— ¡Tito! — Dani corrió hasta abrazar las piernas de Felipe y el asistente sonrió al niño.
— Casi nos acabamos de ver, señorito Dani. — Le dijo Felipe y miró a su jefe. — Señor Donoso.
— Buenas tardes. — Saludó Ofelia, que se acercó con las llaves de la casa de la madre de Izan.
Una casa enorme frente a la playa.
— Ofelia, ¿de verdad mamá nos ha dado permiso de entrar? — Le preguntó Izan caminando con ella hacia la puerta principal.
— Su madre me ha dicho que deje entrar al señor Donoso, pero que lo vigile de que no toque nada, ya que es patoso. — Habló Ofelia, y dirigió la mirada a Richard.
— ¿Yo patoso?
— No lo tome conmigo, señor Donoso, solo repito lo que la señora Sánchez ha dicho. También ha dicho que usted ya rompió su corazón y que no perdonará que le rompa nada más.
Felipe entonó una risa discreta, la cual no pasó desapercibida para Richard.
— ¿Qué te parece tan gracioso?
— Nada, señor Donoso. — Controló Felipe su risa. — Solo que me parece que la señora Estefanía es una mujer de carácter fuerte.
— Es por lo que más la admiro y la razón por la cual trabajo para ella. — Lo apoyó Ofelia.
— Abre la puerta de una vez. — Le ordenó Richard y Ofelia obedeció.
Izan entró primero en la casa y Ofelia miró a su novio.
— Ya que estoy aquí comprobaré que todo esté en orden.
— Adelante, tesorito. — Respondió Felipe, y Richard rompió el momento de la pareja con una carcajada.
— Señor Donoso. — Lo llamó Ofelia y Richard dejó de reír para sonreír.
— ¿Sí, tesorito? — Volvió a reírse y la novia su asistente se detuvo delante de él.
— ¡Niños! Entremos en la casa. — Dijo Felipe, agarrando de las manos a Zoe y Dani y llevándolos dentro. Zoe miró hacia fuera, pero Felipe le hizo dejar de hacerlo. — Es mejor que no mires.
— ¿Por qué? — Quiso descubrir Zoe y Felipe la distrajo con otra cosa.
— ¿Queréis un chocolate frío?
Zoe y Dani gritaron alegres y Felipe miró a su novia que se paró junto a los niños.
— En la casa no hay chocolate. — Habló Ofelia.
— ¿No hay chocolate? — Preguntó Dani, incrédulo y abriendo mucho sus ojos.
— Mi madre no quiere que haya chocolate para así no comerlo y engordar. — Explicó Izan y se dio cuenta de que solo faltaba su padre. — ¿Y papá? Quiero que me ayude a coger la tabla de surf del garaje.
— Ha dicho que entra enseguida. — Le respondió Ofelia y fue a revisar la casa.
— Tito. — Dani lo llamó tirando de su mano y Felipe se inclinó preguntándole.
— ¿Sí, señorito Dani?
— ¿Cómo no hay chocolate?
— Deja de pensar en el chocolate. — Le dijo Richard a su hijo tocándole la cabeza y Felipe se incorporó.
— Señor… — Felipe enmudeció al ver el lado derecho de la cara de su jefe con una mano marcada en rojo. — Lo lamento, señor Donoso, olvidé decirle que Ofelia tiene también un carácter fuerte.
— Izan, ve a enseñar tu habitación a tus hermanos.
Richard pasó a la sala bajando un pequeño peldaño y Felipe lo acompañó viendo a los niños subir las escaleras.
— No me va a despedir por eso, ¿verdad que no, señor Donoso? — Preguntó Felipe preocupado.
— No, no eres culpable de que tu novia tenga tan mal carácter. — Felipe respiró aliviado. — No me habías dicho que estabas saliendo con la asistente de Estefanía.
Felipe sonrió orgulloso de su relación.
— Llevamos nueve años saliendo, señor Donoso. Nos conocimos cuando la señora Estefanía la enviaba a llevar a Izan a la casa de la señora Claudia. Fue amor a primera vista…
Richard miró a su asistente.
— Primera vista.
Felipe asintió.
— Ese día los aspersores de la entrada se encendieron por accidente y Ofelia acabó empapada. La señora Claudia fue amable y la invitó a entrar…
— Felipe me entregó una toalla para secarme la cara y desde que lo vi supe que había encontrado al amor de mi vida. — Continuó Ofelia el relato entrando desde otra estancia y Felipe sonrió.
— Yo sentí exactamente lo mismo.
— Amor a primera vista… — Musitó Richard y miró un cuadro enorme de Estefanía colgado en el salón.
— ¿De casualidad sintió lo mismo la primera vez que vio a la señora Estefanía? — Se interesó el asistente y Richard negó.
— Fue algo así, pero cuando abrió la boca resultó ser una mujer pedante y de mal carácter. — Miró a Ofelia. — Nos quedaremos aquí un rato y bajaremos a la playa.
Ofelia asintió.
— No hay problema, la señora Estefanía le ha dado permiso, aunque eso ha sido porqué no sabe lo que piensa de ella. — Sonrió y avisó a su novio. — Iré a la cocina a preparar algo de merienda para los niños.
— Voy contigo, la señorita Zoe es alérgica al cacahuete y hay que tener cuidado con no darle nada que contenga cacahuete.
Los dos se dirigieron los dos a la cocina.
— Creí que íbamos a surfear los dos. — Dijo Izan, a pie de playa con su padre.
— Lo haremos juntos cuando tengamos las tablas en casa. Hoy te veré hacerlo a ti. — Le respondió Richard y le acarició el cabello. — Veamos si lo has heredado de mí.
— Con ocho años le pedí a mamá tomar clases de surf porqué ella me dijo que te apasionaba surfear, pensé que si también me gustaba vendría a verme.
Richard bajó la mano de la cabeza de su hijo.
— No soy buen padre, lo sabes mejor que tus hermanos, pero puedo intentar convertirme en uno.
Editado: 27.03.2023