Un mundo de asesinos - ¿y tú, qué clase de asesino eres?

Capítulo 9: Personas inexistentes

 

1

 

Graham pasó gran parte de la noche investigando el círculo de amigos perteneciente a Robert Wilson y pensando en quienes eran aquellas personas que el difunto acosaba; él había encontrado varias fotografías de personas que a simple vista no tenían nada en común a excepción de ser asechadas por el mismo sujeto.

—Lamento despertarte Liliana pero necesito un favor de la forense más sexy que puede haber en Carbas.

—Dime que es lo que quieres y déjame dormir pequeño bastardo –Refunfuñó la forense Rodríguez.

— ¿Qué has dicho? –Preguntó Graham.

—Dígame que necesita, agente.

—Te acabo de mandar unas fotografías, necesito que me digas que tienen en común esas personas, las cuentas bancarias en el mismo banco, mismas rutas matutinas o si asisten a algún club juntos, lo que sea es bueno para comenzar.

—Tienen algo en común…tanto entre ellos como con la víctima… -Susurró Liliana.

— ¿El que…? –Cuestionó Newt.

—Ninguna de esas personas existe…a excepción de una…El chico de cabello negro dueño del Bugatti.…Joseph Davis. Trabaja para tu amigo Patrick en Escamander Enterprises.

—Mañana a primera hora le haré una visita a ese tal Davis. Gracias, Lily, pasa una linda noche. –Dijo Graham al teléfono justo antes de colgar.

 

2

 

Joseph Davis tenía un plan muy por fuera de las necesidades de su amigo Whitemore y ese plan era vengarse de aquellos que dieron muerte a su querida Martha.

Eran las nueve con cuarenta pertenecientes a la noche en aquella desastrosa ciudad de Carbas y Joseph caminaba a campo abierto para llegar a la bodega donde anteriormente había encontrado los cadáveres de sus compañeros, al llegar allí no encontró un cadáver pero si algo muy cercano a ello…

— ¡Alto ahí! –Gritó una persona con una voz gruesa.

—No me moveré ni un centímetro –Contestó Joseph observando a aquella figura que salía de entre las sombras.

— ¿Qué haces en mi propiedad? –Preguntó el anciano- Las solicitudes de renta se hacen durante el día y estando aquí de noche sólo puedo asumir que eres un ladrón.

El anciano sostenía fuertemente su arma en dirección a Davis, claro, tan fuerte como su viejo cuerpo se lo permitía.

—No soy un ladrón…de hecho, estoy aquí para rentar esta bodega pero…antes quería darle un vistazo, pasaba por aquí y decidí llegar –Respondió el asesino impuro mientras levantaba las manos- Pensaba en hablar con el guardia nocturno.

—No hay guardia nocturno, me rehúso a pagarle a alguien para que sólo venga a dormir –El anciano se escuchaba enojado- Estoy pensando seriamente en vender este pedazo de tierra y regresar a México.

Joseph continuaba observando al viejo y escuchando atentamente cada palabra que decía.

—Ven adentro hijo, te invitaré un café –El sujeto que se encontraba frente a Davis bajó el arma.

El anciano entró a la bodega con Joseph a su espalda y se limitó a decir:

—Si piensas matarme te diré que el título de propiedad está en la gaveta de la camioneta.

Joseph sólo sonrío.

—Jajá ¿Cree que soy esa clase de persona? –Preguntó Joseph.

—Vienes muy bien vestido y he visto que te has bajado de un Bugatti, eso en Carbas sólo significa una cosa, eres una mala persona, un empresario o político y déjame decirte que jamás te he visto en televisión.

—Soy oficinista –Davis se sentó en una silla frente al anciano y sonrío, aquella persona le agradaba dado que le recordaba a su abuelo- ¿El anterior inquilino no dejó en mal estado el lugar?

—La última persona que estuvo aquí dejó de rentar el día de ayer.

—Sí, es un amigo mío…aunque tengo mucho tiempo sin verlo; Cristian –Comentó Joseph recordando el único nombre que se mencionó en aquel lugar.

El anciano se levantó y tomó su cafetera para posteriormente servir un poco en dos tazas de porcelana.

—Creo que se confunde de persona –Añadió el anciano- Cristian no es el nombre del sujeto que rentaba.

—Oh…entonces fue el otro… -El asesino impuro fingió pensar un poco y tratar de recordar el nombre- No logro recordar cómo se llama, casi no hablo con él pero es amigo de Cristian.

El viejo le extendió una mano con la que sostenía la taza de café y Joseph la tomó.

—Su nombre era… -El propietario de aquella bodega permaneció observando el suelo por unos cuantos segundos.

« ¡Vamos! ¡Diga su maldito nombre!» Gritaba Joseph dentro de sí. « ¡Asesinaré a ese bastardo esta misma noche con mis propias manos!»



#3454 en Detective
#1747 en Novela negra
#11597 en Thriller
#4720 en Suspenso

En el texto hay: crimen, asesinos, suspenso

Editado: 22.01.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.