CAPÍTULO 2

El sonido de una nueva notificación hace que me despierte de golpe, asustada, preguntándome dónde estoy. Con un dolor de cuello horrible, observó las paredes de mi habitación. Sigo dormida encima de mi escritorio.

Una vez despierta miro el ordenador, comprobando a qué se debe la nueva alerta. Un nuevo mensaje por parte de mi amiga me llega a la bandeja de mensajes. Sin abrirlo sé que es un meme. Entre nosotras tenemos la costumbre de pasarnos fotos que nos resulten graciosas, noticias, o fotos de chicos que son muy atractivos. A pesar de ser una antisocial, soy una adolescente con las hormonas revolucionadas.

Miro la hora en el ordenador y me asusto al comprobar que son casi las dos de la mañana. Guardo silencio durante unos minutos para comprobar si mi tía esta en casa, pero no se oye nada. Ni siquiera sus ronquidos, por lo que deduzco que no está. Bostezando me tumbo en la cama. Ya me he desvelado y no tengo sueño, por lo que continúo enganchada al Instagram, pero esta vez desde el móvil.

Cuando estoy aburrida de lo que veo, me da por dar investigar en la vida de los famosos y desconocidos. Después de varios minutos, una foto de un chico delegado, y vestido de negro se abre ante mis ojos. Es raro. Podía simplemente ignorarla, pero un impulso me lleva a tocar el corazón, demostrando de esta manera que me gusta su foto. Mirándola bien, parece un modelo. Es un chico atractivo.

De igual manera, sigo mirando, hasta que veo otra imagen parecida a la anterior, pero a la vez, totalmente distinta. En esta, el protagonista es un chico rubio que sale acompañado por otros dos. Me parece haberles visto en la universidad. Al contrario al chico anterior, este sonríe y lleva ropa llena de color. Se puede decir que son totalmente personas opuestas. Aun asustada, también doy me gusta a la foto.

Y aunque la noche ya es rara y debería irme a la cama, sigo navegando por este mar de perfiles, sintiéndome atraída de nuevo por otra foto de un chico.

— ¿Pero qué...?

Esto es raro. Normalmente veo muchos perfiles de gente desconocida en Instagram, pero esta vez me estoy asustando de verdad. Fijándome bien, veo que se trata de un modelo o fotógrafo profesional, la luz, la pose, y la edición lo delata. El corazón parece latir al otro lado de la pantalla, así que le pulso.

Demasiada asustada por todo este misterio, decido que es hora de irme a dormir, creo que he pasado muchas horas en frente de la tecnología. Dejando el móvil a un lado, me tapo con la sabana y decido dejar la mente en blanco, cruzando los dedos para poder dormir de un tirón.

Pero no es así...

Como mi abuela dijo, cuando una de nosotras dormimos, nuestra mente es más vulnerable y los espíritus aprovechan a visitarnos. A veces no pasa nada y otras veces nos atormentan. Sin embargo, esta vez tengo un sueño raro. Antes de que empiece el sueño, sé que algo es distinto.

Me encuentro en una especie de habitación blanca. Mire donde mire todo es blanco. Intento no asustarme y sigo los pasos que me dio mi abuela. Respiro hondo.

— ¿Hola? —Pregunto— Si hay aquí algún espíritu, por favor, muéstrate, no voy a hacerte daño.

La conversación parece extraña, pero aprendí hace mucho que no siempre son los humanos lo que huyen de los fantasmas, sino al revés. Mi abuela me enseñó a tratarles con respeto, y mostrando confianza.

Después de esperar lo que parecen horas, aparecen tres espectros delante de mí. ¿Lo raro? Qué son tres. No es normal que a una vidente como —supuestamente— soy yo tenga una experiencia con tres espíritus a la vez.

¿Lo más raro aún? Observando detalladamente a cada uno de ellos, compruebo que son los mismos chicos que he visto en Instagram hace un instante. Sin poder evitarlo, y con la boca abierta, pronuncio la pregunta más estúpida.

— ¿Estáis muertos?

Ellos se miran entre sí asustados. Es normal. Aprendí que algunas personas no asumen que ya no pertenecen al mundo de los vivos.

— No del todo —dice uno de ellos. El rubio creo— en realidad no sé dónde estoy, ni quien son ellos.

— No os conocéis, entonces —afirmó. Ellos niegan con la cabeza.

— ¿Sabéis qué os ha pasado?

— No me puedo acordar bien —dice en este caso el que viste de negro, pero los otros dos asienten, al parecer comparten la misma sensación.

— Bien, suele pasar, no os preocupéis. Mi abuela me decía de pequeña que los fantasmas son solo gente que tiene asunto pendientes, asuntos que son necesarios resolver con rapidez. Por eso estáis aquí, yo soy experta en el asunto, os puedo ayudar. ¿Vale? Me llamo Sarabell y podéis contar conmigo.

— ¿Por qué puedes vernos? — preguntan los tres a la vez.

— Es una larga historia, pero puedo ayudaros. Primero...

Antes de poder continuar, algo extraño sucede, todo se vuelve inestable, tiembla y se va disolviendo. Me estoy despertando, así que en el último minuto les digo.

— Me tengo que ir, os buscaré e intentaré ayudaros. No os preocupéis.

Me despierto de golpe, sudada, y sintiéndome cansada, como si no hubiera dormido. El despertado está pitando al lado de la mesilla. Oigo a mi tía gritar desde la cocina.

— ¡Sarabell! Es hora de volver al mundo de los vivos. ¡A desayunar!

Gruñendo y odiando al mundo desde primera hora de la mañana me dejo caer de nuevo en la cama. << Luego digo que mi vida es aburrida >> pienso.

— Buenos días mundo —susurro sarcástica. Sin hacer esperar a mi tía, me levanto de la cama y voy a mi armario en busca de algo presentable para el día de hoy. Cuando bajo las escaleras, mi tía me espera con el desayuno listo para las dos, como todas las mañanas.

— ¡Buenos días, guapa! —dice ella con su alegría natural.

— Buenos días tía, como siempre tan contenta.

Me siento, y empiezo a degustar los deliciosos manjares que tengo delante de mí. Tengo la grandísima suerte de tener una tía que cocine tan bien. Sé que me observa en silencio. Todas las mañanas espera a que hable de mis sueños. Sin embargo, esta vez decido evitar el tema. Con la tostada a medias, la miro.