Christina frunce el ceño cuando me escucha hablar.
Mi voz está completamente arruinada y en menos de cinco horas tenemos un concierto en beneficio de hope house, el orfanato más grande de Londres.
—¡¿Qué le paso a tu voz?! — exclama histéricamente.
Estamos en el detrás de escena del lugar en donde el concierto será dado, me estoy congelando, estoy agotada y siento que aun, mis extremidades tiemblan. Agreguémosle a todo eso las ojeras por la falta de sueño y que mis ojos verdes estén rojos a causa del llanto y de seguro, yo podría asustar a la madrastra malvada de cualquier cuento de hadas.
Ahora mismo, no soy Nicole la estrella. Estoy de vuelta a mis días oscuros.
Le doy la espalda a Christina y automáticamente veo una mata de pelo cobrizo rebelde acercándose a nosotras.
Puedo ver en su rostro el momento exacto en el que se da cuenta de que algo no está bien.
Apresura sus pasos y en menos de dos segundos sus manos con largos dedos envuelven mi rostro.
Sus ojos grises me perforan estudiando la situación.
—Mi voz es un desastre —gimo. Sueno como un adolescente a quien la pubertad ha tocado en su puerta. Estoy ronca y casi puedo apostar que el frio lo empeorará de tal modo, que un par de horas no tendré voz.
— ¿Qué demonios paso? —gruñe liberando mi rostro y envolviéndome en sus brazos. Él es unos cuantos centímetros más alto que yo por lo que puedo esconder mi rostro fácilmente en el hueco de su cuello.
—Eso es lo que yo quiero saber —musita Christina.
La ignoro y murmuro contra el cuello de Wyatt para que solo él pueda escucharme:
—Ella está en Londres…Todos están aquí.
Automáticamente sus brazos se tensan a mí alrededor y maldice en voz baja.
Wyatt y mi padrino fueron mi unico sostén durante los peores momentos de mi vida. Es por ello que también son las únicas personas de mi pasado a quienes se les permite estar en mi presente.
»Tuve un ataque de pánico cuando Grayson me lo dijo, es por ello que me encuentro en este deplorable estado…No puedo creer que todavía me afecte de este modo, siento que todos estos años de terapia se fueron a la mierda en una noche.
Wy me libera y tomando mi mano nos aleja hacia un rincón apartado de Christina y de cualquier oído indiscreto.
—Grayson necesita conocer la historia completa, Nicole. Él va a seguir arrojando bombas como esas y tú vas a explotar…Además, ¡ellos no tienen un carajo que buscar aquí! —gruñe mirándome fijamente.
La cosa con Wyatt es que es tan excesivamente sobre protector en lo que a mí se refiere, que se preocupa más por el hecho de que mi padrino pueda decir algo que me mande en picado, que por lo más importante: no lo he superado.
Restriego mis ojos con fuerza.
No se suponía que después de tres años de solo recibir mensajes y llamadas esporádicas de papá…Todos ellos aparecieran.
—No es como si hubiera estado en posición de preguntarle a mi padrino a qué venían, Wy. Estaba muy ocupada intentando conseguir aire para no morir asfixiada. —digo con sarcasmo.
Me toma por las muñecas obligándome a dejar de maltratar mis ojos.
—Es una buena cosa que la gira este a la vuelta de la esquina —espeta más para él que para mí —. Puedes hablar tú con Grayson o puedo hacerlo yo. Es tu decisión, pero esa conversación es algo que no se puede retrasar ahora que ellos decidieron aparecer.
Esta en modo autoritario, no hay forma de que yo vaya a ganar esta discusión y tampoco tengo fuerzas para intentarlo.
Infantil o no, me refugiaré bajo su ala protectora una vez más dejándole el trabajo sucio.
—Hazlo tú —concedo. Si solo la idea de compartir el mismo país con ellas me provoco un ataque, no quiero ni pensar lo que pasaría si cuento la historia de nuevo.
Wyatt asiente y tomando un respiro se obliga a calmarse.
—Bien. Por el momento, es mejor que nos encarguemos de arreglar el desastre en el que te convertiste. No pareces mi bomboncito.
Ruedo los ojos permitiéndole guiarme al camerino con mi nombre estampado en la puerta.
*****
Miro mi reflejo en el espejo de cuerpo completo que Christina se encarga de que instalen en cada uno de los camerinos que me son asignados.