Un novio para navidad

━chapter three;

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Chapter three

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Es una hermosa mañana de viernes, aunque mi cuerpo me dice lo contrario. Anoche junto a mis compañeros del bufete la pasamos muy bien, hace tiempo que no teníamos una reunión así, pero lo que más me sorprendió fue el señor James, o el príncipe de las tinieblas como se hace llamar, se quedara con nosotros celebrando.

 

Para nadie es indiferente que ese hombre es totalmente antisocial. Pero el hecho que haya aceptado jugar, y beber con nosotros es un evento que no se presenta todos los días. Mi cabeza da vueltas, me he mareado un poco por levantarme tan de repente, y en mí nace una sed horrible, mientras con delicadeza bajo de mi suave cama empiezo a tener algunos recuerdos de la noche anterior, pero el más alarmante en mi subconsciente es una apuesta, oh mierda, espero no haber aceptado tal cosa, aunque no me vendría nada mal el dinero, sin embargo,  esto implica tener una relación sentimental con el hombre de un humor horrible, el cual es incapaz de emitir una simple sonrisa, o relajarse. Ese hombre se toma las cosas muy en serio. No disfruta de los pequeños momentos de la vida.

 

¿Pero qué tal que haga lo mismo con la apuesta? es una pregunta que me carcome durante todo el día. El tráfico en New York es siempre una mierda, y lo es aún más cuando vas en automóvil surcando las congestionadas calles de la ciudad, se ha formado un trancón enorme a unas calles de la firma Always. Lo único que puedo hacer es esperar que se termine pronto, mientras tanto decido retocarme un poco el rostro, por alguna razón tener maquillaje en el rostro me hace sentir más linda, aunque en ocasiones me produzca alergias, soy de esas personas que el maquillaje barato causa efectos secundarios, mientras me aplico un poco de lápiz labial color carmesí oscuro, puedo observar a un joven chico en bicicleta esperando al trancón junto a mi vehículo, no lleva casco permitiéndome así tener una mejor perspectiva de su anatomía, es muy guapo, es moreno con cabello corto y ojos claros.

 

Definitivamente mi tipo. Sin embargo, recuerdo tantas relaciones que resultaron fatal; como resultado yo con el corazón roto, llorando por alguien que ni siquiera se había ganado mi cariño, aun así, siempre me empecino en estar ligada a alguien, eso solo demuestra mi necesidad de afecto y poco amor hacia mí. El tema de la baja autoestima, siempre me ha perseguido al igual que mi sombra, que por más que lo intente nunca se va.


Así que decido ver hacia el frente, y dejar pasar un posible enamoramiento del día. La oficina está hecha un caos la mayoría se encuentra igual que yo, desechos por el efecto del alcohol, desde la recepcionista hasta el vigilante del lugar llevan gafas oscuras. El ambiente se siente diferente al demás día, hoy todos parecen zombis, arrastrando su cuerpo con pesadez. Tal parece que la única acostumbrada a beber grandes cantidades de licor, de forma desenfrenada soy yo. 

 

Mi serenidad se ve interrumpida por una fuerte, y varonil voz de procedencia inglesa, lentamente giro mi cuerpo sobre mi eje, y me encuentro con el hombre de mis pesadillas, este se limita a inspeccionar mi cuerpo de arriba- abajo, solo menciona de forma pausada—Buenos días, señorita Jhonsson si no es mucha molestia me gustaría que se dirija a mi oficina, tenemos mucho porque hablar—menciona guiñando un ojo a su paso.

 

Como acto de respuesta asiento lentamente con mi cabeza, y obedezco su orden. Rendida sigo al hombre algunos metros de distancia, dos para ser exactos, él como todo un caballero me espera en el ascensor. Es la segunda vez que compartimos espacio en lugar tan cerrado, puedo percibir que estoy temerosa frente a la situación que se avecina, mis mejillas se ruborizaron simulando un pequeño tomate, mi pulso se hace más rápido y mis manos inician a sudar. Patrick por su parte mantenía una expresión sería marcada en su rostro, y solo seguía el ritmo con su pie de la melodía en el pequeño confinamiento.

 

La oficina del hombre se encuentra justo al frente del ascensor. El despacho del hombre es espaciosa decorada sutilmente con algunas esculturas clásicas, los tapizados de las paredes, y el suelo son todos monótonos de un color gris claro, se puede percibir el olor a vainilla y perfume varonil. En el escritorio del hombre se encuentra una placa tallada en vidrio con el nombre del abogado junto a su especialidad la cual es derecho civil.
 

Procedemos a tomar asiento, y sin previo aviso el hombre desliza una hoja de papel en dirección a mí.
—Si vamos a hacer pareja, necesito dejar muy bien en claro algunas reglas y cláusulas para que este sea legal—declara con un tono firme en su voz.

 

—Claro, pero este no es un caso judicial, es solo una pequeña apuesta—simplifico mis palabras.

 

—Si el trato tiene un tiempo establecido, un valor monetario y un compromiso, implica un caso legal según lo veo—menciona el hombre reciclándose sobre su silla, con algo de pereza.

 

La actitud del hombre es impresionante, pero lo es más me agrada de él, es esa devoción por el trabajo, que ni siquiera en un juego pierde su papel. Sin más que decir acepto. Durante aproximadamente una media hora estuvimos discutiendo sobre las cláusulas que tendrá nuestro contrato de noviazgo, para resumir ambos buscamos un mismo fin; obtener el dinero y dividirlo equitativamente. Tendríamos dos citas a la semana, para simular que estamos tomando esto en serio, nos tomaríamos de las manos, expresaríamos nuestros sentimientos mediante abrazos y palabras bonitas, típico de una relación, sin embargo, él fue muy estricto en tocar nuestras bocas, por alguna razón que no comprendo no desea que nos besemos así sea en privado, como última estancia, ningún familiar se debe enterar de la apuesta, solo nosotros y nadie más, será como nuestro pequeño secreto. Para cerrar el trato plasmamos nuestras firmas acompañadas de nuestras huellas. Siendo así legal y por lo tanto irrompible, él no desea tener una novia, y yo no quiero salir lastimada nunca más.



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En el texto hay: navidad, melancolia, romance

Editado: 22.12.2020

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