2010 — El Cairo
Llamada con André:
—... La oficina está funcionando, he contratado personal capacitado y comencé a salir con una muchacha que estudia conmigo.
— Bien, entonces todo marcha tal como lo habíamos planeado — respondió
— Pues sí, pero...
— Sin peros, te veré la semana entrante en Johannesburgo, lleva todo lo que haya que firmar — un sonido detrás de ella la alertó. — Debo colgar, te veré pronto.
Fin de la llamada.
Ribeth, que se encontraba en el balcón, guardó el pequeño aparato y entró en el cuarto para encontrarse allí con su hijo.
— Evan, me has dado tremendo susto — reclamó caminando lentamente hasta la pequeña biblioteca en la que escondía el teléfono que utilizaba para sus llamadas privadas.
— Te dije que vendría a conocer a tu hermano — respondió él desde la cama donde se hallaba recostado contra las almohadas.
— No está aquí, lo envié a París.
— ¿Te lleva los recados? — Sonrió con diversión en la voz.
— Se podría decir que algo así, intento mantenerlo ocupado y que piense que confío en él. Volverá la semana entrante.
Ella se acercó y se sentó junto a Evan en el borde de la cama, mirándolo de frente.
— Yo debo acompañar a Chiara al cumpleaños de su abuelo el lunes, no podré quedarme. Nova me ha preguntado si has podido averiguar algo.
— Nada aún. Él mantiene su papel y yo el mío, pero no sé por cuanto tiempo durará.
— ¿Qué tan viejo es? ¿Crees que podría leer tu pensamiento?
— Imagino que podría, pero aprendí con Nicholas a impedirlo, así que no sé.
— Entonces...
— Sí, es viejo, quizá tanto como Nicholas.
— Eso sería un problema.
— Y uno muy grande, por lo que estoy considerando seriamente si seguir o no el plan que teníamos.
— De hecho, ahora pienso que no tenemos otra opción mejor.
— Pero es muy arriesgado.
— Debes hacerlo por el bien de todos — insistió el íncubo.
— ¿Y si decide imponer su dominio sobre mí una vez que nos hayamos unido? — Expresó Ribeth inquieta.
— Si así fuera, te sacrificarás por el bien de todos.
Ella casi saltó de la cama al oír las palabras de su hijo.
— ¡Evan! ¿Cómo puedes decirme eso?
— No será por mucho tiempo, madre. Sabes que los hombres nos cansamos pronto de las mujeres sumisas, si haces bien tu papel en unos meses te reemplazará con otra.
— No estoy tan segura. Nicholas...
— Nicholas estaba loco, además tú nunca fuiste sumisa con él, eras un desafío constante, de hecho, lo eres para todos y eso es lo que te hace más atractiva — diciendo estas palabras más sensualmente que el resto, Evan se incorporó e intentó alcanzarla, pero ella se puso de pie.
Evan no tenía idea de lo que Beth había vivido junto a Nicholas, pero esos eran sus secretos y no los compartiría con nadie.
— La libertad es muy importante para mí, Evan — respondió dudosa. — No sé si podré hacerlo.
— Solamente será una estrategia — explicó él. — El que juegue mejor sus cartas será quien gane. Lo sabes, si le quitas este jugador a Arquimimo estaremos un paso al frente. Seguramente cuentan con él, además debe tener mucha información valiosa.
Ella permanecía callada por un momento, y se había quedado parada frente al balcón, observando hacia afuera.
— Estás intentando quedar bien con Nova para resarcirte por lo de Chiara… — afirmó, pero sin lograr que él le prestara atención.
— Sedúcelo — murmuró él, alcanzándola y quedando casi pegado a su espalda, susurrando en su oído, — y una vez que haya mordido el anzuelo dale lo que quiere, hazle creer que lo amas y convéncelo de que te diga todo lo que sabe. Eres perfectamente capaz de volver loco a cualquiera, Beth.
— No estarás urdiendo alguna estratagema para luego poder hacerme un desplante, ¿verdad?
Esta vez Ribeth no pudo apartarse y él ya la había envuelto en sus brazos.
— Te prometo que no — habló Evan hundiendo el rostro en la melena rojiza.
— Deja de usar tus artes en mí — ordenó obligándolo a soltarla. — En este momento necesito tener la cabeza fría, hay mucho en juego, no somos solo nosotros.
Él suspiró apesadumbrado y se alejó hacia la puerta.
— De acuerdo, pero tienes que hacer esto, porque si lo corres de aquí, enviarán a otro y a otro, es mejor dar un golpe certero ahora, harás un pequeño sacrificio para evitar una guerra, madre.
Al salir Evan, la palabra “madre” quedó repiqueteando en los oídos de la mujer. Él la decía de una manera que parecía estar mordiéndose todo por dentro.
***
Flashback - El Cairo, 1891
— No entiendo por qué te gusta este lugar — gruñía Nicholas. — Hace un calor insoportable y el olor es nauseabundo.
— Estás exagerando — respondió Meribeth. — Además, siempre dices que hay que acostumbrarse a todo, porque no sabemos que nos depara el futuro.
— Ven, te enseñaré algo — dijo él, de pie junto a la cama, extendiéndole la mano para que ella la tomara.
En los años que estaba a su lado, Meribeth había adquirido conocimientos sobre muchísimas cosas, y parecía que cada día sería una nueva prueba, él era un ser tan insondable que ella tuvo que aprender a no sorprenderse.
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Editado: 08.05.2023