La fiesta duró cinco horas, aunque la mayoría de tiempo la pasé escondida en el patio. Tessa me intentaba unir constantemente a otros grupos, a hablar con nuestras vecinas o amigas, pero lo unico que quería hacer era acurrucarme en mi cama y esconderme de mis responsabilidades.
Pero por desgracia, ya no tenía diez años.
En un momento, mientras me mecía en el columpio que papá nos armó cuando eramos pequeñas, alguien se alcaró la garganta. Me asusté tanto que me bajé del columpio apresuradamente y me torcí un tobillo. Gimiendo suavemente, me lo masajeé a oscuras, mientras miraba quien era el intruso.
Era ese tal Laurence.
-¿Hay algo que pueda hacer por usted, Señor?- Le pregunté con desagrado, perdiendo por completo los papeles.
Laurence sonrió, como si verme allí en medio de la oscuridad al fondo del patio le hiciera gracia.
-ya te pedí que me llamaras Laurie, no señor- dijo con paciencia, y luego añadió- Y tuteame, porfavor.
-Como ust... Como desees.- murmuré, adolorida.
-¿te molesta si te hago compañía?
Solté un bufido como respuesta. Sabía que no me estaba comportando como debía, pero no me importaba para nada. Igualmente Laurence me iba a conocer tarde o temprano. Mejor que me conociera de una vez.
El chico sonrió, y eso me irritó enormemente. ¿solo sonreía este chico? ¿No sabía hacer más cosas?
Se sentó en una esquina del columpio, me hizo correrme un poco más hacia otro lado. No quería caerme por culpa de su peso. Con los pies, cogió impulso y nos meció suavemente, mis botas rozando la tierra.
-¿No te gustan las reuniones?- preguntó pasados unos minutos de un silencio que, sorprendentemente no era incómodo.
-Las detesto- me limité a responder, con los ojos sobre mi regzo. Sabía que si seguía hablando, no habría quién me detuviera.
-oh- Dijo, y después de un tiempo añadió- Perdón por asustarte y hacerte torcer el tobillo. ¿Podrías perdonarme?- dijo con un tono de drama que me divirtió
Fingí que lo pensaba.
-Supongo que podría perdonarte.
Laurence sonrió, y se cruzó de piernas. Noté algo: en ese momento en medio de tan poca iluminación, sus ojos eran tan oscuros como la noche, a pesar de que en la cocina hubieran sido verdes.
-¿ya o dentro de tres años?- me preguntó, mirándome a la cara.
Le seguí el juego.
-Aun no lo sé. Me has lastimado profundamente.
El se llevó una mano al pecho, fingiendo pena.
-Lamento oír eso, Señorita Relish.
-Yo también lo lamento. Me duele mucho el pie.
Nos reímos, y caminamos alrededor del patio, alejándonos un poco más de la multitud. Esa noche aprendí muchas cosas sobre Laurence Colborn: Tenía un hermano mayor que estaba enfermo, por lo que su padre decidía llamarlo a él el mayor. Laurence amaba la medicina, pero su padre le tenía listo un puesto de banquero en la ciudad.
Parecía reírse por todo, lo cual no tenía sentido. Sin embargo lo encontraba... adorable.
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Cuando la fiesta se terminó, nunca estuve más feliz en mi vida. Durante esas eternas horas estuve planeando mi huida hacia Oakland, donde vive mi tía.
Ni loca pensaba casarme con este lunático. Seguro Tessa lo hará bien por mí.