12.12.23
Una noche más sin poder dormir bien. A pesar del cansancio del día previo, las noches de diciembre siempre eran difíciles. Aunque los años pasaban, los recuerdos no se iban.
La neblina estaba baja y el chipi chipi que anunciaba la próxima helada iban acorde con las luces navideñas encendidas y titilantes que no se apagaban pese al inicio del día. Ya se podían ver niños en el parque, anuncio de que las vacaciones habían empezado.
Sonreí al ver aquel pequeño tomado de la mano de su madre, lo que hizo que mi corazón se estrujara. Aún la extrañaba mucho. Llegué corriendo hasta mi oficina pues ya se me había hecho tarde por mantener mi mente en el pasado. La pila de documentos pendientes había reducido mucho, pero aún tenía que terminar.
Dediqué gran parte del día a revisar cada hoja de aquel montón, hasta que mi estómago reclamó por alimentos.
—Necesito comer algo, ¿Vienes conmigo? —la llamada de Miriam llegó a mi como señal divina.
Llegamos al pequeño restaurante frente al edificio de oficinas. Mientras nos preparaban nuestros croissants y le preguntaba a Miriam algunas dudas de los planteles escolares que ella conocía, llegó a mi mente la experiencia nocturna del día previa.
—Anoche terminé revisando hasta el viejo archivero —saqué el tema.
—Veo que te tomaste muy en serio lo de actualizarte —rio mientras sorbía su bebida caliente.
—No pude revisar casi nada, no había luz— levanté los hombros—, pero me encontré con alguien raro. Dijo trabajar en la oficina, pero jamás lo había visto...
—El nerd —interrumpió Miriam antes de que le diera más detalles.
—¿Nerd? —fruncí mi ceño por el adjetivo, recordando mis días de secundaria.
—Sí, si. Así lo conoce todo el mundo —afirmó con la cabeza—. Llevó 2 años trabajando aquí y el tipo ya tenía esa fama. Es como un mito, pocos lo ven —rio.
—Pero, ¿a qué departamento pertenece? ¿O cuál es su función? —dije mordiendo mi comida recién entregada.
—Dicen que al departamento contable del área norte, he escuchado que el hombre hace su trabajo sin involucrarse ni hablar con nadie. Solo hace lo suyo y se aisla en su espacio —también empezó a comer.
—¿Cómo es que puede pasar desapercibido entre todo el alboroto de esa oficina? —seguía intrigada por no haber escuchado antes de él.
—Ese chico es un cero a la izquierda, Vale, de esos que viven en su mundo, en sus libros y no son capaces de encajar con nada —alzó ambos hombros concluyendo su afirmación.
—Emiliano —dije su nombre haciendo lucir mi capacidad para no olvidar ninguno.
—¿Cómo? —contestó confundida.
—Se llama Emiliano —repetí haciendo énfasis —llevas todo esté tiempo diciéndole hombre, tipo, etcétera.
—Da igual como se llame, Vale. Es "X" —siguió mordiendo su croissant sin darle importancia al asunto.
En cambio yo no me sentía satisfecha con la información que había obtenido, al contrario, ahora me sentía más intrigada por ese hombre, como decía mi nueva amiga.
Aquella comida fue fructífera. Recibí la actualización de los nuevos chismes de la oficina y la notificación de que Erick al parecer sentía atracción por mí, cosa que no me importaba en lo absoluto. No quería ninguna relación sentimental y menos en esa temporada del año. Además, Erick emanaba un aura extraña.
Regresé a la oficina que cada vez tenía más adornos navideños por todos lados. Dispuesta a seguir mi trabajo, ignorando toda la escarcha a mi alrededor, tomé una carpeta más en mis manos. Sin embargo, de pronto recordé que yo tenía un expediente de todos los empleados. Abrí el buscador y escribí su nombre.
Emiliano Cazares, fue el único resultado de la busqueda. Abrí su expediente y su foto fue lo primero que llamó mi atención. La oscuridad no me había permitido visualizar sus rasgos. Cabello castaño oscuro y mirada penetrante, no parecía alguien distinto al resto, sin embargo los que me había contado Miriam me había dejado intrigada.
¿Por qué todos lo habían etiquetado como el nerd? ¿Realmente era como mi amiga lo había descrito?
Una cosa si era clara, lo iba a averiguar.