ELLA y se giró para ver que era Thomas Louis.

—¿Estás bien? Desapareciste de repente. Tenía miedo de que estuvieras teniendo un pequeño problema con Miguel'

—Me hizo una insinuación.

—Estás muy enojada, ¿verdad?

—Sí, lo estoy, Thomas Louis.

—Oh, cariño, has visto actuar a Miguel. Es muy macho; se siente obligado a acercarse a todas las mujeres en un momento u otro. No significa nada.

—Sé que no, pero igualmente me desagradó.

—Vamos a olvidarlo. ¿Podemos? Escucha, cariño, Miguel es muy importante para mi madre como conexión de negocios. Es lo mejor que le veamos disfrutar en este crucero. Créeme.

Casandra miró a Thomas Louis y sintió que un peso frío y sin nombre comenzaba a formarse justo debajo de su corazón.Thomas Louis percibió el cambio en su actitud y la atrajo suavemente hacia sus brazos.

—Dulzura, sé lo que estás pensando, pero te equivocas. Estás pensando que no me importan tus sentimientos, que solo me importan más los negocios. Bueno, me preocupo por ti y todo lo que te concierne. He empezado a darme cuenta en estos últimos días de que estoy enamorado de ti. ¿Me equivoco al pensar que tú también te preocupas un poco por mí?

Casandra fue tomada por sorpresa por su revelación. Dio un paso atrás temblorosa, tropezó con algo que sobresalía de la barandilla inferior del barco y cayó hacia adelante en sus brazos.

—Bueno, di algo, cariño. No me dejes en suspenso. —murmuró.

—Claro, yo... yo te tengo mucho cariño, Thomas Louis.

—¿Cariño? —Se rio por encima de su voz de palabras. —Dime, ¿estas lo suficientemente encariñada como para considerar pasar el resto de tu vida conmigo?

—¡Tomás Luis!

—Sí. ¡Sí!

— ¿Me estás pidiendo que me case contigo?

—Esa es la esencia de esto.

—Thomas Louis, no.… no lo sé. Esto es una especie de sorpresa. Yo...

—Dime qué te detiene.

Casandra se mordió el labio y trató de ordenar sus pensamientos.

—Bueno, en primer lugar, hay algunas complicaciones en mi vida, no soy del todo libre...

—¿Otro hombre?

—Uno en Inglaterra, y sí. Hablamos de matrimonio. Pero quedó en el aire...

—¿Lo amas?

Casandra vaciló. Por un momento, se detuvo y miró dentro de su corazón para ver qué sentimiento quedaba por James. Ella negó con la cabeza.

—No, no lo amo. Nunca lo he admitido en voz alta para mí misma, pero es verdad. Todo el respeto y el cariño que siento por él no es suficiente como para un compromiso. Esa fue una de las cosas que vine a resolver a Isla de Cacia. Y ahora lo sé.

—No puedo decirte que no me alivia oírte decir eso. —Thomas Louis suspiró y sonrió. —¿Es él el único que puede reclamar tu afecto?

—¿Hmm? Oh sí. el único.

—Detecto un poco de vacilación en ese hmm-— ¿Estás segura de que no hay nadie más?

—Muy segura.

—¿Entonces tengo una oportunidad, al menos?

Casandra miró el rostro amable que tenía frente a ella y deseó desesperadamente que el recuerdo de Logan Talbot no pesara como un peso sobre su alma.

—Thomas Louis, todavía no puedo responderte... —ella alargó la mano y le acarició el cabello donde caía en una ola sobre su frente, él tomó su mano y se la llevó a los labios, —pero me preocupo por ti...

—Entonces eso es suficiente por ahora. Te volveré a preguntar en un par de semanas.

—Gracias.

—Mientras tanto, planeo que tengas el mejor momento de tu vida, comenzando mañana por la mañana en Jamaica... luego Nassau... y después , ¿quién sabe?

                                                                        ***

El día siguiente amaneció claro y azul cuando anclaron en alta mar en Jamaica. Catherine les había hablado de un lugar donde había una serie de cascadas magníficas con un sendero selvático para caminar. Cerca había un restaurante frente al mar donde, según ella, la langosta era la mejor del mundo. Después de un desayuno placentero, subieron a los botes-taxis y fueron llevados a tierra hasta una pequeña ciudad portuaria.

Marion. quien no era tan amante de la naturaleza como su esposo, convenció a Casandra para que fuera de compras con ella mientras el resto del grupo avanzaba hacia las cascadas. Tomando el brazo de Casandra, la guió por una pintoresca calle con pequeñas tiendas donde aparentemente había gastado tiempo y dinero en una visita anterior.

Dos horas más tarde... después de que Marion comprara varios vestidos veraniegos de batik coloridos para ella y una camisa llamativa como sorpresa para Ryan, las dos se sentaron en un café al aire libre rodeado de buganvillas, Marion se quitó las sandalias debajo de la mesa, flexionó sus pies e instó a Casandra a probar un poco de jugo de papaya.

—Pruébalo, es delicioso.

—No gracias, me quedo con Perrier.

—Echemos un vistazo a ese sombrero que compraste. Póntelo por mí, ¿quieres? Tal vez debería haber conseguido uno para mí.

Casandra suspiró y obedientemente sacó su sombrero de paja tejida de su bolso y lo centró en su cabeza.

—No....no... —Marion se inclinó para ajustarlo correctamente. —Debes ponerlo inclinado hacia un lado así. De esa manera te ves misteriosa y sexy.

—Oh, Marion —se rió entre dientes Casandra—, eres demasiado.

—Cariño—Marion agarró la muñeca de Casandra mientras miraba más allá de ella hacia la entrada del café. —¡Nunca adivinarás quién acaba de entrar! ¡Logan Talbot! ¿Y quién es esa chica?

Casandra se quedó helada cuando Marion saludó alegremente en su dirección. ¡Logan! ¡Aquí! Se veía asombrosamente guapo: camisa blanca de algodón abierta en el cuello con las mangas arremangadas hasta la mitad de sus brazos profundamente bronceados; un simple par de pantalones blancos de corte clásico; y un sombrero de Panamá sobre su cabeza oscura.




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