XXVI. Pronósticos.
Samantha Müller.
La fuerza en el abismo, son dos barreras que se construyen de la misma razón, si cabas un túnel del tamaño de tus miedos, no quedará más remedio que sentarte a la orilla a contemplarlos.
Por qué están ahí, esperando en el peor de los momentos para resurgir.
La vida suele ser muy sorpresiva, los recuerdos golpean de manera progresiva, pero cuando llegó al pasillo, me quedo estática procesando la escena.
Nadie te prepara para esto.
Los sollozos de Melina hacen eco en el silencio, aunque ella esté protegida en brazos familiares, nadie parece poder detener su llanto.
Me quedo viéndola por minutos, simplemente no la veo a ella en este momento, sino es mi propia mente recordándome los dolorosos momentos de hace un año.
Y aunque por mucho tiempo, he tratado de ser la mujer fuerte que todos esperan, pequeños momentos como estos, mi mente y alma bajan sus altos muros de hierro, y las emociones se calan hasta lo más profundo.
Amil se levanta para caminar hacia mi, y cuando trata de darme un abrazo, simplemente no tengo las agallas correspondientes para lanzarme a llorar a sus brazos, y agradezco al cielo por portar lentes en este momento, por qué Amil es una de las personas, que si me mira a los ojos, reconoce muchas de mis emociones y debates mentales.
Camino hacia Melina, Fahir el padre de Amil, solo me brinda una sonrisa triste y asiente para moverse de lugar.
Tomo el asiento, y me coloco al lado de Melina.
—Asher tuvo un accidente... —dice Melina minutos después de calmarse—. Pensaron que tú estabas con él.
Eso no me lo esperaba.
—¿Que?... —exclamo sin voz, toma mis manos—. yo lo siento...
—No lo sientas. —susurra—. Nada de esto es tu culpa.
Agachó mi cabeza, sin encontrar palabras para decir.
Melina descubre mis ojos, y con ello me brinda uno de los abrazos más consoladores que he recibido en mi vida.
Puedo sentir mis propias lágrimas acumularse, por qué de alguna u otra manera, ambas sentimos dolor por la misma persona.
—Asher siempre dijo que daría la vida por las personas que ama. —comenta sobre mi cabello—. Los culpables empezarán a pagar, aunque no sean por vía legal, el karma existe y de ese nadie se salva.
Amil se coloca a nuestro lado, nos envuelve a las dos en un abrazo.
—¿Que fue lo que pasó?. —le pregunto a Amil, Melina por su parte acepta un poco más tranquila la taza de café.
—La seguridad me informo que como todos los días Asher salió de la casa, pero que está ocasión no se desvió de la ruta que siempre toma. —hace una mueca—. No sabemos por qué hizo eso. Pero eso levantó sospechas y le empezaron a seguir, y Asher les dió lo que querían, empezó a conducir más rápido.
—¿Lograron atrapar a los que lo hicieron?. —pregunto.
Asiente. —Están bajo custodia.
—¿Han hablado?.
Niega. —Dicen que no dirán nada, que su muerte está asegurada.
—Llama a Esaú, él tiene sus propias tácticas.
—Ya lo hice, todos vienen en camino.
—¿Todos?. —replico.
—Todos. —mira hacia todos lados—. No deberías estar aquí, puede ser muy peligroso.
—No me voy a esconder más. —le digo con dureza.
El timbre de su teléfono suena interrumpiendo nuestra conversación, su semblante luce bastante cansado, solamente se levanta y se aleja un poco para contestar.
Suspiro recostandome sobre la silla, cierro mis ojos por breves instantes, los sentimientos de culpa me carcomen, y aunque las palabras de Melina tengan profundidad, mi mente máquina formas de haber evitado esto.
—No te culpes... —susurra Melina de nuevo a mi lado— se que muy en el fondo, el va a estar bien, puedo sentir esa esperanza y su deseo de vivir.
Solo respiro con fuerza viendo mis manos, Melina se encuentra un poco tranquila, aunque las lágrimas se escapen, suspira y se recomponer de nuevo.
Melina y Asher llevan más de diez años de casados, con dos mellizos de 7 años. Me imagino que sus padres deben de estarlos cuidando.
Asher fue el arquitecto estrella que elaboró el edificio piloto de la empresa Alab' Pretol.
Una buena forma de conocer al amor de tu vida.
Un arquitecto y una jueza.
Y todos lo demás a sido historia...
—¿Familia de Asher Müller?. —preguntan dos doctores entrando al pasillo.
En cuestión de segundos nos podemos a su lado, esperando que nos den buenas noticias sobre él.
—Soy su esposa. —exclama Melina—. ¿Cómo está?.
—Su esposo está fuera de peligro, el golpe de su cabeza no ha generado un daño severo. —suspiro de alivio—. Pasará varios días en observación debido a las contuciones y fracturas.
—¿Y las otras dos personas?. —pregunta Amil.
—Ambos están estables. —emiten ambos viendo su tablero.
—¿Podemos pasar a ver a Asher?. —pregunta Melina.
—Esta bajo sedación, por el momento solo podrá pasar a verlo por una ventana de cristal. —informan, y al agradecerles ambos se retiran.
Melina sonríe feliz y abraza a Amil, por mi parte solo suspiro.
—¿Estás bien?. —pregunta Amil.
Asiento. —Si, estoy mejor.
Sin darles oportunidad de objetar, me acerco a una de las ventanas con vidrio polarizado, el sexto piso de este hospital tiene una vista panorámica de la mitad de Dubai.
El día ha sido tan ajetreado que no había notado que el sol había desaparecido, dando paso a la oscuridad de la noche.
Puedo escuchar como Amil habla por teléfono, dentro de pocas horas estarán los gemelos, junto a mis tíos.
Caras conocidas.
—¿DONDE ESTA MI HIJO?. —grita una voz conocida, cierro mis ojos sintiendo el repudio correr por mis venas.
Me giro para verle encarando a Melina, siempre exigiendo respuestas. Las observo a lo lejos, mientras Melina le habla en tono calmado.
—Calmese señora, este no es un lugar apto para escándalos.
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Editado: 05.11.2021