Desperté con una pequeña sonrisa, aun que a pesar de que el sueño no fue tan malo aun me sentía mal por lo de aquel día. — Todo en la vida tiene que ser algo bueno o malo— aunque no sería malo pensar en una vida sin problemas—. Me levante sin saber qué hora era, pero a pesar de haber tenido un día algo agitado tomaba en cuenta de que no había exactamente quien me mande. Bueno al menos eso es lo que yo pienso.
Salí del dormitorio, las luces ya hacían encendidas. Abecés pasaba por mi mente la idea de que todo no era más que una trampa. Pero no consideraba una opción el quedarme encerrado e indefenso.
Camine por unos minutos por aquel corredor que parecía no tener fin, luego de unos minutos en el pasillo, llegue a una puerta metálica la que parecía ser la entrada a un lugar secreto. Pero notando que tal lugar no era más que una simple tontería, supuse que el no entrar sería una oportunidad perdida de saber que otros planes tenían en mente tales personas.
Me adentre al cuarto abriendo la puerta lo más lento posible por suerte el sonido que causaba al abrir la puerta mientras rosaba el suelo no era tan fuerte, así que tal vez tenía una gran oportunidad de no ser descubierto.
El lugar parecía estar algo solitario, pero por lo que ya había notado era uno de aquellos lugares de investigación, la ironía de que la oportunidad en ese mismo instante era única, ahora era una simple tontería, pero sabía que tarde o temprano una especie de infección se desataría y convertiría a todos en zombis. Como en toda buena película de acción o algo así.
Una de las maquinas se movían en formas rectas, me hacer que un poco más para así poder comprobar si estaban creando algo extraño o solo se movían de un lado para otro sin rumbo alguno.
Todo parecía fantástico, luego de haber vivido tantas cosas locas por fin note que parecía estar en una buena película de ficción de la historia. Como suponía el por qué todos estaban tan extraños era probablemente por esta razón.
Me dirigí a la parte más profunda del cuarto, pero antes de poder verificar todo lo que había alrededor, un ruido azoto el cuarto entero, la puerta de metal estaba abriéndose. Otra vez aquella sensación que había sentido hace un tiempo atrás, el pánico parecía querer apoderarse de mí, me agache lo más rápido posible, aproveche la oscuridad del lugar para poder acomodarme de una forma adecuada para así poder evitar que quien quiera que haya entrado pudiera notar mi presencia. Tal vez no era un muy buen plan pero parecía ser la única opción que tenía.
Aquella voz era algo gruesa pareciese que aquel señor tenía una roca en la garganta.
--mira yo no quiero hacerte daño muchacho, pero creo que tendré que aislarte por un tiempo, pero comprendas— la voz ahora parecía estar mar cerca. – que le hace creer que le voy a creer—.
--mira muchacho no necesito que lo agás solo evita hacer algo que te perjudique. — yo confió en que nos vas ayudar. Además podía decirte nada sobre esto.
Ante aquellas palabras todo ahora parecía hacerse cada vez más confuso, porque tenían un lugar muy privado y peor aún porque nunca habrían de contármelo. Me escurrí por el suelo, tratando de alejarme de la voz, ahora las oportunidades se habían esfumado por completo.
Pero al igual que mi historia con Sebastián, yo no era de confiar en nadie, mi familia me había mentido y yo había pasado por tantas decepciones.