Un Papá Rebelde.

Capítulo 31.

Valentina.

Jonathan me pide que me quites las vendas de los ojos, al momento de hacerlo me quedo boquiabierta al ver donde seria nuestro nuevo hogar.

Estábamos parados frente al edificio, es un lugar enorme y la verdad es que no sé como mi esposo pudo costear algo como esto. Siento su mano entrelazar la mía y entramos juntos a nuestro nuevo hogar. Apenas hace algunas semanas habíamos encontrado un arriendo en un departamento pequeño para nosotros tres y ahora estábamos frente a algo enorme.

Subimos por el ascensor al décimo piso y al bajar de este note que solo había una puerta. Miro a Jonathan y este saca de sus bolsillos las llaves y abre la puerta permitiéndome entrar.

<<¡Es enorme!>>

—Bienvenida a nuestro nuevo hogar.—Dice.

No lo puedo creer…

Cuenta con segundo piso, la sala es enorme y que decir de la cocina, los colores son blancos y con tonos negros.

—E-es muy lindo.

—Te encantara cuando veas las habitaciones.—Tomo nuestras maletas y me indico a que subiéramos a la segunda planta, cuando Jonathan me dijo que habrían ciertos cambios a la vuelta de nuestra de luna de miel nunca imagine que seria este tipo de cambio, encontraba muy bien el lugar en que estábamos viviendo y llevábamos muy poco tiempo en ese lugar.

Jonathan me enseño todo el departamento, contaba con tres baños y tres habitaciones, la cocina estaba equipada con horno eléctrico, campana y encimera, incluye mueble isla en cocina y parrilla en la terraza.

La habitación que sería de Christopher estaba en frente a la de nuestra habitación, Jonathan me dijo que mi madre y la suya se encargaron de ordenar la habitación, las cosas que me había traído de mi casa estaban también aquí.

—¿Qué tal?—Preguntan dejando mi maleta sobre la cama.

—Siento que todo esto es mucho.—Toma mis manos y deposita un corto beso en ellas.

—Con lo que yo gano es suficiente, tu volverás a retomar tus estudios y trabajaras con Madison en la tienda de su madre medio día y todo estará bien.—Sonríe.—¿No es así como lo habíamos hablado?

Si, volveré a la universidad a partir del próximo año y ya no quedaba nada para que eso suceda, Madison me pidió que trabajara con ella en la tienda de su madre en el centro y eso me ayudaría muchísimo, para costear los gastos y ayudar a mi esposo.

—¿Por qué haces todo esto?—Le pregunto mirándolo a los ojos.—No necesito todo estos lujos, John.

—Todo lo que he hecho por ti es porque realmente te amo y seguiré dando lo mejor de mi para ti, para que esa bella sonrisa nunca desaparezca  y seas feliz.—No pude evitar esbozar una sonrisa y le doy un corto beso en los labios.—Iré a buscar algunas cosas que faltan en casa de mi madre, volveré pronto.

Me deja sola y aprovecho de guardar la ropa en el armario, al terminar reviso los mensajes de mi celular y me encuentro con uno de Cameron que ya estaba por llegar a la ciudad así que rápidamente le envió la nueva dirección.

Estuve aproximadamente dos semanas en Perú con Jonathan, fue una experiencia maravillosa pero extrañe tanto a mi hijo que ya deseo tenerlo en mis brazos y poder llenarlo de besos.

Siento mi celular sonar y lo tomo encontrándome con un mensaje de mi amiga.

Madison:

¡Espero hayas disfrutado tu luna de miel! Dylan y yo les mandamos un fuerte abrazo a ambos, pronto estaremos por allá.

No puedo creer que ambos estén saliendo, el chico no es mala persona pero si es un idiota cuando quiere, pero tendré que aprender a tolerarlo después de todo ya somos familia.

Bajo a la cocina para prepararle un poco de papilla de manzana a mi hijo antes de que llegue, con el viaje tal vez venga con hambre.

En eso escucho la puerta y dejo el plato sobre la encimera y rápidamente voy abrir, al hacerlo me encuentro con Cameron y con mi hijo quien venía durmiendo muy cómodamente en los brazos de su padre.

—Se quedó dormido no hace mucho rato.—Lo dejo entrar y lo ayudo con el maletín de Chris dejándolo sobre el sofá.

—Lo extrañe tanto.—Me acerco con cuidado y deposito un beso en su frente.—¿No tuviste problemas?—Miro a Cameron a los ojos.

—Para nada, se despertaba en la madrugada y me costaba volver hacerlo dormir pero todo bien.—Sonríe y yo también.

Cameron con cuidado me entrega a Christopher y se remueve un poco en mis brazos, vuelvo a darle un beso en su frente.

—Gracias por cuidarlo.

—No tienes nada que agradecer, estar con él me ayudo aprender un poco más y ser más responsable conmigo mismo.—Me di cuenta como los ojos de Cameron se dirigieron a mis labios y no pude evitar sonrojarme.—¿Puedo preguntarte algo?

—Sí claro, lo que quieras.

—Necesito que seas sincera conmigo, al menos déjame oírte una última vez.—Habló Cameron esta vez en un tono serio, asentí con la cabeza esperando con nerviosismo su pregunta.—¿Aun me amas?—Agacho la mirada de inmediato.—Mírame a los ojos y dímelo, dime que ya no sientes nada por mi Valentina.




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