19.12.23
Estaba en el área de descanso parada frente la cafetera, esperando a que terminara su proceso de preparación. Empecé a mover mi pie rítmicamente, era difícil ocultar mi impaciencia y ansiedad. La navidad estaba cerca y sabía que sería el peor día del año una vez más, además ahora también me sentía confundida por lo que había pasado con Emiliano.
No nos habíamos visto otra vez y pensé que quizás era lo mejor. Un beso esporádico, un clic ocasional de un ligue inconcluso. Parecía un buen recuerdo, pero en mi estómago seguía ese sentimiento.
—Hola —la voz de un hombre mi hizo girar — ¿esperando tu dosis de café? —no era quien hubiera deseado.
—Hola, sí — senalé a mi taza —es necesario para seguir.
—¿Qué tal te trata el trabajo? —preguntó recargándose en la pared cerca de mí.
—Bien —sonreí con falsedad como todos ahí —, ya me estoy acoplando.
—Me da gusto —sonrió — eres una mujer muy inteligente —dijo con un toque de coquetería.
—Gracias por el cumplido —asentí, alejándome un poco pues el café ya estaba listo.
—Vale, me preguntaba si te gustaría salir conmigo en algún momento, quizás podría darte algunos tips de esta oficina y también conocernos un poco más.
El hombre era guapo y su oferta seguro era tentadora para muchas, sin embargo no sentía una atracción por él y esa sensación de que había algo detrás de sus palabras seguía presente.
—Gracias por la invitación —respondí amable—, pero no tengo tiempo para salir con nadie —tomé mi taza y empecé a caminar, pero me obstruyó el paso.
—Deberías pensarlo mejor —dijo muy cerca de mí —estoy seguro de que podemos pasarla bien.
—Tendré que decirte que no otra vez —lo esquivé para salir del lugar
Me había sentido muy incómoda por lo ocurrido y caminé lo más rápido que pude hasta mi oficina. Fue cuando me lo topé de frente y choqué una vez más con él. El líquido se derramó sobre su camisa.
—¡Ah, ah! —empezó a quejarse porque estaba caliente.
—¡Oh, por Dios!, ¡lo lamento tanto! —empecé a pedirle disculpas. No entendía por que seguía siendo víctima de mis descuidos.
La secretaría le ofreció un pañuelo y empezó a retirar el exceso de líquidos, varios en la oficina se giraron para espectar curiosos aquel evento.
—Necesito limpiar esto —me miró incómodo y empezó a caminar al baño.
Ante las miradas de varios lo seguí hasta el baño de hombres en donde estaba a punto de retirarse la camisa. Me giré de inmediato al darme cuenta de la imprudencia que estaba a punto de cometer.
—Emiliano, de verdad fue accidente —dije manteniéndome de espaldas a él —no sé porque soy tan distraída al caminar.
—Y manejar también —me contestó con un toque burlón.
Su forma de responder me hizo reír un poco. Me sentí aliviada al notar en su voz que no estaba enojado conmigo.
—Necesito ir a cambiarme, es imposible asear esto aquí —caminó hasta estar frente a mí.
Me miró unos segundos y luego se fijó en las manchas de mi vestido.
—Tú también deberías cambiarte —sonrió.
—Me da mucha vergüenza todo esto —llevé mis manos a la cara.
—Tranquila —tomó mis manos para descubrir mi rostro —nuestros encuentros son un atropello agradable.
Volví a perderme en su mirada, realmente me gustaba mucho el color de sus ojos. Empecé a aproximarme a él y él a mí. Quería volver a tocar su labios.
—Vale —dijo Miriam desde la puerta —me separé de él como un resorte, tratando de disimular lo que estaba por ocurrir —te estamos esperando para las firmas —dijo mi amiga con una sonrisa burlona al notar lo que estaba pasando.
—Si, ya voy. Te veo luego Emiliano y una vez más, lo lamento —le dije antes de salir con una sensación de vacío en el pecho por no haber logrado aquel beso.