Cuando entró en la casa, descubrió horrorizada que habían roto una de las ventanas traseras. Primero pensó que habría sido una travesura, al parecer se había olvidado, en su prisa por marcharse, de cerrar con llave la verja de entrada, pero al revisar la casa, vio que, no solo habían entrado, sino que habían tirado todos los cajones y desparramado su contenido por el suelo. Los dos canarios piaban nerviosos mientras no dejaban de saltar de un lado a otro de la jaula.
Los muebles del salón habían sido retirados, las dos butacas volcadas y al subir al piso superior con el corazón en un puño, vio que todos los cajones de los muebles y armarios habían sido registrados, el armario de su abuela con toda la ropa por el suelo y algunos colchones volcados y rasgados.
- Pero... ¿por qué habrán querido entrar?- se preguntó aturdida, tratando de poner orden a aquel caos. Entonces se puso las manos a la cabeza, ¿se habrían llevado algún documento de valor? ¿y las joyas que había en la habitación de su abuela? Revisó cada uno de los cajones y por suerte todo estaba allí, algunos documentos arrugados, pero no se los habían llevado.- qué cosa más extraña, sin duda lo que buscaban era otra cosa, porque han dejado intactas las cosas de valor.
Decidió que, por la mañana lo primero que haría sería avisar a un cerrajero y que pusiera barrotes en todas las ventanas de la planta baja, también tenía que cambiar el cristal roto y arreglar todo aquel desorden.
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Estaba sentada en una de las butacas del salón junto al fuego de la chimenea, había pasado un buen rato ordenándolo todo, había ido por la tarde a una tienda y había venido un empleado a cambiarle el cristal de la ventana. Tenía muchas ganas de ver a Christopher y explicárselo todo, pero no sabía cómo, allí no tenía la facilidad de los móviles, ni siquiera tenían teléfono.
Entonces alguien picó la campanilla de la puerta. Daril se quedó inmóvil en silencio, como volvieron a llamar, miró por la mirilla y al ver quien era exclamó sin querer abrirle:
- ¿Mr. Jacobs? ¡Como tiene la osadía de venir a mi casa después de que la otra noche se estuvo riendo a mi costa! - el hombre carraspeó y se dispuso a explicarle, ignorando sus palabras:
- Srta. Taylor, me encontraba cerca de mi casa cuando me pareció oír como a lo lejos alguien rompía un cristal, como vivo cerca y soy bastante curioso también, pues creí oportuno acercarme y ver lo que ocurría. Oí gran alboroto dentro, un estruendo de muebles al ser tirados y algunas voces apagadas... ¿puedo pasar?- Daril accedió intranquila, ya que no podía evitar desconfiar de aquel enigmático personaje, le abrió y Mr. Jacobs pasó al interior.
- Mmmm... tiene una magnifica casa, ¿cómo es que vive usted sola?
- Creo que eso a usted no le incumbe, por favor, explíqueme todo lo que vio.- le dijo impaciente. Mr. Jacobs aguantó una risita pese a lo tenso de la situación:
- No se enfade querida, solamente quiero ser amable.- al ver que aquella joven no se dejaba seducir por sus encantos, continuó - me escondí cerca de la ventana, en aquellos arbustos de ahí fuera, por temor a ser descubierto. Pude ver a tres hombres que irrumpían en el comedor tirándolo todo a su paso de mala manera, parecían buscar algo como locos. Dos de ellos eran greñudos, de piel morena (puede que fueran indios o mulatos) y el tercero, el que parecía mandarles era calvo, más bien bajo, con un bigote negro, me fijé en él ya que contrastaba con los demás. Luego se metieron por el interior de la casa y no los pude ver más, ¿le cogieron algo de valor?
- Parece extraño pero no se llevaron nada, al parecer era otra cosa lo que buscaban o se equivocaron de casa.
- Si quiere que le preste mis servicios, puedo ayudarla a poner orden, aunque veo que ya lo ha recogido todo, ¿necesita mi protección?
Daril le dijo que no hacía falta, que al fin y al cabo no le habían robado nada y que si volvían a hacerlo avisaría a la policía.
- Esta bien, como guste... yo solamente hice lo que creí oportuno en estos casos, no me considero una persona que vaya detrás de las emociones, pero normalmente este barrio es tan tranquilo y lo que pude ver era tan inusual, que no pude menos que atisbar por la ventana, no me juzgue mal por eso... soy una persona de honor a la cual no... - Daril lo acompañó hasta la verja de hierro sin atender mucho su palabrería de caballeros - ... pensé que era mi deber como buen vecino informarla de lo que he visto, no se preocupe que me mantendré alerta por si surge cualquier otro incidente. Si no me necesita para nada más... ha sido un placer, señorita.
Daril se despidió y cerró con llave, esperó hasta ver que se había marchado calle abajo y luego volvió a entrar en la casa, quedando más desorientada que antes de haber venido su vecino a visitarla. ¿Tres hombres?¿tres ladrones que lo habían removido todo para luego marcharse sin nada? Pensó que si se hubieran llevado algo de valor se hubiera quedado más tranquila, pero de esta manera no podía estar segura si volverían a intentarlo.
A primera hora de la mañana salió con la intención de buscar empleo, no por la necesidad económica, pero sí porque se mantendría ociosa y además sería una oportunidad magnífica para aprender las costumbres de la época. Fue en tranvía hacia el centro y estuvo preguntando en algunas tiendas por si sabían de alguien que necesitara sus servicios o, por el contrario, si conocían de alguien que pudiera venir a su mansión a servir.
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Editado: 28.02.2024