Meses después.
Empezaba a colarse el sol por mi ventana, ya tenía horas despierta, mejor dicho, no había podido dormir nada. Sabia que tenía que levantarme en algún momento, pero no tenía ganas de nada, solo deseaba desaparecer de una vez por todas.
Sentía el dolor colándose por mis costillas, no podía moverme ni un poco, si lo hacía podía desfallecer. Pero tenía que hacerlo debía de averiguar lo que paso en la noche.
Habían pasado semanas desde la ultima vez que pude dormir, sentía que si cerraba los ojos el vendría por mí.
No pienses en él, no pienses en él o vendrá por ti. Decía la insoportable voz en mi cabeza.
Después de horas debatiendo entre levantarme o no, decidí hacerlo. En cuanto mis pies tocaron el suelo sentí el dolor envolviendo mi cuerpo, mis costillas dolían con cada paso. Cuando estaba saliendo de la habitación vi mi reflejo en el espejo del closet, se notaban demasiado los grandes moretones en mi cuerpo. Uno de ellos en mi costado derecho, bajaba desde la línea del sujetador hasta el final de mis costillas, nada humano pudo haber hecho esto.
Bajé a la cocina a preparar un café, en cuanto empecé a tomarlo sentí un ruido en la puerta frontal. Alguien estaba tocando la puerta. Sentí mi corazón latiendo fuertemente en mi pecho, como alguien pudo llegar aquí estoy a kilómetros de la civilización.
Me acerque sigilosamente a la puerta.
- ¿Quién anda ahí? – pregunte rogando no obtener una respuesta.
- ¿Quién crees que será pequeña? – En cuando oí su voz empecé a hiperventilar.
Era él había vuelto por mí, y esta vez no va a ser sutil.
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Editado: 14.07.2021