Un mundo donde lo flashero realmente existe.

Desconfianza.

-"¿¡Quee!?"- responden ambas a la misma vez. Se miran la una a la otra. Marcus les lame la cara a ambas haciéndolas reaccionar.
-"Sí, chicas todo encaja. Nada de lo que nos pasa y pasa aquí es coincidencia"- digo mostrando seguridad.

-"Max, estoy completamente de acuerdo"- habla Pablo poniendo su mano en mi hombro. -"Bien, ya tenemos una idea aún más clara. Ahora debemos ir con David"- dice finalmente y enciende el motor de la camioneta.

Logré poner un poco de música relajante para calmar las aguas durante el camino. Stela y Sara miraban por ambas ventanas, Marcus dormía entre ellas. Pablo pegaba suavemente sus dedos contra el volante al ritmo de la música. Al fin estamos llegando a algo que nos pueda cambiar la perspectiva.

-"Bien, creo que es por aquí si no me equivoco..."- divaga Pablo mientras agacha la cabeza para mirar las casas del lado derecho de la ruta.

Allí se encontraba una casa rústica pequeña con flores a su alrededor. Miro mi reloj, son las diez menos veinte.

Pablo entra por una reja que se encontraba abierta, esta era de madera, hecha a mano.

Apaga el motor y vemos por la ventana izquierda salir a un par de niños por la puerta de la casa.

-"¡Papi, ya llegaron!"- llama una niña a su padre. Al lado de ella, se encontraba un niño aún más pequeño con un pañal quien saltaba emocionado.

Todos bajamos de la camioneta y nos aproximamos hacia ellos.

-"¡Hola! Soy Sara, un gusto"- le extiende la mano y el hombre alto le sonríe.

-"Lo siento, no puedo darte la mano, me agarraron haciendo lo último que me queda de comida para los niños. Vengan, pasen, sientanse como en su casa"- atravesamos la puerta principal y un olor a pan recién cocinado inunda mi nariz.

Los niños corren y se sientan en unos pequeños silloncitos que se encuentran alrededor de un pequeña mesa. Marcus les lame la cara a ambos y se recuesta a su lado. Nosotros en cambio nos sentamos en una mesa de tamaño normal que tenía unos adornos en medio. Sara y Pablo no paraban de sonreír. El hombre volvió a la cocina dejándonos solos por un momento y volvió a dejarles un par de panes con dulces a cada uno de sus hijos. Entonces se sienta con nosotros.

-"Muy bien, mil perdones por la tardanza. Soy David, ellos son mis hijos."- señala al par de pequeños que se encontraban comiendo felizmente. -"La niña se llama Jully y el niño más pequeño se llama Alexander"- nos sonríe.

-"De nuevo me presento. Soy Sara, ella es Stela. Y ellos dos son Max y Pablo. Un gusto David"- habla Sara sonriéndole.

-"Cómo me alegra poder haberme contactado con ustedes, ya estaba perdiendo las esperanzas"- dice David levantando al pequeño que le pedía que le alzara.

-"Nosotros igual, Max justo había arreglado la radio de nuestra camioneta"- dice Stela.

-"Oh, que bien. Yo tuve que arreglar la luz porque estas personas locas lo rompieron la noche pasada. Trato de mantenernos adentro, son muy peligrosos. ¿Se encontraron con alguno?".

-"Con bastantes. Éramos ocho en nuestro grupo, pero...bueno, nos topamos con distintas circunstancias y algunos no pudieron sobrevivir"- habló Pablo. David asiente con cara de pena. En ese momento Alex le extendió sus pequeños brazos hacia él.

-"No Alex, Pablo está muy cansado para jugar contigo, otro día será"- le regaña dulcemente al niño. Éste asintió.

-"Démelo, me agrandan los niños"- le sonríe al niño mientras extiende sus brazos al pequeño. Él sonríe muy feliz cuando lo sostiene.

-"El viaje habrá sido cansador, ¿quieren un té?"- nos ofrece el hombre. Todos aceptamos por lo que volvió a la cocina.

En ese entonces, Jully, se dirige a Sara y le pregunta: -"¿Por qué no tienes tu brazo?¿Te lo robaron?"- Sara ríe por su inocencia.

-"Sip, me lo robó una persona loca, un amigo me cortó el resto del brazo así no queda raro"- la mira con dulzura. La niña llevaba puesto un vestido amarillo que resaltaba sus enormes ojos azules, junto con unos zapatitos negros de tela.
-"¿Cuántos años tienes?".

-"Cinco"- le sonríe de manera alegre.

Me distraje de su conversación y miré el lugar. La casa es acogedora, tiene sillones marrones, estanterías con libros y algunas figuras de vírgenes. Está perfumado con olor a flores primaverales, una gran alfombra blanca cubre la entrada al living. No debería de seguir dudando de éste hombre, pero tengo muy mala espina.

Llegó David y nos dió un té a cada uno de nosotros. Entonces habla.

-"Veo que son jóvenes, ¿qué estudiaban antes de que esto ocurriera?¿Cuántos años tienen?"- nos mira con mucha curiosidad, decido responder primero.

-"Yo estudiaba informática, tengo veinte años".

-"Yo no estudiaba nada, preferí unirme a boxeo a tiempo completo. Tengo veinticuatro"- le cuenta Sara.

-"Estudiaba arqueología en la universidad, en Japón tuve el cinturón negro de karate y tengo veinte también"- habla Stela. David levanta ambas cejas en tono de sorpresa.

-"Yo quise estudiar profesorado, pero no tenía mucho dinero así que me dediqué a trabajar. Tengo veinticuatro"- termina Pablo.

-"Wow, todos son muy diferentes en todos los sentidos. Yo trabajo en la empresa petrolera y tengo treinta y seis".

-"¿Cómo se enteraron de estas personas?, nosotros les llamamos muertos. ¿No tuvieron ningún inconveniente?"- pregunta Pablo.

-"Ya ni sé cuando fué, pero recuerdo haber llegado de trabajar y encontrarme a mi mujer en el suelo con un 'muerto' intentando atacarla. Lo maté con mi escopeta, pero llegaron más. Entonces agarré a los niños y junto con mi mujer nos fuimos de nuestra casa y encontramos ésta con unos señores mayores quienes se marchaban. Después de un tiempo, a mi mujer le empezaron a sangrar los ojos, luego la llevé al sótano para que no la vieran los niños"- se nos acerca y susurra. -"Se le cayeron los ojos y el pelo. Después su piel de aclaró quedando en un tono grisáceo. Fué ahí cuando encontré esta radio y me contacté contigo Max".



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En el texto hay: misterio suspenso, suspenso

Editado: 23.07.2020

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