Un Juego de D♥$

Capítulo VIII

Al día siguiente despertaron temprano, se había quedado dormidos entre besos y caricias. Es cansancio de todo lo que habían superado les estaba pasando factura y habían decidido fingir que se fiaban de todos y de todo. Así los irían conociendo, calando, sabrían más sobre si todo aquello era seguro o no porque necesitaban descansar al menos una semana entera las horas necesarias sin preocuparse de tantas cosas, sin estar siempre alerta.

[...]

En aquel sitio solo hacía falta que uno de los dos tuviera un ojo abierto al dormir y todo estaría resuelto. Por supuesto ese era Trent. Trazzy le había dicho que ella se encargaría algunas noches, pero el sueño siempre la vencía, no era capaz de descansar sin quedarse dormida. En cambio para él era cómo una rutina, ya se había acostumbrado y ahora podía relajarse bastante más, aunque no dejaba pasar aquellos pequeños detalles que escuchaba: voces de madrugada por la parte trasera de la casa que les habían asignado, normas absurdas sobre no acercarse a la valla, una sombra fugaz en la luz que atravesaba la ventana y se instalaba en la pared...

Lo más raro que había notado en aquellas tres semanas que llevaban había sido la desaparición de uno de los miembros del grupo de adolescentes (en el que ellos no se incluían) del lugar. 

Hacía dos días que uno de los chicos del grupo, de más o menos su edad, se les había acercado a solas para preguntarles cómo estaban, qué tal se sentían, que les parecía el pueblo... y cosas así. A partir del día siguiente nadie lo había vuelto a ver, nadie lo mencionaba, hacían cómo que no se acordaban de él, cómo si no hubiese existido. Se lo había contado a Trazzy, pero habían acordado no preguntar para no levantar sospechas, total a la mitad de la gente todavía no los conocían, casi siempre estaban solos los dos, cuando alguien se les acercaba eran amables y sonreían para hacer más convincente todo y si les pedían ayuda también les ayudaban; aunque a veces tenían que mostrar  un lado algo más desconfiado, pero no demasiado. Así todo sería creíble.

Fue al día siguiente en que repararon en una chica, siempre estaba sonriendo como todo el mundo, pero llevaba unos días decaída, deprimida, triste... No hacía falta ser un genio para saber por qué. Ella no les quitaba los ojos de encima y, aunque no los escuchasen, sabían que los del resto del grupo la reprimían por ello. Le daban serias advertencias por las caras que ponían en el momento —que tan solo duraban unos segundos antes de volver a la farsa— y se notaba a la legua que la pobre les tenía un miedo espantoso.

Trazzy y Trent suponían que el chico (del que ya ni recordaban el nombre) había muerto, que ellos lo habían asesinado, que todo el pueblo lo sabía y que había sido porque, seguramente, pensaran que le habría dado algún tipo de información. Eso fue lo que hizo que ninguna mirada discreta se apartara de ellos estuvieran donde estuviesen. Se hacían los tontos, pero lo notaban y el resto de la gente no tardaría en darse cuenta. Definitivamente aquel pueblucho de pacotilla —aunque fuese bastante grande— no era para nada seguro. Tenían que actuar rápido, o el tiempo se les acabaría junto con su último aliento.

Tardaron dos días más en planearlo todo al dedillo, y otro más en actuar. Su plan dependía de que la chica colaborase con ellos.

A eso de las cuatro de la tarde, salieron a correr como hacían siempre. Habían decidido mantener una rutina diaria para que así todo fuera más fácil cuando llegara el momento y la mayoría de las partes daban lugar a salidas estratégicamente pensadas por Trent por si las cosas se torcían y debían largarse de improvisto. También tenían unas mochilas preparadas con lo necesario en casa, pero eso solo lo cogerían si les daba tiempo. La ruta que hacían, terminaba casualmente en un pequeñísimo claro en el que el grupo se reunía todos los días para hacer cualquier cosa que fuera una pérdida de tiempo. Esa tarde, al terminar, hicieron que estaban más cansados de lo habitual y se acercaron al grupo.

-Hola -dijo Trazzy haciendo que recuperaba el aliento- ¿podemos sentarnos?

-Claro, adelante -dijo un chico moreno de pelo azabache y ojos azules que destacaba bastante por aquel raro contraste. 

Se sentaron juntos, entre aquel chico y la chica a la que necesitaban.

-¿No interrumpimos nada, no? -preguntó Trazzy y el chico de antes le dio una negativa- menos mal... no querría hacerlo -el momento empezaba a ser incómodo, todos estaban en silencio pero ninguno pretendía levantarse así que para romper el hielo, otra de las chicas habló.

-¿Queréis jugar a verdad o prenda? Estábamos a punto de empezar... -sugirió mirando a Trent de manera nada sutil, y él, fijándose, fue quién le contestó.

-Por supuesto, será divertido... -y la chica le sonrió coquetamente. Esos fueron dos detalle que a Trazzy no le pasaron inadvertidos pero decidió que ya se vengaría más adelante.

Empezaron con preguntas triviales, sin mucha importancia en la que todo el mundo decía, supuestamente, la verdad. Todo iba bien hasta que Trazzy escuchó lo que la chica de antes —que ahora tenía el turno y le había tocado con Trent— le preguntó: -Ella, ¿es tu hermana, tu amiga o tu novia? -La chiquilla empezaba a sacarla de quicio, pero se mantuvo firme (y se sonrojó) al oír la respuesta de su novio y se guardó lo que iba a decir para más tarde.



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En el texto hay: mundoparalelo, romance adolecente

Editado: 01.06.2019

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