—¿Lista para ir a casa?—dijo Dani terminando de recoger las cosas de Lucía.
—Sí, listísima, cuanto más tiempo paso en los hospitales, menos me gustan.
—Pues no se diga más, ya podemos irnos.
—Esta mañana, he estado hablando con Álex—Lucía decidió que ese era el momento para hablar con él.
A Dani no le sentó nada bien, apretó el volante con todas sus fuerzas hasta que los nudillos se le pusieron blancos, era evidente que estaba molesto.
—Ah sí ¿De qué si se puede saber?
—De mi hermana, quería que me contara cosas sobre ella, me gustaría saber cómo era. También me contó toda su historia con ella, es realmente triste, no pensaba que hubiera sido tan dura.
—Sí fue una pena como una chica que tenía toda la vida por delante, de la noche a la mañana muriera, yo estuve allí y créeme, fue muy difícil para todos.
—También le pregunté donde estaban sus restos, quería ir a ver su tumba, pero me aclaró que ella no estaba en ningún lugar, que sus cenizas están esparcidas en un lugar al que ellos iban. Le dije que me gustaría visitarlo. Mañana me va a llevar.
—No me tienes que pedir permiso, eres libre de ir donde quieras y con quién quieras, no soy tu carcelero. Es cierto que no me hace gracia que te vayas con él, ni tan siquiera que lo veas, pero tengo que acostumbrarme porque cuando tu hija nazca lo tendrás que ver muy a menudo.
—Lo sé, me duele el hecho de que ya no seáis amigos. Por mi culpa os habéis perdido el uno al otro, me gustaría que recuperaseis vuestra amistad, no podéis perderla por nada del mundo, yo sé que siempre has sido su apoyo, y él, el tuyo, deberíais hablar como personas civilizadas y volver a ser lo que erais.
—Eso nunca podrá ser, no por mi parte, si no por la suya. Él me considera un traidor y un egoísta por no haberle contado que sabía dónde estabas. Nunca me va a perdonar, no te voy a negar que lo que hice, fue tanto por ti, como por mí, pero eso no lo entiende. Mira, ya estamos. Bienvenida a casa.
El jardín estaba lleno de niños correteando, jugando en el castillo hinchable que habían montado, los sobrinos de Dani fueron corriendo a darle la bienvenida, incluso el pequeño Dani corría torpemente hasta ella.
—Por fin has llegado, te estábamos esperando para abrir los regalos y para que Dani intente soplar su vela, será muy divertido.
—Es cierto, un momento, enseguida vuelvo. ¡No empecéis sin mí!
Lucía entró en casa, subió hasta su habitación y sacó el folio que había utilizado para hacer el regalo de Dani. Bastante fatigada, llegó de nuevo al jardín, con su regalo.
—Venid familia, quiero enseñaros el regalo que en principio es para el pequeño Dani pero que en realidad es un poco para todos. Lo he hecho con mucho cariño para daros las gracias por todo lo que habéis hecho por mí desde que nos conocemos, está hecho con estas humildes manos, espero que os guste.
Por fin empezaron a desenrollar el folio, no era un folio normal, era un folio más grande, parecía de los que usan los arquitectos para hacer sus planos. Lo hizo a lápiz, pero lo coloreó con algunos lápices de colores que encontró en el dormitorio de los niños.
—¡Lucía, esto…es precioso! No me imaginaba que tú pudieras hacer una cosa tan magnífica, me encanta, en nombre de mi hijo, que no le ha hecho mucho caso, muchas gracias, es un detalle precioso.—finalmente la abrazó.
—Supongo que a él le hubiera gustado más un juguete, pero bueno se me ocurrió hacer esto.
El regalo era un retrato de ellos cinco. En él se podía ver a Dani aupando al más pequeño de sus sobrinos, con los brazos hacia arriba, ambos se miraban. También se veía a Andrea con sus dos hijos, uno a cada lado, dándole un beso a su madre.
—¿Desde cuándo dibujas así, y por qué no nos has dicho nunca nada?—preguntó Dani mirando el dibujo detenidamente.
—Siempre me ha gustado dibujar, nunca pensé que fuera buena, me gustaba dibujar todo lo que veía, todo lo que me llamaba la atención. La verdad hacía años que no dibujaba, pero me apetecía hacerlo y me servisteis de inspiración, ojalá os haya gustado, lo he hecho con todo el cariño del mundo.
—¿Cómo nos has podido dibujar tan a la perfección si nunca hemos posado así, como estamos en el dibujo?
—Yo os he estado observando, en vuestra vida cotidiana. Sois una familia muy unida y os adoráis los unos a los otros, sólo lo he plasmado en una hoja, ha sido sencillo.
—Pero ahí falta alguien ¿No crees?—Lucía se quedó mirando y se encogió de hombros—Faltas tú, eres tan parte de la familia como cualquiera de nosotros.
—No, no era el momento como para auto dibujarme, además nunca me gusta como salgo—dijo bromeando—La verdad que este es vuestro momento y me alegro mucho que os guste.
Todos se abrazaron a ella para darle las gracias. Lucía estaba muerta de la vergüenza pero se dejó abrazar, besar y babear por ellos.
Pasaron una gran tarde comiendo dulces, chucherías y tarta. Lucía se lo pasó en grande, por un rato se olvidó de todos sus problemas. La fiesta acabó y, como era de suponer, no la dejaron ayudar a recoger, entonces Dani se acercó hasta ella.