2020 - En la isla perdida.
Los días pasaban lentos, el hambre aumentaba, la provisión de ratas era bastante escasa y las sesiones de tortura, cada vez más espaciadas, lo bueno era que no estaban ni cerca de lo terribles que eran con Nicholas. En este punto se preguntaba cómo pudo alguna vez pensar que lo amaba. Como había estado de enferma a su lado para extrañarlo una vez que se fue.
La puerta se abrió y Ribeth dio un salto en el cual, sorprendiendo a Lachlan que era el primero que había ingresado, lo envolvió y clavó desesperada sus dientes en el cuello del australiano. Él tardó un momento en reaccionar, al igual que el resto, los cuales estaban tan asombrados que no supieron de inmediato qué hacer. Fueron apenas unos segundos, pero para ella fue suficiente; con la sangre de un vampiro viejo, aunque fuera poca, podría resistir bastante tiempo más.
No les costó demasiado liberar a su víctima, puesto que Ribeth se hallaba débil, sin embargo, Lachlan cayó de rodillas por causa de su ataque.
Ella rio como si estuviera loca y comenzó a sentir que poco a poco se restauraban sus fuerzas.
— Como se descuidan creyéndose tan poderosos — se burló Meribeth.
— Maldita — dijo Lachlan en un ademán de acercarse, pero al ver que ella lo enfrentaba se detuvo.
— ¡Ven! — Le gritó desquiciada.
— Basta — dijo Syoran, quien llevaba la voz cantante.
Ardo observaba detrás de los otros dos, su rostro pétreo no parecía decir nada. Sin embargo, Ribeth sabía que los había asustado. Sus corazones latían acelerados ante la inminente posibilidad de que ella fuera más fuerte de lo que imaginaban.
— Tu hija, la que trabaja para mí, ha mencionado que Sein te busca. Sin embargo, él les ha dicho a los otros líderes que has muerto.
Era evidente que Syoran dejaba deslizar estas informaciones para que Ribeth se sorprendiera, pero hacía mucho tiempo que conocía el camino de Mirelle. Y el hecho de que Sein la diera por muerta, no le interesaba, ya que solo él sabría el propósito de sus actos, después de todo, ella misma había dado por muerto a Nicholas y lo mantuvo oculto durante tres años.
— ¿Y eso te preocupa? — Preguntó con una sonrisa, aun relamiéndose en los labios la sangre de Lachlan.
— ¿Crees que tu hija haya heredado la locura de tu esposo? — Preguntó Ardo.
— Eso es imposible porque fui yo quien la convirtió, Nicholas no compartía su sangre con nadie.
— Sin embargo, se parecen tanto — habló Syoran.
— Ella quiere parecerse a él, pero no logrará ser nunca más que una copia barata — Meribeth, habiendo recobrado sus fuerzas gracias a la sangre del vampiro australiano, contestaba de manera relajada, como si no le importara nada de lo que le decían. — ¿Has venido a hacer una investigación genealógica, Syoran?
— He venido a decirte que usaré a Mirelle para acceder a tus otros hijos.
Ella hizo un gesto con los ojos como si la conversación le resultara aburrida.
— Estás amenazando con eso hace meses, no sé qué esperas, has lo que tengas que hacer, ¿o me estás pidiendo permiso?
— No creo que no te importen tus hijos.
— No me conoces en absoluto.
***
2020 - Marsella (Narrador omnisciente)
En la mansión de las hermanas, se habían reunido, Sein, con las dueñas de casa y su hermano Evan. Los tres fueron implantados con un chip bajo la piel para poder ser localizados en caso de que los tomaran como rehenes.
Habían transcurrido tres meses y Sein pensaba que pronto Syoran intentaría secuestrar a alguno de los hijos de Meribeth para obligarla a entregar el grimorio. Se sentía seguro de que no lo había obtenido por el hecho de que no volviera a atacar. Él sufría de imaginar lo que ella estaba padeciendo víctima de ese enfermo. Lo despellejaría vivo cuando pudiera poner las manos sobre él.
— Mirelle me ha invitado a su casa, dice que tiene una información que solo puede compartir conmigo — dijo Evan, quien a pesar de la mala relación que tenía con Meribeth antes de que sucediera el evento, compartía con ella un lazo imposible de romper que había nacido siglos atrás, en otro plano de existencia.
— ¿Crees que ella pretende algo? — Preguntó Clarice, quien era el primer vástago de Beth, habiendo sido amigas en su adolescencia.
— Ella trabaja para los tradicionalistas, es probable que también con Syoran.
— Ellos siempre fueron muy cercanos — aseveró Mishel.
— Iré de cualquier manera, imagino que no te importa que sea yo quien vaya y esté cerca de mi madre — ironizó el íncubo, todavía resintiendo la distancia, forzada por Sein, que había tenido que sufrir con Beth.
— No estamos aquí para rivalizar, sino para salvar a tu madre — replicó Sein, que si bien sabía la veracidad de sus propias palabras, todavía competía con Evan, pero no permitiría que esto le afectara.
Evan hizo silencio con un gesto despectivo.
— Te estaremos siguiendo — continuó hablando Sein. — Y cuando intenten capturarte, resístete para que no sospechen.
— Lo haré.
— ¿Cuándo debes verla?
— Mañana.
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Editado: 08.05.2023