Un Nuevo Comienzo (borrador)

*Capítulo 4*

Catalina

Después de caminar un buen rato, veo ese edificio tan imponente, que tantas veces fue mi refugio, donde descargué mis penas y encontré algo de paz. 

Subo las escaleras y al entrar busco mi banca favorita, sí sé que todas son igual, pero esta es perfecta para mí.

-¡Hola! ¿Cómo estás?- saludo mirando al frente, tratando de sonreír, pero me sale es una mueca.

-Ocupado me imagino eh… tengo como dos horas hablándote y nada que me respondes, no es que te esté reclamando ni nada- expreso con la mirada fija, respirando profundo  

-Sabes… siento que me tienes una muy alta estima, como es que dicen “Dios le da a sus mejores guerreros la más fuertes batallas” o algo así, pero… venga, que no soy Espartana, ya es como tiempo de unas muy merecidas vacaciones ¿no crees?- siento en mi mano izquierda un leve y conocido temblor, la sostengo con mi otra mano y una punzada en la cabeza me hace cerrar los ojos.

No sé cuánto tiempo tengo en la misma posición, pero siento como alguien se coloca a mi lado y apoya su mano en mi hombro.

-Hey, ¿estás bien?- al abrir los ojos veo como su mirada se dirige a mis manos, las suelto y trato de enderezarme en la banca, acomodándome un mechón de cabello.

-Hola Lucia…- saludo tratando de sonar animada -sí, sí estoy bien, es sólo estrés- muevo las manos, restando importancia -y… ¿Cómo estás?... ¿Cómo estas las cosas por acá?-

-Sólo estrés- me reclama -sabes que no puedes estresarte- “y ahí viene el disco rayado, con la misma canción de la importancia de mantenerme tranquila” pienso mientras la escucho hablar 

-¿Y qué traes puesto?- toma la parte del hombro del saco -no me digas, que esto es moda porque…- se tapa la boca con la mano, tratando de que su risa no se escuche en este lugar.

-ja, ja, ja – me mofo, quitándome el saco –no, no lo es… es de un no Ángel, que me lo presto para ocultar este- señalo la blusa -y que a la final resulto estar bien un bueno, pero bipolar, pero de Ángel nadaaaaa-

-¿Qué?- se acomoda mejor en la banca -y se puede saber la historia detrás de todo eso- apunta con su dedo de arriba abajo y se sonríe-

-Buenooooo, primero… no espera no puedo enumerar, estoy en vergüenza enumérica, no sé si esa palabra existe, pero sino la acabo de inventar- no aguanta y el recinto se llena de su cantarina risa, entrecierro lo ojos 

-Como decía… a mis amigas no les gusto el apartamento que rente, mi jefe me echo y ahora estoy desempleada… los de servicio social, harán la inspección la próxima semana, pedí un batido de chocolate y pensaron que era anémica, un niño decidió que era momento de reinventar mi vestimenta –me señalo la blusa nuevamente –un perro casi me orina la pierna, casi me atropellan, mis pompas están maltratadas, comí helado con el No Ángel, que es el señor que iba en el auto, me dio su saco para evitar llamar la atención, me dijo que no era normal, cambio de humor como 50 veces en 2,5 segundos… lo quise ayudar, me reboto, tiene serios problemas de apego, con su teléfono móvil y a la final le dije a la camarera que coqueteaba descaradamente con él, que era su terapeuta y que el anormal era el- digo todo rápidamente y sin respirar.

-¡Wow!- comienza a darme aire con sus manos. 

-Respira, tranquilízate, vamos respira; sabes que todo va estar bien, “Dios le da las peores batallas a sus mejores guerreros” … y todo es un plan que debemos seguir- me toma las manos y me dirige una mirada llena de calma y sí… ahí está el famoso dicho.

-Vamos mis 300- me pongo de pie levantando el puño -de VA-CA-CIO-NES- expreso volviendo mí vista al frente.

-Sabes- una voz llama mi atención, desde un lateral de la iglesia 

-Si necesitas ocultar el cadáver… cuentas conmigo, aunque esa blusa toca quemarla con toda la evidencia-

-¡Maggie!- expreso y la abrazo fuertemente, sintiéndome débil delante de ella 

-Estás hermosa… te he extraño muchísimo- le sostengo la cara con mis manos y beso su frente.

-Cata… tampoco es para tanto, nos vimos la semana pasada y seguramente con este, uniforme podre ganar el mejor traje de gala, de lo hermosa que me veo- da una vuelta presumiendo su uniforme.

-Ahhhh extrañaba tu sarcasmo- aprieto sus mejillas.

-Puedes dejar de hacer eso- me quita las manos de su rostro -o es que el ser desempleada te afecto más el cerebro- me separo bruscamente.

-¿Escuchaste lo que dije?

-No… Lana llamo esta mañana y le conto al padre Joan, así como y cito “la caja de fósforos, en peligro de desalojo” que es el piso “no tan nuevo” que rentaste- dice haciendo las comillas con sus dedos y arqueando una ceja.

-Pero ¿esto es una escuela o el patio de una residencia de viejas cotillas?- volteo buscando a la Lucia 

-Alto ahí monjita- la señalo -¿tú también lo sabías?- sonríe con una mueca afirmando. 

-Y es ¿que ustedes no rezan o algo?... sino que hablan de la vida de los demás- la observo con fingida indignación 

-Lo peor es que hiciste que volviera a contarlo… y ¿lo sabias?, no hay derecho ¿y mi autoestima? Bien gracias en el subsuelo-




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