Carol se veía algo confundida, con el lugar, ¿oye te parece si me esperas aquí?, claro, además sé que querrás privacidad con tu padre- está bien, gracias, respondí, -te espero afuera- Comento Carol. Mire en todas partes pero mi padre no aparecía en ninguna de las camillas.
Avance hasta una puerta, era de madera algo vieja, abrí la puerta lentamente, pero antes de fijarme en la persona que estaba en la camilla, me detuve unos segundos a pensar en lo que pasaría, jamás vi a mi padre postrado en una camilla, mucho menos en un hospital. Respire profundo y me acerque a la camilla, cuando logre visualizar el rostro de mi padre, me quede inmóvil, y me quede observándolo por unos minutos.
El ver postrado a mi padre me hacía sentir inútil, pues sin él no tendría a nadie más, nadie con quien compartir momentos y peor aún ya no tendría familia.- padre sé que no es tu culpa, tampoco es la mía, pero no me siento listo para seguir sin nadie – las lágrimas otra vez empapaban mi rostro.
Llore por unos minutos, me acerque a la puerta, para llamar a Carol, pero ella no estaba, mi padre dormido postrado en una camilla y Carol lejos del plan que había formado. Me coloque nuevamente al costado de Julián, busque la forma para desconectar los cables, pero como yo no sabía cómo desconectar a un enfermo de una camilla, es lógico que las cosas no serían fáciles.
----- Marcos siguió avanzando, decidí confiar en él, pero por las dudas, trataba de interpretar cada momento para saber si no era alguna trampa, entramos dentro del ascensor apenas estuvimos listos, los cómplices cerraron la puerta. El ascensor bajaba algo lento, parecía como aquellos asesores que solo se encuentran en una minería antigua, apenas llegamos abajo, la puerta se volvió abrir, dos personas nos estaban esperando, estaban vestidos con ropa callejera y con capuchas bien diseñadas.