Tras la muerte de su padre Greta se convirtió en la nueva jefa del “Taller Ballasco”, esa noticia no fue del agrado de los trabajadores, quienes jamás esperaron ser mandados por una mujer y además tan joven. El descontento no tardo en expresarse, incluso amenazaron con renunciar, sin tomar en cuenta los años de trabajo que llevaban en el lugar.
—Háganlo por la memoria de mi padre — dijo con calma Greta.
—¿Y porque mejor no solo se limita hacer la dueña y me coloca a mí de jefe?, yo conozco del manejo del taller y además se cómo tratar con cada uno de los empleados — pronunció un hombre regordete, quién siempre había deseado ser el sucesor de su jefe tras su muerte, pues él esperaba que sus hijos le traspasaran el taller, ya que ninguno de los hijos varones de su jefe mostraba interés por los fierros como él decía.
—Ello no es posible, yo soy la sucesora de papá — respondió con la mayor firmeza que pudo Greta.
—El hecho de que este estudiando el oficio de su padre, no significa que usted pueda ser como él, usted es una mujer, y una mujer no puede estar inmersa en un mundo de hombres — contesto el hombre regordete.
—Tal vez ello era antes, pero el mundo ha cambiado y seguirá cambiando…— decía Greta.
—Señorita Ballasco, aquí nadie va a obedecer sus órdenes, mejor tome mi consejo, o traspáseme el taller — agrego el hombre.
—Eso nunca, el sueño de mi padre era que el “Taller Ballasco” nunca deje de funcionar y se convierta en el mejor del pueblo, y así será, yo me encargaré de cumplir el sueño de mi padre, sueño que también es mío — pronunció con firmeza Greta.
—Bueno, siendo así, lamento ser yo el primero que le presente mi carta de renuncia — contesto el hombre regordete.
—Si es lo que desea, no lo detendré — pronunció con firmeza Greta, al tiempo que un recuerdo vino a su mente
-.Recuerdo.-
Un hombre mayor, platicaba con una linda joven de cabello largo, un tanto esponjado en una habitación.
—Sí es tu decisión, yo la apoyare, como siempre, solo te daré un consejo — decía el hombre.
—¿Cuál padre? — respondió Greta.
—Un mundo de hombres no es tan sencillo para una bella flor hija, pero yo sé que tu podrás manejar ello en tus estudios, así como lo harás cuando asumas la jefatura del taller, sin embargo, considero que debes tener siempre presente esto: Nunca muestre temor ante nadie, menos ante un hombre, no permitas que te condicionen, si das una orden hazlo con seguridad, te digo ello porque el manejo de los empleados no es muy sencillo que digamos — decía el hombre.
-.Fin del recuerdo: tiempo actual.-
—Bien, entonces renuncio — dijo el hombre regordete.
Greta no pronunció más palabras, solo vio partir a aquella persona que era la mano derecha de su padre, y que ella creyó sería quién la apoye a ella en el taller, pero se equivocó, bueno, tal vez él también tendría sus propios sueños ¿no?
—¡Papá, mamá! ayúdenme a sacar adelante el taller — pronunció en voz baja Greta.
Los días siguientes se siguieron presentando más renuncias, todos los argumentos eran que ellos no querían ser mandados por una mujer. Greta se quedó sola en el taller, pero a ella no le importo, ella decidió seguir adelante, alternando sus estudios con el trabajo en el taller, en donde ahora era ella la única empleada.
—Lo lamento, pero no puedo dejar mi auto, lo necesito para hoy — decía un hombre de bigote.
—Me gustaría poder servirle para hoy, pero como verá tengo muchos pendientes aún, y….— contestaba Greta.
—No te preocupes hija, lo llevaré a otro taller — agrego el hombre.
—Bien, y disculpe — dijo Greta, mientras pensaba — «Necesito conseguir al menos un par de ayudantes, para sacar los pendientes, antes de que empiecen a venir a llevar sus autos, ya luego contratare más personal»
Pero las cosas no eran tan sencillas, nadie quería ser mandado por una mujer, como ella lo intuyo, empezó a perder clientes y también se enteró que los ex trabajadores de su padre habían formado un nuevo taller en el pueblo, el cual se estaba llevando a todos los que alguna vez fueron sus clientes.
—No, esto no puede seguir así — dijo Greta, mientras se encontraba con sus hermanos, quienes habían venido a visitarla.
—¿Qué piensas hacer? — pronunció el segundo de sus hermanos.
—Gretita, si supiera al menos algo de mecánica te apoyaría al menos por un tiempo, pero ya sabes, que a mí nunca me llamo la atención ello, sino las finanzas, eso sí, si necesitas algún préstamo para reflotar el taller, yo puedo ayudarte a tramitarlo en el banco — pronunció el tercero de sus hermanos.
—Greta y ¿por qué no traes a alguno de los compañeros de tu aula? — dijo el hermano mayor.
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Editado: 22.06.2023