Capítulo: 8
—Padre mandó a buscarme—pronunció Eric entrando al despacho de mi tío Gerard.
—Tenemos un problema. —respondió este haciendo una seña a su hijo para que tomara asiento y este obedeció.
—¿Qué problema padre?
—Estamos en la quiebra—respondió.
—¿En la quiebra? ¿Cómo puede ser eso posible?
—Nuestros últimos tres proyectos fueron una mierda...
—Papá pero Artemis nos dio dinero para que saliéramos de nuestras deudas. —añadió Eric
—Artemis nos dio dinero, dinero que usamos para invertir en el proyecto con el que saldríamos de la quiebra, pero todas nuestras inversiones han sido un fracaso total y si nos declaramos en la ruina no saldremos más de ahí.
—Hablaré con Artemis, estoy seguro de que nos ayudará de nuevo... —pronunció Eric siendo interrumpido por su padre
—Artemis no puede ayudarnos, no esta vez.
—Él siempre lo hace.
—Ya Artemis ha sido rico demasiado tiempo, es hora de que ocupes su lugar.
—¿De qué demonios hablas papá? —cuestionó Eric con duda.
—Llevas toda la vida siendo la sombra de tu primo—pronunció Gerard y su hijo enarcó ambas cejas esperando que continuara—comiendo de las migajas que caen de su mesa.
—Artemis siempre nos ha ayudado.
—Artemis es un magnate petrolero, renombrado en todo el territorio, que ha incrementado ya 10 veces la fortuna que heredó de su padre y quién eres tú.
—Un fracasado—respondió y su padre le pegó en el rostro una bofetada dejándolo boquiabierto sin saber por qué hacía esto.
—Eres el heredero de Artemis y muy pronto ocuparás su lugar. —agregó Gerard.
—No quiero su lugar, para ocuparlo él tendría que morir y no quiero que muera.
—Es la única forma de salir de la deuda que tenemos, Artemis debe morir o iremos todos presos por la cantidad de dinero que ya hemos desfalcado de nuestra empresa y pasaremos el resto de la vida como unos viles miserables. —explica Gerard.
—Papá Artemis es como mi hermano…
—En los negocios no hay familia Eric. ¿Por qué crees que no tuve más hijos? Tú me ayudarás a que nos libremos de tu primo lo antes posible y repongamos todo el dinero que falta en nuestra empresa pues es muy probable que este mismo año nos hagan alguna auditoría—agrega y su hijo se queda pensativo lleno de duda.
—Esto es demasiado para mí.
—Lo entiendo, pero cuando pienses con más claridad verás que tiene lógica todo lo que estoy intentando explicarte. No tienes que decir nada ahora, solo ve y piensa en todo lo que te he dicho y en que tu padre siempre ha hecho lo que es mejor para ti.
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Artemis:
Termino de tomarme la copa que tenía en la mano y la dejo sobre la mesita donde están vacías las dos botellas de bebidas alcohólicas que acabo de tomarme, sonrio mirándola desde allí, está sentada en mi cama y me sonríe mientras pasa su dedo por su muslo de forma provocadora. Sonia, sabía que te tendría en mi cama y aquí estás. Caminé hacia donde estaba y me arrodillé frente a ella, empecé a besar sus muslos mientras subía con suavidad, le saqué el vestido por encima con rapidez y comencé a besarla con deseo.
—Artemis—gimió de manera exquisita mientras besé su cuello y bastó muy poco tiempo luego de algunas caricias para que ambos estuviéramos haciendo el amor con deseo.
Me desperté y sonreí, miré mi reloj y eran las 5 de la mañana siempre me despertaba a esa hora, la chica estaba acostada de espalda, esta vez no me iba a ir tan rápido, quería quedar saciado de esta mujer, acaricié su cabello y lo aparté de su rostro y cuando miré su rostro ¡diablos! ¿quién demonios era esta mujer? pasé ambas manos por mi rostro levantándome con rapidez.
—¡Maldito loco! —me dije a mi mismo mientras comencé a vestirme con rapidez. Sonia, esa maldita mujer me estaba volviendo loco y cada vez eran más seguidos los lapsos que tenía con ella mientras estaba borracho y me llevaba a mi cama a cualquier mujer bonita que tuviera algunas similitudes a ella para idealizarla mientras las follaba estando completamente ebrio. Terminé de vestirme, le dejé una nota como siempre hacía al lado de la cama y me fui de allí. Entré a mi auto y mi mente no paraba de imaginarla desnuda sobre mí, pasé la mano por mi rostro apenas estaba amaneciendo y me temblaban un poco las manos. Tomé el teléfono y me importó un carajo la hora que era, le escribí un mensaje al padre de Sonia.
—Acepto la oferta de su hija, le daré el 50 por ciento por su colaboración en mi proyecto dado que este negocio es demasiado importante para mí. Pero tengo una condición: quiero hacer los negocios directamente con su hija Sonia y necesito que esta noche nos reunamos para ultimar unos detalles importantes del proyecto.
—Ya está, esta noche volverás a ser mía—murmuré—ya te conquisté una vez y nada impedirá que lo haga de nuevo.
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Editado: 04.01.2024