Un nuevo comienzo

Un karaoke lleno de emociones

CAPITULO 17

Las nueve con diez minutos.

Hora de la fiesta y el cuerpo lo sabe, o por lo menos eso es lo típico que dicen los jóvenes al llegar al fin de semana.

La música se encuentra sonando en lo alto, en la pista de baile hay personas abriendo pista, unos se encuentran tomando de sus bebidas mientras contemplan a las chicas que se encuentran solteras.

—Tener treinta años, ser coqueta y próspera —expresa Sofía mientras mira con la boca abierta el lugar —. La película está equivocada, no se necesita tener treinta para vivir una noche loca, ¿verdad Geli?

—Espera un momento —interviene Lorena con evidente sorpresa —, ¿me puedes decir en qué momento has visto esa película?

—Siempre la miro por Fox cuando estoy sola —se encoge de hombros al confesar eso —, pero ya que estamos hablando de la película, ¿por qué el hombre le baila en calzoncillos? ¿Por qué ella tenía unos calzones tan chiquitos? —Gerardo queda sin palabras al escuchar semejantes preguntas —. Y la más importante, ¿hasta qué edad me va a crecer el pecho para poder mostrarlo en los vestidos que usaba ella?

Si, toda una niña con la mentalidad de una de doce.

— ¿Qué les parece si tomamos asiento? —interroga Evangeline para evitar que la niña siga haciendo más preguntas.

—Si, por favor —responden al unísono Lorena y su hermano.

—Angie, ya te habías tardado —Becca se acerca a saludar al decir eso —. Hola, buenas noches —saluda a los desconocidos —. Soy Rebecca, una de las mejores amigas de esta chica que me lleva quitando la paciencia por más de diez años, pero qué más puedo decir.

—Te presento a Gerardo, su hermana Lorena —la cara de sorpresa de Becca no tiene precio, su hasta ayer por la mañana su amiga se encontraba diciendo que no tenía fuerzas para luchar, y ahora llega de la mano con ese guapetón. Hay que agradecer que no cometió ningún tipo de indiscreción.

— ¿Y éste lindo angelito quién es? —pregunta mientras acaricia una de las mejillas de la castaña.

—Me llamo Sofía —añade la niña con una sonrisa —, pero creo que más bien vengo siendo una copia de satán aquí en la tierra en lugar de un ángel —Rebecca la mira con expresión desencajada —. O por lo menos eso es lo que comenta mi papá.

—Sofía —su tía la manda regañar con solo una mirada —, no es el momento para ese tipo de comentarios.

—Estaba vacilando*.

—Pues no lo hagas.

—Pasen a tomar asiento en nuestra mesa, para que conozcan a toda la bola de locos que tiene por amiga ésta chica.

Después de los interminables saludos, presentaciones y apachurrones —para Sofía, claro está —toman asiento todos juntos, Gerardo enfrente de Evangeline, la niña a lado de ella.

— ¿Qué van a ordenar para beber? —les pregunta una de las meseras.

—Un momento —protesta Sofía, que trae entre sus manos la carta del lugar —, ¿me puede decir que tipo de bebidas son éstas? —Denise se lleva ambas manos a la cara para tapar su sonrojo —, ¿Qué es eso de sexo en la playa? ¿Qué es un orgasmo? —Gerardo se atraganta con su propia saliva al oír eso.

—A mí me da una michelada*, por favor —ordena de inmediato Evangeline con los nervios a flor de piel.

—Para nosotros otras dos —ordena Lorena.

—Y otra para mí —le pide la niña al igual que los adultos.

—Esa no es bebida para niños —interviene Gerardo.

— ¿Y por qué ustedes si pueden?

—Porque no somos niños —comenta Lorena.

—Nicole, trae por favor una michelada especial para tan adorable niña —le ordena Denise a la mesera mientras le guiña un ojo.

—Claro, ahora vengo con las bebidas.

Obviamente no le va a traer alcohol a una niña. Por michelada especial se refiere a una elaborada con agua mineral.

—Ya me emborraché —exclama la niña una vez que le da el primer sorbo a su bebida —todos estallan en carcajadas al escucharla decir eso.

—Angie —con nerviosismo voltea a ver a James, quien se encuentra a lado suyo —, me alegra ver que te sientes mucho mejor.

—Gracias James —le sonríe con dulzura. Gerardo contempla la escena con un sabor amargo. ¿Con qué ese es James? —, por todo.

— ¿Viste la pintura? —pregunta con nerviosismo.

—Te quedó hermosa, muchas gracias por dármela —se miran con un brillo en los ojos, compartiendo ese secreto de Venecia —. De ahora en adelante va a ser uno mis más apreciados objetos —Gerardo se pone verde de celos.

— ¿Quiénes son los desconocidos? —pregunta apuntando a Gerardo y familia.

—Gerardo, su hija Sofía —la castaña lo mira con el ceño fruncido —, y ella es Lorena, su hermana.




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