Mateo
-¡Felicitaciones!- Paul palmea mi espalda -Enhorabuena, sabía que lo lograrían- agita su trago frente a nosotros, señalándonos con su dedo índice.
-Eran unos tiburones… pero nunca dude de la buena dupla- comenta abrazándonos, muy animado y algo pasado de tragos también.
El sonido de la música es ensordecedor, pero nada nos impedía conversar entre gritos, celebrando por todo lo alto.
-Gracias- agradezco haciendo una venia ridícula, que nos hace reír a los 3 -realmente estaba nervioso, pero fue increíble por fin lograr ese contrato- expiro volviendo a sentarme.
-Pronto seremos la tienda más grande y con sucursales por todo occidente- levanto mi vaso con el trago número… ya ni recuerdo.
-Occidente, oriente y donde quieras- menciona Leo orgulloso -este contrato, nos asegura una expansión de casi el 70%- expresa rellenando su vaso y el de Paul.
-Y no lo hubiese logrado- miro a Leo sonriéndole -sin la ayuda de mi mejor amigo y asesor legal- trato de abrazarlo, pero Paul se interpone en medio.
-Venga…- reclama Paul, cual señora a su marido -y yo ¿qué?... o es que celebrar en mi club no cuenta- señala con ambos brazos el local -esto… es un incentivo y premio, por sus esfuerzos- levanta la mano llamando a una camarera, pidiendo otra botella, mientras reímos.
-¡Salud!- exclamamos los tres al unísono.
-Tu papá ¿qué te dijo?, espera, espera- indaga Paul, tomando a fondo blanco su bebida.
-Supongo tu mamita, te agarro por los cachetes- trata de tomar mis mejillas, pero lo alejo y empujo cuando coloca su boca en forma de pato -y te dio un beso por tu buen trabajo- ríe como idiota, pero verlo así también me hace reír -quería festejar con ellos también-
- Ja ja ja muy gracioso Paul- entrecierro los ojos, mirándolo fijamente.
-Y… bueno… si lo hizo- confirmo su suposición, lo más serio que puedo, robándole una carcajada, que lo hace doblar sobre su abdomen -pero… una vez firmado el contrato… se fueron a casa, papá tenía migraña y sabes que a él no le da bien estos lugares- niego con la cabeza, terminando mi bebida.
-¡Señor!- llega la encargada del club y asistente de Paul, con cara muy seria y preocupada.
-Dime Ana- dice Paul limpiándose una lágrima que bajaba por su mejilla de la risa…-¿qué ocurre?- pregunta y parece como si todo el alcohol de su sistema se evapora.
Ana, mira en nuestra dirección y luego vuelve la mirada a Paul -Hay unos oficiales de la policía en su despacho… y piden hablar con urgencia- menciona notablemente nerviosa.
-Policías, ¿en qué rollo te metiste?- inquiere Leo señalándolo con el dedo índice -y no lo niegues, tienes suerte de que tu amigo/abogado de confianza este aquí- Leo se levanta y trata de acomodarse el saco.
-En nada- responde confuso -yo soy muy serio… al menos en los negocios- gira observando a su asistente que continua con nerviosismo.
-A ver Ana- Paul se levanta dejando a un lado su vaso -no te dijeron sobre que o qué- la vemos negando con la cabeza.
Paul resopla -Bueno- se acomoda la camisa y haciendo una seña a su asistente, para que lo acompañe -el deber llama, sigan celebrando, ya vuelvo-
-Señor- Ana detiene el paso de Paul -disculpé, pero no lo buscan a usted- dice y vuelve su mirada hacia mí.
-Piden hablar con el Señor Johnson- abro los ojos extrañado -llamaron a su número personal, pero no contestaba y el segundo número de contacto que tenían era el suyo- menciona señalando a Paul -al saber esto, les dije que el señor Johnson estaba aquí y vinieron… es urgente, lo siento- baja su mirada, al hacer contacto con la mía.
-No, no está bien- la excuso, negando con las manos -pero me parece muy extraño esto, la policía buscándome y aquí- observo a Leo pensativo
-Vamos- le hago un asentimiento con la cabeza a Leo -tal vez si necesite de tus servicios-
-Cobro horas extras- ríe mientras caminamos rumbo a la oficina de Paul, la expresión de nuestros rostros cambia de felicidad, a una muy seria, me detengo antes de entrar a la oficina, tomando por la camisa a Paul.
-Pero… si esos oficiales son stripper- lo señalo y luego paso mi dedo por la garganta -te mato Paul-
Entramos a la oficina, mientras Paul se queja de mi amenaza sin sentido, vemos a dos oficiales y a un señor mayor hablando entre sí… lo reconozco de manera inmediata, es el Señor Williams, el abogado de mi padre.
-¡Papá!- exclama Leo con la misma cara de asombro que nosotros
-Pero ¿qué haces aquí?- camina acercándose al Señor Williams, mientras yo permanezco en la entrada de la oficina -¿qué haces con la policía?, ¿por qué no me llamaste?- pregunta apresuradamente.
-Mateo- dice el Señor Williams, se acerca colocando una de sus manos en mi hombro.
Comienzo a divagar sobre porque están aquí, su cara esta totalmente seria, tiene que ser algo grave, es la empresa… que ha pasado; un vértigo me golpea de pronto y no precisamente por el alcohol ingerido, ¿Qué está pasando?...
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memoria perdida, millonario y frio, chicas empoderadas y divertidas
Editado: 15.01.2023