Un fuerte aire se produjo, Lizy y Treyton fueron elevados en el aire, y envueltos por una fuerte ventisca, mientras pequeñas mariposas de diversos colores sobrevolaban sobre ellos esparciendo un polvo brillante, mientras ellos acercaban más y más sus rostros, hasta fundirse en un dulce beso, el cuál produjo un destello, que hizo que ambos se separaran y miraran asombrados como una especie de luz brillante empezaba a apoderarse del lugar.
—¿Qué está pasando? — dijo Lizy, mirando como todo cobraba un brillo especial.
—Creo que el hechizo se ha roto — pronunció Treyton, mientras llevaba una de sus manos a uno de los lados de su rostro.
—¿Entonces? — agrego la joven, quedándose callada al ver el rostro de Treyton. Tu rostro volvió hacer el mismo de antes — acotó.
—Todo volvió hacer como antes — dijo el joven sonriendo, al ver a sus amigos en medio del bosque.
—Lo lograron — decían un grupo de jóvenes.
—Sí — respondió Treyton, mientras el caballo movía sus alas, aunque falta comprobar si el nomo y los suyos se han ido — añadió.
—¿Irás al castillo? — pronunció Lizy.
—Claro, es mi castillo, debo volver a este — respondió el joven.
—Iré contigo — dijo la joven.
El par de jóvenes subieron una vez más en el caballo alado, y emprendieron camino hacia el castillo.
—Todo se va más bello aún — pronunció Lizy, mientras veía diversos animalitos en el bosque.
—Es que todo ha vuelto hacer como antes — dijo Treyton.
—¿Entonces el nomo mayor…? — acotó la joven.
—Ha desaparecido de nuestras vidas, él y toda su raza — añadió el joven, mientras miraba desde lo alto el bosque, al tiempo que agregaba: ¡Gracias!
—¿Qué? — dijo Lizy.
—Por ayudarme a cerrar nuestra historia — contesto Treyton, mientras el caballo descendencia frente a un bello castillo.
—No tienes que agradecer nada, fue mi decisión — respondió Lizy.
Tras bajar del caballo el par de jóvenes entraron al castillo y revisaron cada rincón del mismo, pero tal como lo imaginaron no encontraron al nomo mayor, solo una hoja yacía sobre una mesa, y en la misma una frase.
Todo termino, el amor lo puede todo, sean felices.
Al pie de la frase una palabra que ninguno de los jóvenes logro entender, pero que al leerla tampoco les produjo incertidumbre.
Ese mismo día Treyton y Lizy volvieron al palacio, en donde dieron inicio a su vida como esposos, con una gran fiesta para todos los pobladores de Reino Maravilla, en tanto, en una pequeña aldea a miles y miles de kilómetros de ese reino, dentro de una gigantesca calabaza un nomo se dirigía a su población.
—Duntu do — decía otros nomos.
—Duntu do — contestaba el nomo mayor, mientras pensaba — Acepto mi derrota, más no la guerra, su historia se cerró hoy, pero la mía aún no.
El nomo poso su mirada en un libro que sostenía en sus manos, este era el mismo libro que Lizy había estado leyendo en la biblioteca en ese otro mundo en el cuál vivió durante muchos años tomando diversas personalidades hasta esperar que su amado Treyton la encuentre y la regrese al mundo donde pertenecían.
—«Vivieron felices y comieron perdices, no ¡perdices no!, mejor calabacines» — pensó el nomo, mientras posaba su mirada en la última página del libro, en donde Treyton y Lizy aparecían tomados de la mano corriendo por un bosque.
FIN