Un Misterio (para)normal

CAPÍTULO 19

Los pies me están matando. El vestido me pica por todas partes. Sudo. Y puedo jurar que mi pelo está hecho un desastre, al igual que mi maquillaje. Ahora mismo pareceré una loca, o una persona que ha disfrutado de una buena noche. Sonrío. La verdad es que he disfrutado de la noche.

Sigo a Marco y John por los distintos pasillo del club. Recorriendo de nuevo cada uno de ellos. Ahora no me resulta tan difícil ubicarme. Por la dirección que están tomando, sé que vamos a uno de los salones de la planta baja. Les he pedido un sitio tranquilo e íntimo, pero, a mi parecer, no me han escuchado. Aun así, no digo nada y les sigo.

Ellos van delante, enfadados y en silencio. A penas miran hacia atrás, solo contadas veces, cómo cuando giran unas esquina, o nos encontramos con más gente. Es como si esperaran que desapareciera. Pero eso lo van a tener complicado, yo no salgo de aquí hasta obtener mis respuestas. Los chics vienen conmigo, pero en silencio. Ninguno ha dicho nada sobre lo que ha pasado, cada uno parece estar metido en su mundo. No pasan ni dos minutos cuando oigo a Alex hablar.

— Bravo Sarabell, eso ha sido fantástico. Tenías la situación agarrada por los huevos, literalmente —ríe— siento que hayan sido tan capullos. —Nathan y Logan asiente, dando a entender que coinciden en la disculpa del rubio, ellos no podían hacer mucho por ayudarme. Y no me molesta.

— No te preocupes, les he dejado claro que no pueden tomarme el pelo.

Reímos los cuatros. Los cabecillas del grupo se giran extraños a mirarme. Pensaran que estoy loca al reírme yo sola, pero ellos están muy lejos de comprender qué está pasando. Ignorándome una vez más, siguen su camino.

Llegamos por fin a la planta baja. Estoy a punto de deciros que este no es un buen lugar para hablar en privado, pero espero. Cambian de dirección, siguiendo un pasillo estrecho que no he visto hace unas horas. Por un lado estoy preocupada, no sé dónde vamos, y tampoco es como si pudiera fiarme de ellos. ¿Acaso tengo otra opción? Miro por las paredes en busca de algún objeto que pueda usar en caso de que todo esto sea una trampa, pero en esta zona, las paredes están medio desnudas, y la decoración no es tan extravagante como en el resto del edificio. Tiemblo, pero sigo andando. No soy ninguna cobarde.

Cuando parece que se va a acabar el pasillo, giran una esquina y desaparecen de mi vista. Todo está muy oscuro y avanzo con cautela. Sopesando bien las opciones que tengo: seguir adelante y descubrir algo; o salir corriendo. Aunque me gustaría decantarme por la segunda, no puedo. Doy pasos pequeños hasta llegar a la esquina, giro y entro en lo que parece una habitación.

Todo está a oscuras, solo llego a ver mis manos. Los chicos parecen como lámparas artificiales y brillan débilmente. Facilitándome la visibilidad de la habitación. El esfuerzo no parece que haga falta. Una luz brillante me hace daño a los ojos por unos minutos, les cierro con fuerza. Al parecer, uno de los amigos de Alex ha encendido la luz. Parpadeo varias veces, pues mi vista está llena de sombras y lucecitas que van y vienen. Cuando creo que ya puedo ver bien, contemplo detalladamente la habitación. Es más pequeña de lo normal. Las paredes están recubiertas de madera, los muebles son también de madera, y los sillones, el sofá y las sillas parecen estar fabricadas de cuero rojo. Aunque sea la pero habitación del club, es la que más me gusta. Tiene además una tele colgando de la pared derecha, y una pequeña barra de bar en la pared izquierda. ¿Qué era este sitio?

— Es una de las salas de fumadores. La más antigua. Antes se usaba con más frecuencia, pero hace mucho tiempo que la gente dejó de fumar. Y los que lo siguen haciendo usan el resto de salas que son más grandes y cómodas que esta. Por lo tanto esta sala es la más privada y segura de todo el lugar. Nadie pisa por aquí.

Parece leer mi pensamiento cuando el moreno — el que parece que está siempre oliendo algo horrible— me confirma que es el lugar idóneo para hablar sobre lo que sea. Él se apoya en la mesa que hay enfrente del sofá. Su amigo, va directo a la barra del bar del fondo y se prepara un whiskey. Tal vez, para reponer sus fuerzas. De un simple trago se lo acaba, y se sirve otro. Una vez satisfecho, se sienta en el sillón, cerca de John, y también en frente del sofá. Cómo parece que no tengo otra alternativa, ando decidida hacia el sofá de cuero rojo.

Parece que son ellos los que van a interrogarme a mí, pero es al revés. Para que no se confíen, saco del pequeño bolso que llevaba el cuaderno con toda la información recopilada hasta el momento. Me apoyo en el respaldo para esta cómoda, y cruzo las piernas para poder escribir sobre ellas. Luego les miro, esperando a que digan algo.

— Cómo he dicho hace unos minutos vengo a haceros unas preguntas sobre vuestro amigo Alex. Primero, quiero saber cuándo fue la última vez que le visteis.

— Hace dos semanas, en su cumpleaños.

— ¿Ha sido mi cumpleaños hace dos semanas? —dice Alex en voz baja. Siento lástima que no recuerde nada, eso quiere decir, que el accidente debió ser poco después.

— ¿Podéis decirme algo más, por favor? ¿Dónde estuvisteis? ¿Qué paso? ¿Qué hicisteis?

— Espera, espera… ¿Por qué tanta pregunta? A cambio de hablar, necesitaremos algo ¿no?

— Claro ¿quieres otro masaje genital? ¿No te ha gustado el primero? — digo con burla. Su rostro se contrae de enfado y sonrío.

— Me refiero a que queremos saber porque pregunta por Alex.

— Os lo diré a su tiempo, primero necesito que me respondáis a esas preguntas. Esto es serio. — parecen dudar de nuevo. Se miran, me miran. Y como John parece llevar la voz cantante, habla de nuevo.

— Está bien, pero luego queremos saber toda la verdad. —asiento— Quedamos con él hace dos semanas para celebrar su cumpleaños. Como su familia siempre le ha ignorado, decidimos pasarlo bien nosotros tres, sin nadie más. Fuimos a una discoteca nueva, había oído hablar muy bien de ella. Blue Night creo que se llamaba. Tomamos unas cuantas copas, bailamos, intentamos ligar con alguna chica…lo normal. A mitad de la noche Alex se alejó de nosotros, decía que una rubia le había hecho ojos. No le dimos importancia. A la media hora o así volvió, pero empezó a comportarse raro. Así que decidimos salir de allí. Pasamos el resto de la noche en el club.



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En el texto hay: misterio, fantasmas, amor

Editado: 02.03.2021

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