I. ANÓNIMO.
DESCONOCIDO.
No hay noticias señor.
Gruño molesto, contengo una furia desmedida en mi interior al escuchar las palabras del detective privado que contraté.
—No me interesa como mierda hagas. Ni que vayas a hacer. Quiero que la encuentres y la traigas a mí.
—Pero...
—Quiero. Que. La. Encuentres. — remarcó cada palabra ente dientes.
—Hare lo que está en mis manos señor.
Le cuelgo sin tan siquiera despedirme.
Müller.
Los Müller.
Quiero a esa familia destruida.
En mis manos.
Sebastián Müller pensó que podría sacarme del juego.
Pensó que con un simple papel firmado por él. Me dejaría sin nada.
Conmigo nada ni nadie juega.
Escucho un taconeo acercarse a la puerta, giro mi silla para ver, y me encuentro con la mirada de Madison.
Me sonríe coquetamente y se despoja de su vestido, dejándome ver una lencería con medias a mitad del muslo.
Camina seductoramente hacia el pequeño bar de mi oficina y vierte una bebida para mí.
Con una sonrisa coqueta se sienta en mis piernas.
Gime cuando siente lo duro que estoy y eso hace que su sonrisa se ensancha más.
Le quitó la bebida y me tomo de golpe su contenido.
Madison empieza a darme un masaje en mis hombros. Cierro los ojos.
—¿Hay noticias?. —pregunta.
—Ninguna parece que se la trago la tierra. —respondo.
—Tenemos que encontrarla. Con ella de por medio, es imposible tocar documentos importantes. Además de que falta poco para la fecha.
—Crees que no lo sé. —le rugo las palabras con enojo.
Estoy harto de esto.
Sebastián dejo a una simple cría como su heredera.
Nadie la puede tocar, Asher el hermano de Sebastián la protege con su vida. Sin contar los otros imbéciles que darían su vida por ella.
—¿Asher donde está?. —pregunto.
—Con su esposa e hijos en Dubai. He designado hombres para que lo sigan, claro está, sin llamar la atención.
—¿Han encontrado algo?.
—Hasta ahora no.
—No creo que tenga a su sobrina en Dubai. No es tan imbécil como para ponerla en la boca del lobo.
Madison se encoge de hombros en mi regazo.
Asher no ha sido un problema para mí, se ha desligado por completo del negocio, convirtiéndose en dueño de su propia empresa constructora.
No ha sido problema hasta ahora.
Han estado acusándome silenciosamente de la muerte de Sebastián, buscando hasta debajo de las piedras pistas que me acusen.
Y a pesar de eso no hay nada.
Yo no he sido el causante de ese accidente.
Bueno, no en su totalidad.
Una pequeña ayuda que casi no hace la diferencia.
La puerta se abre sin tocar, ni Madison ni yo nos movemos por que ya sabemos quién es el que usurpa mi oficina.
No digo nada por que me interesa lo que tenga que decir.
—¿La has encontrado?.
—No lo sé dime tú. —le bramó.
Odio me recuerden a cada momento que nadie a podido encontrar a esa niñita estúpida.
No hay registro.
No hay datos.
Ni tan siquiera un puto registro de defunción.
Es como si la tierra se la trago.
—La investigación sigue en curso, y sabes que si bajamos las defensas nos van a descubrir.
—Tu fuistes la que provocó ese accidente. —le recuerdo— La más perjudicada serías tú.
—Sabes que si me hundo, se hunden ustedes conmigo. —me amenaza— Además su muerte nos convenía a ambos. No podía dejar que Sebastián descubriera la verdad.
¿La verdad?
Resulta ser que aparte de dejar como heredera a una cría. Resultó ser una bastarda.
Escruto sus palabras.
Sebastián quería saber el origen de esa niña, investigo por años, trato de buscar una mínima pista que diera con la familia biológica.
Y como siempre hay gente que no le conviene que se descubra.
Tuve su pequeña intervención hace poco más de 6 meses.
A ella le convenía y a mi también.
Ella sabe cuál es la familia biológica, es más ella fue la que arrancó de los brazos a esa niña de su verdadera madre.
¿Sus motivos? Deben ser fuertes.
Pero yo no me considero muy lejos de eso.
Observó el cuadro que está en mi escritorio, aquel que perteneció a Sebastián cuando trabajaba.
Todo quedó intacto. Inclusive mantengo ese cuadro a un costado.
Una chica de 16 años sale en su fiesta de cumpleaños, abrazada a Sebastián.
Su cabello rubio brilla con los rayos de sol.
<<Mi luz.>> Cómo le llamaba su padre.
Sus ojos azules resaltan, bajo toda la fotografía. El brillo de sus ojos, la inocencia en su sonrisa, la pureza de sus pasos.
Se ha sabido esconder bien.
Solo hay dos opciones.
Que me firme documentos cediendo el poder. A mí por supuesto.
O que ella muera.
O hay otra alternativa. Una que llevo pensando hace mucho tiempo.
Que sea mi mujer.
No he pasado por alto su belleza, y la verdad esa inocencia solo hace que la desee más.
Un deseo oculto.
Fácilmente le doblo la edad. Pero eso, es lo de menos.
Quizá sea un bastardo pedófilo pensando en una niña.
Pero en fin, será por las buenas o por las malas.
#16 en Joven Adulto
#54 en Thriller
#22 en Misterio
romance, secretos pasado encuentro inesperado, primer amor drama decepcion
Editado: 05.11.2021