El helicóptero estaba tambaleándose un poco, pero no le tomaba mucha importancia, notaba que ahora Emma se encontraba algo inquieta. – Bueno— susurre. Bostece un poco, el cansancio era otra de mis pocas nociones en ese mismo instante.
Volví a asomar mi cabeza por la ventana, todo era solo arena, prácticamente el mundo se había convertido en un desierto. Mis temores, no se habían vuelto algo irónico pero al parecer la vida de la humanidad realmente, era un caos, si antes de todo esto el mundo ya era un lugar, de penas, temores, ira, destrucción. Ahora todo era mucho peor.
De pronto visualice un lugar, algo conocido, parecía ser uno de los valles favoritos de mi abuela. Seguimos avanzando, el cansancio era algo des controlable. El sueño se apoderó de mí.
Luis estaba muy extraño, parecía estar volviéndose loco. Mi madre estaba a punto de salir. Días después de haber sobrevivido aquel incidente. – madre, ¿a…a dónde van?— hijo, debes quedarte, recuerda cualquier problema solo me llamas, el celular está en la cocina. Pero madre—hijo lo lamento pero tienes que cuidar a tu hermano— el temor de aquel trabajo era algo estremecedor, comprendía que mi madre no decidiría tomar de mucho valor mi pensamiento o decisión.
Salieron sin nada más que decir. Mi hermano parecía estar callado, pero aun podía oír sus murmullos lamentándose de sí mismo, estaba temblando un poco por aquel momento, sabía que mi hermano no era un loco demente, pero parecía estar muy preocupado de su situación.
Me acerque a su habitación, pero apenas pude pararme en la puerta cuando los murmullos cesaron de una forma espelúznate. – ¿lu...Luis? nadie respondió. – ¿Hay alguien?— Alex— murmuro Luis, la puerta estaba entre abierta. – Alex, quiero morirme, mi vida ya no es valiosa. — susurro Luis…no digas eso hermano, e… eres valioso para nosotros.
Todo era muy incomprensible, pero sabía que mi hermano necesitaba mucha ayuda. – la voz de Julián se quebró. Me quede inmóvil por unos instantes, de pronto un grito azoto el cuarto.
Me dio el susto de mi vida, un susto que lamentablemente lo tengo hasta ahora paseando por mi mente, asechándome cada día y cada noche.
Me dirigí a la sala, lo más rápido posible. Cogí el teléfono y marque el número de mis padres, mi padre fue el primero en contestar. – ¿Dime hijo?— algo estremeció mi cuerpo.
Mi madre pregunto lo que pasaba, pero al parecer mi padre, le había gritado. – ¡Alex, espéranos, ya vamos para allá. De paso llamaremos a la ambulancia!. Colgaron, de una forma rápida.
Luis dio un grito otra vez, parecía ser un simple gemido, corrí nuevamente al cuarto. Mire directamente a Luis. Mi hermano estaba tirado en el suelo retorciéndose sin decir nada, pero logre notar las lágrimas saliendo de sus ojos. – He…hermano—susurre entre lágrimas.
Unos segundos después el ruido de la ambulancia ya estaba oyéndose por todo el vecindario, mire a Luis, note como poco a poco, se iba dejando de mover. – ¿lu…Luis?— por más triste que sea, Luis me había oído, me miro por unos segundos. De pronto dejo de moverse.