Un Misterio (para)normal

CAPÍTULO 22

— Se me ha ocurrido algo que deberemos hacer más adelante para averiguar qué os pasó.

Estamos todos reunidos en el comedor mientras yo desayuno. Los papeles de Logan están guardados en un sitio seguro de mi habitación, y espero que al desconocido no se le ocurra pisar por mi casa. Yo sujeto mi tazón de cereales con cola cao caliente entre mis manos, a la vez que estoy sentada en una de las sillas del comedor. Mientras tanto, los chicos están en el sofá viendo algún programa en la tele. Parece que se han hecho dueños y señores de ese sofá.

No sé porque no se me había ocurrido antes. Tengo muy poca información sobre lo que les pasa a los chicos, solo que están en coma, pero ¿Por qué? ¿El médico no les puede ayudar? Solo hay una forma de averiguar qué pasa de verdad.

— Sabemos que estáis en el hospital a lo bellos durmientes, pero no sabemos porque. Creo que necesitamos colarnos en el hospital y ver vuestros informes.

Ellos empiezan a reírse de mí, como si mi propuesta fuera una completa estupidez. Yo sigo desayunando en completo silencio hasta que decidan callarse.

— ¿Lo dices en serio? —pregunta Nathan en primer lugar.

— Claro, ¿Qué tan difícil puede ser?

— Te recuerdo que una vez te colaste y nuestras familias casi te echan a patadas. Lo sé porque estaba ahí. ¿Quieres que vuelva a suceder? — Alex siendo siempre tan conciso.

— Eso fue diferente. Todavía no sé como lo haré, pero tenemos que tenerlo en cuenta. Entrar en el hospital y comprobar vuestro historial es algo que hay que hacer. Pero antes, centrémonos en lo de esta noche.

— ¿Has hablado con Camila? — pregunta Logan.

— Bueno, hablar, hablar… No se si se puede llamar así. —digo algo dudosa mientras recuerdo lo que me dijo esta mañana.

 

Me levanto temprano. A penas son las ocho de la mañana y no hago más que dar vueltas por la cama. No dormir es ya una costumbre para mí, tengo demasiadas cosas en la cabeza, y aunque no lo quiera admitir, la “misión” de esta noche me preocupa todavía más.

Me paseo por la habitación para pensar con claridad. Tengo que llamar a Camila para que me acompañe y no sospechen de mí. Tengo miedo de que la pase algo malo por mi culpa, aunque Camila es de armas tomar y sabe defenderse ella sola. Es mi mejor amiga y si se entera de que he ido a esa discoteca yo sola, me matará. Después de dar cinco vueltas más, y de empezar a quemar la alfombra, cojo el teléfono decidida. Al quinto toque por fin, me lo coge.

— Ya puede ser urgente, porque si no prepárate para morir —se queja una Camila adormilada por el otro lado de la línea telefónica. No me había dado cuenta que apenas son las ocho de la mañana y estamos de vacaciones.

— Perdona Camila, no he mirado la hora. Necesito hablar contigo urgente.

— Venga dime, sabes que a pesar de querer matarte por despertarme tan pronto, siempre puedes contar conmigo. Además, me has dejado con intriga. Cuenta por esa boquita.

— Sabes que todavía estoy intentando ayudar a los chicos ¿Verdad?

— Sí, sigues sin hacerme caso, así que me imagino que sigues con ellos. ¿A qué viene eso?

— Necesito que me ayudes a hacer una cosa.

Entonces la cuento todo el plan y toda la información qué tenemos sobre la discoteca Blue Night. Solo rezo por que nadie haya pinchado el teléfono. Aunque pensándolo bien, esto no es una película de espías. Como cabe esperar, Camila solo reacciona de una manera.

— ¡Estás loca! ¿Cómo se te ocurre ir al lugar donde se vio a los chicos por última vez? ¿Y si te pasa algo?

— Por eso quería pedirte que me acompañes, si vamos juntas, no podrás sospechar de mí.

— Claro, ¡VAYA AMIGA! ¿Quieres que me maten a mi también? Soy demasiado bella y joven para morir.

— Por favor, te necesito, eres mi mejor amiga. ¿A quién más se lo voy a pedir?

— A nadie, esta claro. Sarabell, sé que tu eres así de altruista y que les quieres ayudar. Sé que toda tu vida a estado marcada por la desgracia, pero no hagas eso. No te sacrifiques por unos desconocidos.

— No son unos desconocidos, son mis amigos. Yo haría lo mismo por ti.

— Lo sé, pero te tienes que preguntar si ellos harían todo esto por ti.

Se hace un silencio entre ambos lados. Sé lo que quiere decir, es mi amiga y se preocupa por mí, pero si no les ayudo yo ¿Quién lo va a hacer? Les podía dar la patada y olvidarme de ellos, dejar que mueran. Pero no podría vivir con ello, mi conciencia no lo soportaría. Y si les ayudaba, necesitaba a Camila a mi lado, de soporte.

— Por favor Camila, te necesito —rezando por que mis palabras llenas de cariño lleguen a su corazón, espero su respuesta.

— Esta bien, te ayudaré. Me paso por tu casa más tarde. Y cuando salves a esos chicos, yo misma me encargaré de matarlos de nuevo.

— Eso sería contraproducente ¿no?

— ¡Cállate! — me río con ganas, me encanta chinchar a mi amiga.

— Nos vemos luego, ponte guapa.

— Adiós.

 

— Ella aceptó venir con nosotros, esta tarde se pasará a buscarme e iremos juntas.

— ¡Genial! —dice Alex con demasiado entusiasmo. ¿Qué es eso que veo en sus ojos? ¿Admiración? ¿Sentimientos? ¿Amor? ¿Por Camila? Vaya, vaya, al parecer el rubio se ha empezado a enamorar de mi amiga. Que pena que ella no sepa ni cómo es.

Todos miran a Alex con asombro, extrañados por que el rubio sea tan efusivo. Durante este tiempo hemos conocido cómo es en verdad con las chicas, y no me gustaría que hiciera daño a mi mejor amiga.

Pasamos el resto de la tarde sin hacer gran cosa. Vemos un montón de películas, comemos helado, jugamos a juegos de mesa —no tengo Psp, cosa con la que Alex se indignó— y sobre todo, hablamos de nosotros. Es un día agradable y entrañable. Se siente como si ellos fuesen reales y hubiéramos quedado para pasar una tarde en casa de un amigo, huyendo del calor sofocante de la calle.



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En el texto hay: misterio, fantasmas, amor

Editado: 02.03.2021

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